"Montañeses": una apuesta por lo atípico y natural / Por: Taissé Del Valle y Dailys Rodríguez

Cuando el Comité Organizador del XVII Festival de Teatro de La Habana anunció que se iría hasta el Escambray cienfueguero para ver la obra Montañeses de Teatro de los Elementos, esa decisión parecía la personificación de la utopía, si es que alguna vez tuvo alguna.

Sonaba descabellado alejarse del confort capitalino, de las luces, el aire acondicionado, de los tradicionales circuitos teatrales, así como destinar tanto presupuesto para transportación. No obstante, el director curatorial Omar Valiño apostaba con una fe ciega que esta pieza teatral no debía extrapolarse de su escenario natural. Y nos fuimos a la montaña, curiosos y atrevidos.

El viaje se extendió por algo más de cuatro horas hasta la comunidad El Jobero, pasando por Guos y Cumanayagua. El destello de un arcoiris y las imponentes montañas recibían a los participantes, entre ellos argentinos, españoles, brasileños, miembros organizadores del festival, así como la prensa acreditada para el evento, unas 60 personas.

Cuando ya empezaba a notarse el aburrimiento del viaje, no quedaba casi nada por leer o por escuchar y dormías para matar el tiempo, una llovizna amenazaba con estropear el anhelado escenario natural de Montañeses. Todos nos miramos desconcertados, estábamos a punto de llegar y si seguía lloviendo…

Al llegar a la sede de Teatro de los Elementos, el cual acciona en zonas del Plan Turquino desde hace veintiséis años, encontramos una galería, una proyección de documentales del grupo, venta de libros de Ediciones Alarcos y una oportuna caldosa.

La lluvia cesó y a las 8:00 pm inició Montañeses. Fuimos testigos del dolor a través de los ojos de los campesinos, presenciamos como fueron desplazados de sus hogares en los años sesenta, trasplantados para evitar contactos con los bandidos que operaban en las montañas del Escambray.

Magistrales resultaron las actuaciones de Yilian Andreu, José Antonio Fernández, Antino Ramón Ojeda, Isnoel Yanez y Vismel Barrios con la siempre acertada dirección de José Oriol, graduado del Instituto Superior de Arte en 1986. Este teatro apuesta por lo natural, juega con el aire, el fuego, el agua y la tierra para despertar emociones únicas e irrepetibles.

En los inicios Oriol y su grupo intervenían en comunidades como el Barrio Romerillo, Ciudad Habana con Tres Brujas, una Compañía y un Barrio con Nombre de Flor (1991), el poblado de Cocodrilo, Isla de la Juventud con Historias de Jacksonville (1992) y en la Comunidad de Barrancas, Santiago de Cuba con Mackandal Sauve o Historias de la Vida y la Muerte de Mackandal (1993).

Hasta que cansados del bregar por las comunidades del Plan Turquino, de ser nómadas, es en 1996 cuando el colectivo se convierte en una comunidad estable en la comunidad El Jobero: construye casas al estilo del campesino, emplea técnicas de agricultura sostenible, explora la energía renovable; todo ello gracias a la colaboración de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre.

En esta etapa se construye el anfiteatro de piedras y ranchones tradicionales, donde se
representan espectáculos de creación colectiva y de autores clásicos del repertorio universal y cubano; sin dejar de trabajar siempre con miras al rescate y revitalización de los mitos y tradiciones que conforman nuestra memoria rural. Sin duda un noble proyecto que la comunidad agradece.

Montañeses recibió el año pasado el Premio Villanueva en la categoría de teatro dramático, concedido por la Sección de Crítica e Investigación Teatral de la Asociación de Artes Escénicas de la UNEAC. Transcurridos los 120 minutos de duración nos vamos con la historia del Escambray que no es otra que la historia del alfabetizador, el campesino, el viajero errante, el jilguero, la joven campesina y el buchito de café. Una Santa Bárbara, suerte de madre protectora del Teatro de los Elementos nos acompaña de regreso.

Publicado: 25 de octubre de 2017.

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