Uno de esos días en que volvemos al Maestro, una y otra vez, aprendí que “los pueblos se afirman cuando honran a sus héroes”. Comprendí así por qué la solemnidad y la magnificencia de aquel lugar silencioso y a la vez, interlocutor, desafiante y soñador, eternamente abierto para aprender, buscar, reencontrar, enseñar la propia esencia de José Martí.
Desde entonces tuve mucha curiosidad por conocer de él, de su historia, de la gente que lo hacen un libro abierto, que enseñan y veneran la vida y obra del hombre de la Edad de Oro y ofrecen lo mejor de sí para llevar a todos los que amamos la Patria, lo bello y lo humano, una obra de infinito amor.
Fundado por el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro el 27 de enero de 1996, el Memorial José Martí, ese sitio de peregrinación y escuela permanente para cubanos, pero también para hombres y mujeres de todo el mundo, cumple ya 20 años sin perder ni por un instante su ímpetu inicial: ser una institución histórico- cultural que estimule el conocimiento de la vida y obra de nuestro Héroe Nacional y convertirse en ese espacio al que las personas pudieran ir a rendirle tributo, a sentirlo más cerca.
Bajo la dirección de Haydee Díaz Ortega, quien a sus 89 años de edad continúa frente a la tarea que le encomendó Fidel, el Memorial fue concebido en la base interior del Monumento de la Plaza de la Revolución de La Habana. Cuenta con una sala que ofrece una visión de Martí hombre, en su entorno familiar, social y en su peregrinar por el mundo hasta 1891; otra, en la que se muestra su labor en la preparación de la Guerra Necesaria hasta su muerte y una tercera, dedicada a la historia de la construcción del propio Monumento y de la Plaza. Tiene, además, una Sala de Actos y una de exposiciones transitorias en las que se muestra lo mejor de la cultura cubana mediante las artes visuales.
Martí lo hace a uno más bueno
Cada día recorre sus salas, sus pasillos, atiende a visitantes, dialoga, aprende y enseña de Martí porque durante 20 años, para la Museóloga Eva María Díaz Torres, fundadora del Memorial José Martí, esta ha sido su casa, su trabajo, su vida.
Rememora, entonces, que el proyecto final del Memorial se inició en 1995 en conmemoración al Centenario del Apóstol y en él participaron trabajadores que ya se encontraban en el Palacio de la Revolución y otros que llegaron nuevos, como ella: una licenciada en historia que tuvo, incluso, que pasar un curso para profundizar en la amplia obra del Maestro, pero también de Protocolo y ceremonial diplomático.
“Uno conoce de Martí pero después que llega a aquí, y después de tanto tiempo, se da cuenta de que queda mucho por conocer. Algunas instituciones como el Centro de Estudios Martianos ayudaron en la preparación de los trabajadores que comenzamos, sobre todo de los museólogos, teníamos que saber comunicar y no somos investigadores de la obra martiana, sino divulgadores de ella. También ayudamos en el montaje de las piezas del museo. Pero las museólogas tuvimos que aprender a proyectarnos, teníamos el conocimiento histórico pero había que comunicar, emocionar”, afirma.
Reconoce la fundadora que la idea inicial no fue ser un museo, por eso no hay cantidad de objetos originales. “Téngase en cuenta que el Memorial se fundó en una época en que existían otros centros dedicados a este propósito durante muchos años y esos objetos son patrimonio de otros museos, de otras ciudades: el museo Bacardi, el de Guanabacoa, el de Cárdenas. Aquí se ha tratado de reunir en poco espacio, en dos salas, lo más representativo de su vida y obra”.
Para Eva, sin embargo, el mayor reto era enfrentarse a la responsabilidad que implicaba hablar del Martí, de la inmensidad de su obra. Confiesa que le daba gran temor, sobre todo en los inicios cuando lo visitaban grupos de cubanos que saben mucho de Martí. “Decíamos, ¿cómo hablarles a los cubanos del Martí que todo el mundo tiene?, porque todos tenemos un Martí, llevamos por dentro un Martí. Después nos fuimos adaptando y nos alimentábamos mucho de la emoción de la gente, porque la gente recibe lo que uno les dice y se emociona, y lo agradecen de esa manera, uno siente que lo que hacemos surte efectos”.
Se estima que durante todos estos años, millones de personas de todas las latitudes han visitado la institución entre las que se incluyen jefes de Estado y de Gobiernos, presidentes, cancilleres, secretarios de partidos políticos y parlamentos, sindicalistas, delegaciones y grupos de solidaridad con Cuba, personas comunes en general. Allí también se han celebrado eventos relevantes, efemérides históricas y otros que han marcado la vida de los cubanos, como los homenajes póstumos del pueblo capitalino al Comandante Juan Almeida Bosque, a la compañera Vilma Espín o al Comandante Hugo Rafael Chávez Frías.
“Aquí hemos recibido personalidades de todo tipo” -refiere Eva María. “Y siempre uno recibe una emoción diferente. Los niños por ejemplo, son muy simpáticos, son muy espontáneos, les gusta conocer y preguntar todo el tiempo. Y aunque parezca que siempre decimos lo mismo, hacemos todo lo posible por que no sea así, que cada día sea diferente, que lo que se diga sea de otra manera y enfocarlo siempre al tipo de visitante, a su edad, su procedencia, su interés; si son extranjeros ofrecerles información relacionada con ese Martí que recorrió gran parte del mundo o habló sobre el mundo, sobre tantos países y tratamos de llevar su interés hacia lo que puede tener relación con ellos”.
