Mirta Aguirre en el aire del tiempo / Juanita Conejero


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Murió un 8 de agosto de 1980. Era un ser muy especial. Desde niña se hablaba de ella en mi casa y también de su hermano, el historiador Sergio Aguirre. Los dos eran comunistas desde que eran muy jóvenes. Ella había estudiado Derecho y era dos años mayor que él. Sergio se graduó como Doctor en Filosofía y Letras, la carrera que yo quería estudiar.

Recuerdo que, en mis años de profesora, los estudios investigativos de Mirta sobre Cervantes me resultaban imprescindibles. Todos sus textos ensayísticos, tan bien meditados, tan didácticos e interesantes, se convertían para nosotros en valiosos materiales de consulta.

Muy relacionada con las artes escénicas, laboró en el Teatro Nacional y en la Sección de Teatro y Danza del Consejo Nacional de Cultura. Después de fundado el Ministerio de Cultura, fue nombrada Directora del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba. Allí la conocí personalmente. Era una mujer de gran personalidad.

El triunfo de la Revolución, esa luz inmensa que iluminó la Patria e iluminó la América toda con destellos que llegaron hacia otras regiones de la Tierra, nos llenaba y aun nos llena de sano orgullo a los cubanos, que de menor o mayor manera nos convertimos en aquel glorioso primero de enero, en cómplices armoniosos de ese original concierto de nuevas y renovadas ideas. Fidel, Camilo, el Che, Almeida, Frank, Vilma, Haydée, Celia y tantos y tantos patriotas, agigantaban con gran emoción los sueños de nuestro pueblo.

Ya Mirta Aguirre, en aquellos primeros años, tenía un hermoso historial de labor revolucionaria. A los 20 años venía realizando una actividad política muy significativa. Era una mujer combatiente, admiradora de Trejo y de sus seguidores, que se ve obligada a emigrar cuando la dictadura de Machado. Pasa tres años en México.

Ya en la Habana, en el 39, participa como delegada al Congreso Nacional Femenino mientras es activista de la Liga Juvenil Antiimperialista y por la Defensa Obrera Internacional. Trabajó con Carlos Rafael Rodríguez y Juan Marinello en el Partido Socialista Popular, justamente en el año en que Fidel fraguaba el Asalto al Cuartel Moncada. De ágil pluma, escribía y dirigía publicaciones como el Semanario Última Hora y la Revista de la Sociedad Nuestro Tiempo, entre otras. Sus concepciones antiimperialistas de paz y defensa de la soberanía la llevaron a participar en importantes foros en París y Nueva York.

Esta valiosa creadora cubana, entre otras cosas, ganó el Premio Justo de Lara, fue profesora de la Facultad de Humanidades en la Escuela de Letras de la Universidad de la Habana; ganadora como ensayista del Primer Premio en 1974 en el Concurso “Sor Juana Inés de la Cruz, su vida y su obra”, de la Secretaría de Obras Públicas de México, importante crítica teatral y de cine, traductora, redactora, y guionista de radio y televisión, feminista de pura cepa, vinculada a la vida y obra política de su pueblo y una poeta que además escribió también para la infancia.

La caída del Che en Bolivia fue realmente estremecedora. Como tantos otros poetas e intelectuales cubanos, Mirta Aguirre quiso dejar plasmado su sentido homenaje al Guerrillero Heroico. Su poema Canción Antigua al Che Guevara es uno de los textos más sentidos y apreciados de la poética cubana de todos los tiempos:

 

-¿Dónde estás caballero Bayardo / caballero sin miedo y sin tacha?

-En el viento, señora, en la racha / Que aciclona la llama en que ardo.

 

Así comienza la Doctora Aguirre, como la llamaban sus alumnos, el diálogo eterno con el alma gigante de aquel que supo ganarse el corazón de nuestro pueblo y penetrar con la fuerza inquebrantable de su estatura en la humanidad que lo venera. Un ser, “sin miedo y sin tacha”, como el hombre nuevo que abre horizontes en el cuerpo tembloroso del Mundo.

Lo llama “caballero gallardo y seguro”, y él le responde:

 

-En la flor que a mi vida concedo:/ en el cardo, señora en el cardo.

-Con la espada aclarando camino / al futuro, señora al futuro.

 

Pasa el tiempo y de la misma manera que se agiganta la figura y la fuerza histórica del Guerrillero Heroico, el poema de Mirta se reafirma.

Es increíble cómo se recuerda, no solo en la Patria, sino en otras tierras del orbe. En México, una vez escuché a una pequeña declamadora de Morelos decir esos versos, que escuchados en otras regiones aun nos parecen más hermosos:

 

-¿Dónde estás, caballero el más puro, / Caballero el mejor caballero?

-Encendiendo el hachón guerrillero / En lo oscuro, señora, en lo oscuro.

 

-Dónde estás, caballero el más fuerte, / Caballero del alba encendida?

-En la sangre, en el polvo, en la herida, / En la muerte, señora, en la muerte.

 

Recuerdan estos versos la búsqueda en la tierra, en el polvo, de los huesos del Che enterrados en Bolivia con sus compañeros de lucha, el esfuerzo sobrehumano por rescatar sus cuerpos destruidos por el tiempo y traídos de regreso a la Patria.

Aquí reposan junto al pueblo, en la memoria viva, en el quehacer cotidiano, en cada mujer, en cada hombre, en cada niño. Ahí está el Che.

En el histórico discurso pronunciado por Fidel en la velada solemne en memoria del Che, nuestro Comandante expresó:

Pero se equivocan los que cantan victoria. Se equivocan que su muerte es la derrota de sus ideas. La derrota de sus tácticas, la derrota de sus concepciones guerrilleras, la derrota de sus tesis. Porque aquel hombre que cayó como un hombre mortal, como aquel hombre que se exponía muchas veces a las balas, como militar, como jefe, es mil veces más capaz que aquellos que con su golpe de suerte lo mataron.

Porque, como diría Mirta Aguirre en sus conmovedores versos:

 

-¿Dónde estás caballero ya inerte, / Caballero ya inmóvil y andante?

-En aquel que haga suyo su guante / Y mi suerte, señora, mi suerte.

 

Los años, la vida lo ha demostrado. En su Mensaje a la Conferencia de Solidaridad Latinoamericana, el Che dijo y Fidel conmovido lo repitió aquella noche de 1967, que si en cualquier parte le sorprendía la muerte, bienvenida sea siempre. Lo importante para el Guerrillero Heroico, era que ese grito de guerra llegara hasta un oído receptivo y otra mano se extendiera para empuñar el arma.

 

-¿Dónde estás, caballero de gloria, / Caballero entre tantos primero?

Hecho saga en la muerte que muero; / Hecho historia, señora, hecho historia?

 

Como diría Juan Marinello, la poesía de Mirta Aguirre, rebosa "esa salud artística que viene de respirar a pulmón inflado el aire del tiempo”.


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