¿Y tú qué esperabas, Mella,
mestizo, ilegitimo, asmático,
tan puro y tan carismático
por proseguir esa huella?
La martiana, nuestra estrella
que ilumina y mata al mal.
“Mussolini tropical”,
mi herma, llamaste a Machado.
Para ti todo su enfado.
¡Gracias a Marx, menos mal!
Tu frente firme y primaria
onduló tu negro pelo;
Solo a un peinado del cielo
sobre tu vista incendiaria.
Reforma Universitaria,
brazada continental,
Alma Mater, ¿qué contar
de tu altivez proletaria
que arengó la necesaria
unidad para luchar?
¿De aquel día en que agrandaste,
con tu comunismo atlético
al primer barco soviético
que llegó aquí, que nadaste
al rojo vivo…? Te izaste
con 22 a cien proezas.
Tu estirpe quisieron presa,
de López el mar cruzaste,
y sin querer te ganaste
el odio que me interesa.
Te pasaste de habanero,
nacional, continental...
y todo el odio imperial
te buscó de pistolero…
(¿Todo lo puede el dinero
con una mano asesina?)
Te vieron cruzar la esquina
Morales y Abrahan González,
tirar a dos criminales
contra tu fibra divina.
¿Y tú qué esperabas, Mella,
que te fueran a dejar
muerto con tanto soñar
colgándote de tu estrella?
¿Que podía la bala aquella
borrarte así tan de prisa?
No, camarada, aun atizas,
tu odio santo al yanqui tengo.
Y a la Colina ahora vengo
a probarme tu camisa.
Ilustración: Del autor
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