Tanta fue su grandeza y tanto su desapego a la fortuna familiar para vivir los rigores de la campiña mambisa,que decidió lograr con todas sus fuerzas el objetivo más importante de su vida: ver a Cuba libre y soberana del poderío colonial español; a tal punto, que supo decir adiós –sin nunca abandonarlos--, a una esposa querida (Amalia Simoni) e hijos (2) para llegar a ser una de las figuras más inolvidables de nuestra primera contienda independentista.
Ese fue Ignacio Agramonte Loynaz, más conocido como El Mayor, por el grado militar que tuvo capacidad de ostentar.
Fundador de la Junta Revolucionaria de Puerto Príncipe, Camaguey, participó en las labores conspirativas que condujeron al alzamiento de los camagüeyanos, el cuatro de noviembre de 1868, incorporándose a la Guerra de los Diez Años (1868-78), en el paso del río "Las Clavellinas", en el que no figuró personalmente, pues se había decidido que permaneciera en la ciudad organizando el aseguramiento logístico de los alzados, a quienes se sumó el día 11 en el ingenio "El Oriente", cerca de Sibanicú, junto a las tropas camagüeyanas estaban lideradas por Salvador Cisneros Betancourt.
De carácter temerario, en los tres años y medio de su vida militar participó en más de cien combates. Impuso, además, estricta organización y disciplina a sus tropas y, como jefe militar, supo combinar los principios de la táctica con la lucha irregular en las condiciones de las extensas sabanas camagüeyanas, mediante el empleo de la caballería. Llegó a establecer una sólida base de operaciones en ese territorio y prestó especial atención a la preparación militar y general de los jefes y oficiales, para lo cual creó escuelas militares como la de Jimaguayú.
. Trayectoria militar
Su primer combate como jefe de las tropas lo libró el 3 de mayo de 1869, en "Ceja de Altagracia". El 17 de mayo de 1869 renunció por estar en desacuerdo con la distribución que el gobierno hiciera del armamento desembarcado por "La Guanaja", el 13 de mayo de 1869, por la expedición del vapor "Salvador". El día 28 se le aceptó la renuncia con la condición de que se mantuviera en el cargo hasta que se designara su relevo, lo cual no llegó a producirse. El 13 de junioparticipó en la toma del fuerte de "La Llanada" y una semana después, en la acción de "Sabana Nueva". El 20 de junio, las fuerzas bajo su mando penetraron en la ciudad de Puerto Príncipe con el empleo de una pieza de artillería, acción de gran repercusión política y militar.
El 16 de agosto de 1869 tomó parte en el frustrado ataque a Las Tunas, dirigido por el general en jefe del Ejército Libertador, mayor general Manuel de Quesada. En ese mes libró el combate de "La Luz" y el 27 de octubre de 1869 intervino en el de "Sabana de Bayatabo". Bajo el mando del mayor general Thomas Jordan, jefe del estado mayor general, combatió en "Minas de Juan Rodríguez" (combate de Tana), el 1 de enero de 1870, y en "El Clueco", el 26 de enero de 1870. Al agudizarse sus discrepancias con el presidente Carlos Manuel de Céspedes, presentó su renuncia, el 1 de abril de 1870[1], la cual fue aceptada el 17.
Diez días antes había combatido en "Jimirú". Sin mando, pero conservando el grado de Mayor General, continuó la lucha acompañado por su escolta y por las pequeñas fuerzas que se le fueron agregando. En tales condiciones realizó alrededor de 19 acciones combativas en ese año, entre ellas las de Caridad de Pulido, Puente Carrasco, La Gloria, Santa Brianda de Altamira, Ingenio Grande, Embarcadero de Vertientes y Múcara. Comprendiendo la importancia de mantener la unidad entre los cubanos, aceptó el ofrecimiento de Céspedes, el 13 de enero de 1871, de reincorporarse al frente de las fuerzas de Camagüey, y reasumió el mando de la división el día 17. A partir de ese momento desarrolló el período más brillante de su carrera militar. La experiencia adquirida le permitió introducir cambios en el empleo táctico de la caballería, imprimiéndole gran movilidad, lo que posibilitó lograr la sorpresa en el combate. El 20 de febrero de 1871 llevó a cabo el ataque a la "Torre Óptica de Colón" (Pinto). A continuación libró los combates de Lauretania, Limpio Grande, Hato Potrero, La Entrada, El Mulato y La Redonda.
. Rescate del Brigadier Julio Sanguily
Recién amanecía el ocho de octubre de 1871. El día anterior Ignacio Agramonte había acampado con unos 70 jinetes en el potrero de Consuegra, al sur de la ciudad de Puerto Príncipe, con el propósito de descansar luego de un mes de largas y fatigosas jornadas por la zona.
Sucedió entonces que el brigadier Julio Sanguily fue sorprendido y capturado, cuando se encontraba en el rancho-enfermería de la patriota Cirila López Quintero. Según una de las versiones, éste viajó hasta allí para dejar a 3 enfermos bajo su cuidado y mientras serían lavadas sus ropas. Una sección de la columna española, dirigida por el general Sabas Marín llegó al lugar; Sanguily, auxiliado por su asistente, Luciano Caballero, intentó infructuosamente alejarse del lugar, pero un sargento español logra apresarlo. Con posterioridad fue llevado hasta el Jefe de la columna española.
