Este día festivo puede ser considerado también una importante fecha histórica, por cuanto se refiere desde sus orígenes a la lucha de la mujer obrera por la igualdad y la justicia social.
En Cuba revolucionaria celebramos el Día Internacional de la Mujer como una fecha que puede ser considerado ya gran fiesta tradicional a escala de todo el país. Las actividades organizada y llevadas a efecto por los hombres, en honor a las mujeres de su colectivo laboral y/o en su propio hogar, dignificando el trabajo de las amas de casa.
Ese día, casi siempre, se acaban temprano las flores en los lugares de venta, en cada ciudad. Las flores, simbólicamente se comparan con la mujer. Es un día bello.
Las mujeres nos rendimos a la emoción de sentirnos protagonistas de la fiesta. Y se acentúa el cuidado por nuestra apariencia personal. Pretendemos lucir más jóvenes (si ya estamos “entradas en años”), elegantes y bonitas. Las felicitaciones llueven por todas partes, las repartimos entre conocidas y desconocidas. Se impone ser Mujer.
En cada centro de trabajo se propone y realiza un programa festivo especial. El día es laborable, pero a la hora del almuerzo se inicia la fiesta: los hombres del colectivo responden por el menú y el servicio gastronómico. Hay mucha alegría en el ambiente, y también misterio por las sorpresas que nos han preparado, a veces las van “cuchicheando” los hombres entre ellos. Nosotras nos divertimos.
Sin embargo, debemos recordar que no siempre hubo un Día Internacional de la Mujer. El precio de esta conquista femenina, que incluye muchas otras, fue alto, y hubo que esperarla paciente y combativamente.
Aunque la ruptura con la historia y el pensamiento del medioevo se expresa concretamente en términos de “Libertad Igualdad y Fraternidad”, a partir del inicio de la Revolución Francesa, el 14 de julio de 1789, la mujer no se contemplaba como beneficiaria de este importante programa político de la Modernidad, hasta mediados el siglo XIX cuando se incorporó a la clase obrera y sus luchas políticas.
Las obreras en las antiguas fábricas en Europa o Estados Unidos, estaban carentes de toda prevención y protección contra el riesgo de muerte, ganaban un salario menor que los hombres en igualdad de tareas y trabajaban en edificaciones poco o nada ventiladas, donde eran prisioneras del capital. Tampoco tenían derecho al voto político.
En la ciudad de Nueva York, una situación de tal índole causó una protesta pública de obreras textiles, el 8 de marzo de 1857. Reclamaban infructuosamente menos horas de trabajo, mejores salarios y el derecho al voto.
Más de cinco décadas transcurrieron y, en 1908 sucedió en Nueva York una memorable huelga de mujeres: 15 mil trabajadoras agrupadas en el Sindicato Textil, se manifestaron públicamente, reivindicando nuevamente, entre otros, el derecho al voto electoral. El siguiente año, 1909, el Partido Socialista de América declaró el Día de la Mujer en Estados Unidos, y este se celebró el 28 de febrero de ese mismo año.
Esta idea se amplió al ámbito internacional gracias a la propuesta de Clara Zetkin, la famosa comunista alemana, en la Conferencia de la Mujer Trabajadora, efectuada en Copenhague, 1910. Su párrafo fundamental expresaba:
[...]En unión organizaciones de clase, partidos políticos y sindicatos proletarios en cada país, las mujeres socialistas del mundo celebrarán cada año un Día de la Mujer. Su objetivo principal será obtener el derecho a voto de la mujer. Esta demanda debe ser levantada dentro del contexto global de los asuntos concernientes a las mujeres de acuerdo a los principios socialistas. El Día de la Mujer debe tener un carácter internacional y deber ser preparado cuidadosamente [...]
El Día Internacional de la Mujer fue aprobado, pero no hubo acuerdo sobre la fecha. En 1911, varios países, Dinamarca, Alemania, Austria y Suiza fueron sede de aquella celebración simultánea el 19 de marzo.
Posiblemente, el origen del 8 de marzo, como fecha global, fue inducido por la marcha de las mujeres obreras rusas “Por la paz y el voto” que se realizó en San Petersburgo el 8 de mayo de 1917, en plena I Guerra Mundial. Constituye un precedente activo para el triunfo de la Revolución Rusa. Así ha sido reconocido por la Organización de las Naciones Unidas desde 1975.
En Cuba, la primera celebración del 8 de marzo ocurrió en 1931, bajo la dictadura de Gerardo Machado. Se recuerda el acto organizado por la Central Nacional Obrera de Cuba y la Federación Obrera de La Habana, en el Centro Obrero de La Habana. Asistieron obreras de distintos centros laborales de la capital.
Dirigentes femeninas bien conocidas, Charito Guillaume, por el Comité Pro-organización de la Mujer Trabajadora y Panchita Batet, por el Sindicato Textil fueron oradoras en esta actividad, además de una delegada por los zapateros.
Esta, contada con brevedad, es la historia del Día Internacional de la Mujer, memorable por su trascendencia hasta la actualidad, es una parte significativa del espíritu avanzado de la Revolución Cubana.
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