Al estallar las guerras de independencia hispanoamericanas, las colonias españolas cubrían una extensión de aproximadamente siete mil millas de largo, con un área total de unas 5 210 000 millas cuadradas. Varias extensiones de mar, desiertos, selvas y montañas escabrosas separaban las diversas colonias y, debido a esas circunstancias, las comunicaciones entre las diversas regiones eran muy escasas. Como es de suponer, no existía una verdadera integración económica entre los llamados cuatro grandes virreinatos que conformaban dichas colonias; cada uno estaba directamente unido a España. Si la Metrópoli hispana pudo gobernar a sus lejanas colonias americanas durante 300 años fue sobre todo por la imposición de un fuerte y represivo poder político centralizado.
El 19 de abril de 1810 se celebra el Día de la Independencia de Venezuela producto de un proceso emancipador desarrollado entre 1810 y 1823 con el fin de romper los lazos coloniales que existían entre la entonces Capitanía General de Venezuela y el Imperio español. Sus antecedentes fueron, entre otros, los ideales libertarios de sus próceres, la necesidad de eliminar el oprobioso y criminal sistema de la esclavitud, la Revolución Francesa y las experiencias extraídas de la independencia de las llamadas Trece Colonias norteamericanas. Ese mismo año (1810), el pueblo rechaza el mandato del capitán general Vicente Emparan –quien renuncia a su cargo–, e instala las primeras autoridades venezolanas de gobierno en su historia política, y la Junta suprema de Caracas. El 2 de marzo de 1811, se instala el primer Congreso de Venezuela, y se oficializa la Primera República.
El ideario independentista toma forma y alcanza su punto más álgido con la redacción y firma del Acta de la Declaración de Independencia, el 5 de junio de 1811, documento que expone los motivos para declarar la independencia de las siete provincias españolas pertenecientes a la entonces Capitanía General de Venezuela.
Con dicha Declaración se inicia oficialmente la Guerra de Independencia de Venezuela contra el poderío de la Metrópoli española, hecho de gran repercusión en la América del Sur y en el mundo.
Posteriormente, el 24 de junio de 1821, se libra la más importante batalla por la independencia del país: la Batalla de Carabobo, la que consolidó el proceso emancipador venezolano, mientras que la última batalla se produce el 24 de julio de 1823 en las aguas del Lago Maracaibo, con la expulsión definitiva de las fuerzas realistas españolas de suelo venezolano.
Así, la independencia de Venezuela se logra gracias al sueño de Simón Bolívar y del resto de los libertadores de la gran Patria americana, quienes marcaron un hito histórico en el ideario de la nación sudamericana, y abogaron por la creación de un gobierno que velara por los derechos de su pueblo, sin distinción de razas, etnias y clases sociales.
El sueño de Simón Bolívar, El Libertador
Bajo la dirección de Simón Bolívar, El Libertador, se intentó desarrollar un gran estado siguiendo los límites del virreinato de Nueva Granada. Ese nuevo estado recibió el nombre de Gran Colombia y quedó establecido en 1819 por el Congreso de Angostura, donde Bolívar fue elegido presidente y el general Santander, vicepresidente. Sin embargo, el nuevo estado cayó víctima de las disputas entre federalistas y unitarios, lo que trajo consigo luego de un período de guerras civiles, la imposición de la Gran Colombia en tres naciones independientes: Colombia, Venezuela y Ecuador. Posteriormente, en 1903, Panamá, el estado más joven de la región, fue arrebatado a Colombia por los Estados Unidos.
Bolívar y otros líderes deploraban la división del viejo régimen colonial en tantos estados independientes y discordantes. Comprendieron, en mayor o menor grado, la necesidad de unidad geográfica y gobierno centralizado, y soñaron con la república integrada de América Latina. Ideas que llegaron a expresarse en la Conferencia General de las Repúblicas Americanas, celebrada en Panamá, en julio de 1826. Desafortunadamente y, según historiógrafos (1), “no existían las condiciones necesarias para la unidad estrecha y estratégica de las que fueron antiguas colonias de las metrópolis de España, Inglaterra y Portugal”. Por tanto, el esfuerzo de Bolívar no resultó exitoso. La división de los territorios coloniales continuó, siguiendo en gran parte las fronteras de los virreinatos, las capitanías y las presidencias del viejo imperio español.
En los albores del siglo XX, cuando la tendencia descentralizadora concluyó su ciclo, los cuatro virreinatos se transformaron en diecinueve naciones diferentes. Nueva España, el más antiguo y septentrional, se dividió en: México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Haití, República Dominicana y Cuba. El virreinato de Nueva Granada quedó dividido finalmente en Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá. El del Perú en dos estados: Perú y Chile. El virreinato de La Plata cuando por fin se disolvió, constituyó Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay.
La impronta bolivariana
Bolívar, El Libertador, continúa siendo una personalidad aún inacabada desde el punto de vista de las investigaciones y estudios históricos y filosóficos.
“En su Venezuela querida se celebra, recuerda y aprende de él”, expresó en fecha reciente el presidente Nicolás Maduro Moros, además de ratificar la voluntad del Gobierno y pueblo de su país de continuar la ruta de independencia trazada por El Libertador, por “el Padre de la Patria, gigante de todos los tiempos, referente universal de unión e integración de los pueblos. Hoy sus hijos e hijas, como dignos bolivarianos, continuamos su camino hacia la independencia definitiva”.
