Fue en 1886 cuando dejó de existir Rafael María de Mendive, hace 136 años. Aún resuenan en los oídos las palabras de Martí recordando a su Maestro:
“Prefiero recordarlo, a solas, en los largos paseos del colgadizo, cuando, callada la casa, de la luz de la noche y el ruido de las hojas fabricaba su verso; o cuando, hablando de los que cayeron en el cadalso cubano, se alzaba airado del sillón, y le temblaba la barba”.
Para Martí, más que un maestro, fue un padre, y así lo recuerda el hombre de la “Edad de Oro”, que por cierto, “lo quiere como un hijo”:
“Era maravilloso, y aquel poder de entendimiento con que de una ojeada, sorprendía lo real de su carácter”.
Al estallar la Guerra de los Diez Años, ya Martí era su discípulo. Aquel maestro inolvidable costeó sus estudios, sembró los valores de patriotismo y honor, lo hizo su hijo espiritual, preceptos que Martí enalteció para orgullo no solo de su maestro, sino de todo nuestro pueblo; ese maestro que al decir de Cintio Vitier: “era gallardo mantenedor de las más hondas aspiraciones del patriciado cubano y del irradiante colegio de luz”.
Era un separatista, un verdadero patriota.
Sin dudas, a Mendive le gustaba educar , y así siempre los hizo, y no solo educar, promover, abrir puertas, preparar para el futuro, vislumbrar el porvenir para sus discipulos, formar hombres íntegros y soñar.
Era un poeta, sin dudas, amante de la bella palabra, del sentimiento más puro, del amor.
La Gota de Rocío
Cuán bella en la pluma sedosa de un ave,
O en pétalo suave,
De nítida flor,
Titila en las noches serenas de estío
La diáfana gota de leve rocío
Cual vívida estrella de un cielo de amor!
El álamo verde que el aura enamora,
El sauce que llora,
El verde palmar,
El mango sombroso, la ceiba sonante,
Cual fúlgido rayo de níveo brillante
La ven en sus hojas inquieta temblar.
Resbala entre rosas tan rápida y leve,
Tan frágil y breve,
Tan blanca y sutil,
Cual son de la vida los sueños de amores,
Y el beso de almíbar que en copa de flores
Nos brinda gozosa la edad infantil.
Acaso de un ángel la lágrima sea
Que amor centellea
Con luz celestial,
La gota de aljófar de un niño que llora.
La perla más blanca que vierte la aurora
Y lleva en sus alas el suave terral.
¡Soñando ternezas gallarda hermosura
el cáliz apura
De aromas y miel;
Y el lago sus ondas azules levanta,
El cisne se queja de amores y canta,
Y todo en la tierra respira placer!
¡Oh noche! ¡Oh misterio de eterna armonía!
¡Oh dulce poesía
De sueño y de paz!
¡Poema de sombras, de nubes y estrellas,
De rayos de oro, de imágenes bellas
Suspenso entre el cielo, la tierra y el mar!
¡Oh! ¡Cómo gozoso en las noches de Mayo
Al trémulo rayo
De luna gentil,
Sentado en el tronco de un sauce sombrío
Tras gota apacible de suave rocío
Pensé de mi madre las huellas seguir!
¡Y allí con mis versos, en paz deleitosa
Mis hijos, mi esposa,
Mis libros y Dios,
He visto las horas rodar sin medida,
Cual rueda esa perla del cielo caída
Temblando en el cáliz de tímida flor!
¡Feliz si, muriendo, mis tristes miradas
De llanto bañadas
Se fijan en ti!
¡Feliz si mi lira vibrante y sonora,
Cual cisne amoroso, con voz gemidora
Su queja postrera te ofrece al morir...!
¡Tú, al menos, podrías en gélida losa
Con luz misteriosa
Mi nombre alumbrar;
Y el ave sedienta verá con ternura
De un pobre poeta la lágrima pura,
Allí sobre el mármol tranquila brillar...!
Sobre este poema dice el crítico y poeta Virgilio López Lemus:
La gota de rocío es uno de sus poemas más característicos. Es también muy hermoso.
