Música a la carta o un buen añejo sonoro (+FOTOS)


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Música a la carta o un buen añejo sonoro

Después de pasar tres cuartas partes de mi vida escuchando todos los géneros de la música popular cubana;  de haber disfrutado de casi todas las voces y todos los estilos posibles; he llegado a la conclusión de que no he sido capaz de hacer mi propia selección o mi antología musical personal con mis canciones preferidas; esa que se suele mostrar a los amigos y de la que muchos suelen enorgullecerse. Resulta que es tarea harto difícil e ingrata.

Y como cada tarea complicada necesita de una voluntad férrea y una gran disciplina, me declaro incapaz de emprenderla, soy un ferviente  amante de los actuares opuestos a esa voluntad; sin embargo atesoro en mis archivos alguna de las antologías o compilaciones de música cubana más interesantes de los últimos veinte años; y para mi bien ahora sumo a mis trofeos musicales la que ha producido BIS MUSIC bajo el sugerente título de Añejo Carta de Oro,  cuyo “maestro catador” es José Manuel García y que en seis volúmenes agrupa una variopinta selección de casi cien años de música.

José Manuel García es conocido en el medio discográfico cubano su capacidad para descubrir talentos, producirles y lanzarles al ruedo del mercado y salir airosos —ahí está su máxima creación Buena Fe—, sin embargo, pienso que ante las dificultades que hoy enfrenta la industria discográfica cubana (y tal vez para “matar al enano”) y por permitirse cierta licencia poética se arriesga a volcar sus energías y tiempo a hurgar en los archivos musicales a su alcance para proponernos y producir el compendio de marras, agrupado en seis volúmenes.

He sido testigo auditivo de algunas de estas recopilaciones que cubren el trabajo de una agrupación como es el caso del Septeto Habanero o la orquesta Aragón, o de una figura importante  como ha ocurrido con las tres versiones y otras tantas ediciones de la música grabada por Benny Moré; o con títulos tan recurrentes, altisonantes y excluyentes como Las voces del Siglo;  que en dos volúmenes agrupa, por separado, a hombre y mujeres notables. Esta el caso de las dedicadas a la obra de un compositor; y  así hasta el infinito (y más allá según cierto personaje de un filme infantil); todo dependiendo de los intereses personales y el gusto estético del compilador, además de las debidas “necesidades” del mercado.

Cualquier compilación, selección o antología de la música cubana que se precie está en la obligación de presentar algunos temas inexcluibles como pudieran ser La Guajira guantanamera, El son de la loma o  Lágrimas negras, y Échale salsita; puede que haya algunos más pero estos son algunos de los más representativos. Pero a diferencia de las otras compilaciones que forman parte de mi archivo, y que disfruto alguna que otra vez, esta agrupa además de las interpretaciones originales de ciertos temas, versiones de otros que fueron éxitos en su momento y que hoy regresan frescas y sin hacer notable la socorrida excusa de “actualizada” que permite disfrazar algunos crímenes de lesa cultura que tanto abundan en la música y en la discografía cubana contemporánea.

Pudiera mencionar al menos unos doce temas de los casi cien registrado en estos seis volúmenes pero quisiera significar tres que son excelentes trabajos de asimilación de la buena música y de respeto por ella. El primero de todos es la versión de La batea, un tema de Tony Taño muy popular en los años sesenta y que asume Cesar “Pupy” Pedroso con su orquesta y que da luces sobre el sonido que busca este músico para su trabajo futuro; o la versión de Kfe Mezclao de Palmas y Cañas, tema de uno de los programas de más años de transmisión en la TV cubana, qué decir del dúo de Teresa García Caturla y Pio Leyva en el tema de Félix Reina “El niche”, y como cierre la versión de NG la Banda del Pollo de Caridad, obra de Ñico Saquito, con la interpretación del Nene Lugo, uno de los grandes soneros de estos tiempos.

Esta selección no sigue un orden cronológico, lo que ayuda a que la dinámica auditiva fluya pues la diversidad de estilos, épocas de grabación e intereses musicales se mezclan armoniosamente para poder disfrutar sin aburrirnos lo mismo de Las Hermanas Ferrín que de Vania Borges sin notar el cambio de estilo o formato musical, amén de los cambios tecnológicos con que fueron registradas originalmente las interpretaciones.

Pero como es una selección, lo que también la hace excluyente por naturaleza, uno siente que pudieron faltar este o aquel intérprete o agrupación; no obstante lograr cubrir zonas poco frecuentes en la discografía cubana hoy como es el caso de la presencia de una grabación donde aparezca Dominica Verges, o se escuche a la orquesta de Bebo Valdés; o la versión de Rolo Martínez y Fernando Álvarez del clásico Oh vida —impresionante por demás—; agregue la posibilidad de escuchar la mejor batería de percusión cubana de los años setenta que correspondía al trio Bravo/Lazaga/Díaz de la orquesta Ritmo Oriental y que hoy está presente en el trabajo de muchas orquestas.

Añejo Carta de Oro, es una colección más de música cubana. A nadie debe sorprender que en los años venideros vengan otras que llenen las lagunas que esta deja para hoy —lo mismo que ella ha llenado las lagunas dejadas por las anteriores y así será por mucho tiempo—, pero entonces ya los soportes posiblemente no sean los mismos, sobre todo en estos tiempos de descargas on line y otras virtudes de la era digital; sin embargo no creo que desde los nuevos soporte se logre tanto sentido ecuménico al abordar la música cubana como un todo, y es que los “ratones de archivos musicales” cada vez tienden a ser más escasos (mientras escribo estas líneas pienso en Jorge Rodríguez y en Joaquín Quintero).

Por lo pronto desde hace algunos días disfruto de esta colección que resuma buena música, buen hacer y que como los rones bien tratados desde la siembra merecen una ceremonia para ser bebidos… este hay que escucharlo y afirmar como buen catador: ¡salud!


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