Cuba y Venezuela, solidaridad entrañable
Cuba y Venezuela son países y pueblos que han compartido momentos difíciles de la historia de América Latina y el Caribe, al igual que victorias y alegrías, en una fuerte alianza para trabajar por la unidad, integración y el bienestar de este continente desde el Río Bravo hasta la Patagonia. Antecedente de estos vínculos están en el pensamiento revolucionario y antimperialista del Héroe Nacional de Cuba José Martí y en las aspiraciones de Simón Bolívar de crear la Gran Patria americana y erradicar de raíz todas las formas de esclavitud y supeditación colonial.
En estas fechas memorables para la América Latina y el Caribe, merece tributo de respeto y de eterna recordación y agradecimiento el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías. Acerca de él, de sus valiosas intervenciones y discursos vale la pena rememorar uno de sus diálogos con el pueblo –su conocido Aló Presidente–, en el que relata, entre las medidas y acciones de Bolívar, la siguiente:
“(…) Una vez dijo Bolívar en un decreto e Libertad de los esclavos –Bolívar decretó como diez veces, nunca le cumplieron y se murió oyendo a los esclavos, el canto de los esclavos en Santa Marta, una hacienda de un español, y los que sacaron su cadáver y lo lavaron y lo vistieron (eran) esclavos negros de esa hacienda--. Pero un día dijo él: De hoy en adelante decreto libertad a los esclavos. No habrá en Venezuela sino una sola clase. Todos seremos ciudadanos, todos seremos compatriotas”. (2)
Le correspondió a Chávez continuar la obra de El Libertador, y de llevarla a la práctica como legado histórico, político y social, mientras que, a Fidel Castro Ruz, le corresponde y le corresponderá eternamente la misión de haber enaltecido –por vez primera y a partir de mediados del pasado siglo–, de enaltecer en obra revolucionaria práctica la grandeza del pensamiento bolivariano y martiano.
Como bien destacara Nicolás Maduro Moros, presidente de la República Bolivariana de Venezuela:
“(…) Ser como Chávez no es coser y cantar; es un reto y un desafío que nos exige superación permanente. Esto es nos exige maximizar el coraje y la audacia, la creatividad y la lucidez, la eficacia política y la calidad revolucionaria; maximizar también nuestra capacidad para repensarnos y reinventarnos. Se trata de que todas y todos saquemos el Chávez que llevamos por dentro. En la medida y solo en la medida, en que nuestro pensamiento y nuestra praxis lleven el sello de Chávez estaremos garantizando la irreversibilidad de la vía venezolana al socialismo”. (3)
A pesar de los esfuerzos de El Libertador Simón Bolívar, como fue su aspiración, nuestra América no llegó a convertirse en una sola entidad de naciones; algo que a fines del siglo XVIII sí lograron las pequeñas y poco pobladas Trece Colonias del Norte. Al respecto hay que recordar cuando en 1783 el Conde de Aranda (Pedro Abarca), embajador de España en Francia, hizo llegar al rey Carlos III su Memoria secreta sobre América, donde planteó que la República que eran los Estados Unidos había “nacido pigmea” al necesitar de Francia y España para el logro de su independencia, y añadía: “Mañana será un gigante y después un coloso irresistible en aquellas regiones”. Aproximadamente un siglo después, corroborando tales palabras visionarias, José Martí llamaría a aquella República, ya abultada por compras y robos, “cesárea e invasora”.
Recordemos siempre que, en 1829, Simón Bolívar escribió que “los Estados Unidos […] parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad”, al igual que a finales de ese siglo, Martí, calificó de “imperialistas” a quienes empezaban a serlo. Sin lugar a dudas que nuestro Héroe Nacional fue el primer antimperialista de la Historia, lo que sin duda es una de las razones por las cuales, del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en adelante, se le ha considerado Autor Intelectual de la Revolución Cubana.
Notas:
- El historiador francés Tocqueville trató de explicar las causas de la unidad territorial de las Trece Colonias inglesas a través de su escrito La democracia en América, donde afirmaba lo siguiente: “(…) Se libraron simultáneamente del yugo de Inglaterra hacia fines del pasado siglo (XVIII); profesaban igual religión; hablaban la misma lengua, tenían iguales costumbres y leyes, luchaban contra un enemigo común, y estas razones eran suficientemente fuertes para unirlas entre sí y consolidarlas en una sola nación. Distinto fue el caso de las colonias de habla española, aunque tenían muchas cuestiones en común. La dispersión territorial de las colonias, la debilidad de la clase capitalista, las fuertes tendencias de aislamiento entre los grandes terratenientes, la falta de vías terrestres de comunicación, se convirtieron (entre otros motivos), en fuertes barreras contra la unidad continental”. (Esbozo de Historia Política de las Américas. Editorial Nacional de Cuba. La Habana, 1963).
- Hugo Chávez Frías. Aló Presidente Teórico. Instituto de Altos Estudios del Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías.
- Nicolás Maduro Moros. Prólogo al libro Aló Presidente Teórico. Instituto de Altos Estudios del Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías.
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