Para Lezama Lima, en la poesía mejor de Mendive, la más sencilla y fragante, la gota de agua, se fija como una piedra preciosa donde el artificio de las facetas enriquece su luz natural.
Es realmente, como supe hace muchos años, un lírico lleno de melodía, lleno de intimidad donde aflora siempre su afán educador ético y profundo. Es el cantor de los aspectos mínimos más tranquilos y dulces de la naturaleza. Su cubanía sale a a luz y nos invade y cautiva .
Nació Mendive en la Habana. Su padres un vizcaíno casado con una cubana oriunda de la misma ciudad. Murieron sus padres y el hermano mayor lo cría e instruye. A los 13 años ingresa en el Seminario de San Carlos. Dominaba el español, el inglés y el francés. Estudia Derecho Filosofía y estudios latinos. Entra en la Universidad de la Habana, culmina su carrera , viaja al exterior y conoce en aqellos tiempos exiliados a Félix Varela, José Antonio Saco y Domingo del Monte. A mediados del Siglo allá por 1852 regresa a Cuba, ingresa en la Sociedad Económica de Amigos del País con una amplia madurez intelectual. Escribe y sueña.
Desde los sucesos de Villanueva, ya era Mendive sospechoso para el régimen colonial. Fue detenido, condenado y desterrado. Junto a él siempre sus mejores discípulos viven con intensidad los acontecimientos políticos que estaban sucediendo. Todos fortalecen su ideal revolucionario y siguen luchando por la Patria adolorida.
Así le escribía Martí a Trujillo en una memorable carta:
“De su vida de hombre yo no he de hablar, porque sabe poco de Cuba quien no sabe cómo peleó él por ella desde su juventud, con sus sonetos clandestinos y sus sátiras impresas; cómo dice en España el ejemplo, más necesario hoy que nunca, de adquirir fama en Madrid sin sacrificar la fe patriótica; cómo empleó su riqueza, más de una vez, en hermosear a su alrededor la vida, de modo que cuanto le rodeaba fuese obra de arte, y hallaran a toda hora cubierto en su mesa los cubanos fieles y los españoles generosos; cómo juntó, con el cariño que emanaba de su persona, a cuantos, desagradecidos o sinceros para con él, amaban como él la patria, y como él escribían de ella”
Fue tal su influencia que la historia lo recuerda mucho más como educador y preceptor, sobre todo de Martí, que como escritor.
Después del Zanjón, Mendive regresa a Cuba. Trabaja como abogado en La Habana, se traslada a Matanzas y dirige el Diario Liberal, de esa ciudad. En esa ocasión, publica el segundo tomo de los versos de Fornaris. En años anteriores, había editado las primeras poesías de su contemporáneo. Gustaba de ayudar, de promover, de estimular, y de salvar. Cayó enfermo.
Falleció un 24 de noviembre.
Recuerdo a Raimundo Lazo cuando decía que Mendive era un mentor en verso. Cómo no recordar, “Después del Festín”, “A Paulina,” o el de la “Oración de la tarde”. Ya casi olvidamos que fue hasta un cantor entre otros de Benito Juárez y autor de piezas de teatro líricas.
Este mes quisimos traerlo de nuevo a la memoria y hacer valer una vez más aquellas palabras que escribí hace muchos años y que transcribo ahora a mis lectores:
“Si en cada escuela cubana, en cada biblioteca, en los talleres literarios, en las tertulias, dentro de las familias y en las comunidades, se recuerda a Mendive, se hurga sobre su vida y su obra y se convoca a los niños, a los jóvenes, a mujeres y a hombres, a que escriban, pinten, narren, piensen, sobre este cubano culto y patriota, poeta de alma transparente y luminosa como La Gota de Rocío, estaremos rindiendo también homenaje al valor fundamental de la escuela de Ética cubana y a la continuidad de este pensamiento, que cada generación de cubanos, debe retomar en serio, con la profundidad que se requiere, por el bien del futuro y de la dignidad de todos.”
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