La institución ha logrado también una gran estabilidad en sus trabajadores y especialistas, quienes participan como jurado en eventos de pensamiento político-revolucionario y de eso se retroalimentan, se superan, aprenden, aunque coinciden en la necesidad de llegar aún más a los jóvenes.
Para la museóloga y fundadora, la mayor satisfacción será siempre ver a los visitantes emocionarse al conocer algo nuevo sobre el Apóstol cubanos. Por eso reafirma con orgullo: “De Martí siempre se está aprendiendo. Trabajar con Martí lo hace a uno más bueno, mejor persona. A veces hay muchos problemas terrenales que hacen que las cosas materiales sean necesarias, pero si uno recurre a Martí puede encontrar una y otra vez esa espiritualidad que nos llena y nos permite seguir. Y eso es lo que uno intenta transmitirle a la gente”.
El amor: en lo que hacemos todos los días
Ana María Troya Ávila es quizás de las más jóvenes en el colectivo de trabajo del Memorial José Martí, y no solo por su edad, sino también porque es la que menos tiempo lleva en la institución. Es, sin embargo, la Especialista en Relaciones Públicas, una gran conocedora y promotora de todo lo que allí se realiza.
Por ella conocimos sobre el proceso de fortalecimiento del trabajo cultural que realiza el Memorial y que durante todo este año estarán celebrando los 20 años con diversas actividades: conversatorios, conferencias, conciertos, espectáculos infantiles.
Señala Ana María que el Memorial cuenta desde hace años con algunos espacios habituales como los talleres de manualidades para niños – los viernes-, un taller de artes plásticas con un profesor de San Alejandro que ha tenido gran acogida y aunque es en la parte exterior del museo, esta es su sede.
Desde la propia creación de la institución acogieron también al Coro Solfa de la maestra Mailan Ávila que forma parte del trabajo del la Scola Cantorium Coralina, de la maestra Alina Urraca y ha graduado cantidad de niños en estos años, muchos de ellos convertidos ya en artistas, músicos profesionales. Este siempre ha tenido un gran impacto porque se han insertado personas de muchas edades que se interesan por la música, participan en actividades y presentaciones en el museo y esa es su casa para los ensayos, para su preparación habitual.
El payaso Alepito tiene allí un espacio habitual los segundos sábados de cada mes, también los proyectos de la Colmenita de diferentes municipios de la capital y en estos momentos desarrollan un trabajo junto con Casas de Cultura de la capital, interactuando a través de instructores de arte para que desarrollen sus talleres dentro del museo.
“Nuestro interés es que las personas vean el Memorial no solo como un lugar donde se hacen actos políticos o reconocimientos, sino como un lugar para encontrar una acercamiento a la cultura, a lo artístico y lo cultural que también desarrolló José Martí con la literatura, las artes plásticas. Por eso hemos desarrollado un programa especial para que los niños puedan venir al Museo y encontrar payasos, músicos, cantorías, principalmente los sábados. Y a la vez aprendan de Martí. Para nosotros es importante lograr que las personas se acerquen a nosotros, que la comunidad venga hasta nosotros”, señala la joven especialista.
Durante estos días finales de enero, en que celebra el natalicio del Maestro, el Memorial premiará a los niños que participaron en la décimo sexta edición del concurso infantil “Para un amigo sincero”, se inaugurará el día 28 una exposición filatélica que lleva por título “Martí en la filatelia”, se realizarán conferencias sobre diferentes facetas del ideario martiano, se abrirá al público una exposición de más de 20 artistas relacionados con el trabajo del Memorial en estos años y saldrá una nueva edición de la Revista “Algo más que piedra” sobre su historia.
Según la especialista en Relaciones Públicas, el día primero de febrero se realizará el acto por el aniversario de la institución, pues en esa fecha se abrió por primera vez al público y allí estará el pianista Frank Fernández ofreciendo su arte – tal como aquel día inicial- y se estimularán a fundadores y trabajadores, quienes por estos días también estarán participando en la Conferencia Internacional “Con todos y para el bien de todos”. Para mediados de este año, la institución contará con una página Web mediante la cual se podrán realizar no solo las coordinaciones para visitarla, sino también la historia del museo y las actividades que se realizan cada semana, cada día.
Para Ana María Troya, el sentido de pertenencia de los trabajadores del Memorial hacia la institución y hacia lo que representa, hace que no lo vean como un centro de trabajo, sino como aquel lugar que recuerda y brinda homenaje, que resulta de espacio de encuentro constante con el Maestro. En sus palabras está la obra de infinito amor que allí se atesora y se ofrece.
“El Martí que hay en nuestro colectivo es ese que siempre sintió un inmenso amor, en primer lugar por su Patria y por todo lo que le rodeaba. Para nosotros lo más importante es no dejar morir ese amor que sentimos por este lugar, por lo que se atesora aquí, porque siempre esté limpio, cuidado, abierto al público y que la gente cuando entre sienta que para los que trabajamos aquí, este lugar es lo más importante. Y ese es nuestro Martí, el del amor infinito, ese que también nosotros sentimos por lo que está aquí y por lo que representa. Y ese sentido de pertenencia tiene que reflejarse en lo que hacemos todos los días”.
Deje un comentario