Luciano Caballero, logra alejarse del lugar de los hechos e informa lo sucedido al capitán Federico Diago, ayudante de Agramonte, el cual comunicó la noticia a El Mayor. Agramonte, sin averiguar cuántos eran los enemigos, sino en qué lugar estaban, ensilló su caballo nombrado Mambí y se dirigió a sus 70 soldados.
El Mayor improvisa 35 jinetes: a la vanguardia, el capitán Henry Reeve con cuatro rifleros de la escolta; el resto quedaba a las órdenes del comandante Manuel Emiliano Agüero, donde también iba Agramonte con sus ayudantes. Regresó Reeve, quien informó a Ignacio que los españoles, sudorosos y cansados, se arremolinaban a beber agua alrededor del pozo situado en el potrero de la finca "La Esperanza", propiedad de Antonio Torres, muy próximo a la ladera de la loma del lugar. Ante tal situación Agramontedesenvaina su machete y le ordena a sus hombres que es preciso rescatar a Sanguily vivo o muerto o perecer en la demanda.
Al ver el avance de las fuerzas cubanas, el sargento español que custodiaba a Sanguily lo derribó de la montura y le hizo un disparo a corta distancia que le inutilizó para siempre la mano. Ya Agramonte se hallaba junto a él y levantándose sobre su propio caballo, ordenó la última carga, ante la que se dispersaron los pocos enemigos que aún combatían. Esta brillante acción es ejemplo de capacidad organizativa, coraje y valentía de El Mayor.
Según biógrafos, el propio Agramonte comentó sobre la acción de rescate:
“Salí con ellos logrando alcanzar al enemigo en la finca de Antonio Torres, cargué por la retaguardia el arma blanca y los nuestros sin vacilar ante el número ni ante la persistencia del enemigo, se arrojaron impetuosamente sobre él, lo derrotaron y recuperamos al Brigadier Sanguily y cinco prisioneros más. Nuestra persecución le siguió a larga distancia hasta dispersarle por completo. El enemigo dejó once cadáveres. (...) ¡Mis soldados no pelearon como hombres: ¡Lucharon como fieras! “.
Dicha heroica acción fue rememorada durante su intervención con motivo del Centenario de la Caída en Combate de Agramonte, por el Líder de la Revolución cubana Fidel Castro Ruz, quien destacó:
“Ha pasado a la Historia de Cuba como una de las más extraordinarias acciones de armas; un hecho que levantó el ánimo en el campo cubano en momentos difíciles, que electrizó prácticamente a todo el mundo (...) Sobradamente conocido por todos los cubanos, esta fue sin dudas una de las más grandes proezas que se escribieron en nuestras luchas por la independencia, y ha pasado a ser un hecho de arma proverbial, que en aquel entonces despertó incluso la admiración de las fuerzas españolas”.
. Caída en combate de El Mayor
En la madrugada del 11 de mayo de 1873 llegan noticias de la presencia del enemigo en Santana de Cachaza. El Mayor arenga a su tropa para la batalla, y ordena atraer esa fuerza al Potrero de Jimaguayú, 32 kilómetros al suroeste de la ciudad de Camagüey, ampliamente conocido por él por ser uno de sus campamentos habituales. Ubica la fuerza de la Infantería de Las Villas, recién llegadas, en los flancos oeste y sur del potrero y a la Brigada de Caonao entre ella. Sitúa a la caballería en el flanco este, oculta entre la hierba. Al entrar las fuerzas españolas, temerosas porque habían enterrado cerca de 100 cadáveres en los combates de Ingenio Molina y Cocal del Olimpo, no mordieron el anzuelo. Agramonte se percata de ello y se separa de la caballería para dar órdenes precisas a la infantería, que debía atraer al enemigo al fondo del potrero.
De repente, y como si hubiera concebido un nuevo plan, partió con su escolta rumbo al vado que permitía cruzar la corriente del arroyo Basulto; ordena regresar a los demás, con la pretensión de cruzar el potrero y unirse a la caballería; y dice: "Voy a dejar que se entable la acción con los infantes y pronto nos veremos en Guayabo". Es en esos momentos que una fuerza española de avanzada, que se había ocultado en el arroyo, lo sorprende y lo hiere mortalmente de un balazo en la sien derecha. El brigadier Henry Reeveordena a Serafín Sánchez que con su compañía busque el cadáver de Agramonte y después se retire a Guanábana. Registran pero no encuentran el cuerpo de su admirado y querido jefe.
El día 12, al llegar el cadáver a la plaza situada frente al hospital, el Padre Olallo, desafiando a los soldados españoles, solicitó conducirlo en camilla hasta el "Hospital de San Juan de Dios", donde lavó sus restos mortales y rezó ante el cadáver. El cuerpo fue incinerado con leña y petróleo por orden del gobernador hispano Ampudia.
Así, a los 32 años de edad, en plena juventud, El Mayor(1) Ignacio Agramonte Loynaz deja de existir, pero no sin dejar –en poco tiempo--, un recuerdo imperecedero de su proeza militar como alto oficial mambí, para traspasar el umbral de la inmortalidad histórica.
(1) Según biógrafos, el calificativo de El Mayor le fue impuesto el nueve de julio de 1873, por el brigadier norteamericano Henry Reeve.
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