El Ministro de Cultura de Cuba Alpidio Alonso Grau rindió honores al Rey del Mambo, Dámaso Pérez Prado (Matanzas, 11 de diciembre de 1917-México, 14 de septiembre de 1989), en el modesto mausoleo que guarda sus restos en el Panteón Civil de Dolores, el más grande y el de uso civil más antiguo de la Ciudad de México, abierto al público el 24 de agosto de 1882.

Alonso Grau estuvo acompañado por varios integrantes de la comitiva ministerial cubana, presente en el país azteca al frente de la delegación artística de la Isla al 49 Festival Internacional Cervantino que tiene como sede la pintoresca urbe de Guanajuato, Patrimonio de la Humanidad.

A la solemne evocación del gran compositor y pianista cubano, creador del ritmo mundialmente conocido como el Mambo, en cuyo sepulcro el titular cubano depositó una ofrenda floral en nombre de la cultura insular, asistieron los hijos de la célebre bailarina y actriz Ninón Sevilla (Emelia Pérez Castellanos, La Habana, 10 de noviembre de 1921-Ciudad de México,1 de enero de 2015), uno de los pilares de la "época de oro" del cine mexicano, fallecida en el 2015 a los 93 años de edad; así como el descendiente de Amalia Aguilar (Matanzas, 3 de julio de 1924), destacada bailarina, rumbera, vedette, cantante, comediante y actriz —también cubana nacionalizada en México—, quien comenzó su carrera en Cuba siendo una niña al lado de su hermana. Esta artista, actualmente con 97 años de edad, igualmente interpretó varios personajes para el cine mexicano. Se encontraban, además, insulares residentes y personas naturales del hermano país.

En sus breves palabras, Alonso Grau significó que estos grandes artistas constituyen pilares precursores del puente de amistad e intercambio cultural entre México y Cuba, cuyas culturas e idiosincrasias están estrechamente relacionadas; en tanto resaltó la significación histórica y cultural de la música de Pérez Prado, quien alcanzó su máxima popularidad en la década de 1950, con números como Patricia —su mayor éxito—, El rico mambo, Mambo número 8 y El cerezo rosa, entre otras, propiciando de tal modo que la música cubana, ya conocida por el bolero, el son, la rumba, la trova tradicional y otros géneros, alcanzara mayor auge en  toda Latinoamérica.

Durante el emotivo diálogo de los presentes se recordaron facetas de la vida de Dámaso Pérez Prado, quien solía reiterar que "en el mambo no sólo inventé un ritmo, sino también un estilo de orquestación", en tanto exclamaba con orgullo de cubano que había “escuchado jazz y me gustó el tiro, porque mi música es negroide”.

El Mambo fue precursor del Cha-cha-chá, creado y popularizado por Enrique Jorrín (Candelaria, Pinar del Río, 25 de diciembre de 1926-La Habana, 1987), músico, compositor, violinista y director de orquesta cubano. El Rey del Mambo, quien grabó más de 200 discos,  acompañó con su orquesta a Beny Moré (Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez; Lajas, Cienfuegos, 24 de agosto de 1919-La Habana, 19 de febrero de 1963), uno de los más grandes exponentes de la música popular cubana de todos los tiempos, conocido como El Bárbaro del Ritmo y El sonero Mayor de Cuba.