El aislamiento físico a que nos somete desde hace más de un año la Covid 19, ha sido aprovechado por el artista visual Jorge Martell para recrear uno de sus más caros personajes: el de Matías Pérez, el sastre y toldero portugués que, radicado en La Habana, quiso materializar el sueño de hacerse a las alturas, desapareciendo en su segundo vuelo el 29 de junio de 1856.
Justo al cumplirse 165 años de aquel acontecimiento incorporado a nuestro folclor, en la tarde de este martes será inaugurada en el Taller Experimental de Gráfica de La Habana la exposición De Ícaro a Matías Pérez. Una crónica urbana, con obras del Premio Nacional de Diseño del Libro 2019.
Me contaba Martell que su acercamiento al malogrado aeronauta viene de la exposición La aeronáutica en Cuba, organizada por él en el Pabellón Cuba a finales de los años 60 del pasado siglo. Durante la investigación, descubrió insospechadas facetas de quien primero fuera conocido como El Rey de los Toldos, entre ellas la de cierta sensibilidad poética.
Desde esa perspectiva, el también actor y pintor concibió el medio centenar de piezas que se expondrán en las salas Principal y Rhino del TEGH, en las que Matías Pérez se desplaza en su globo por el tiempo y el espacio, convertido en espectador de las hazañas de Yuri Gagarin, Neil Armstrong y nuestro Arnaldo Tamayo; sin desaprovechar otras metáforas visuales como aquella en la que sobrevuela La Mancha en busca de Don Quijote.
Pero, posiblemente, lo que más llamará la atención de los conocedores del grabado es el empleo generalizado por parte del artista de la técnica conocida como lavado en reserva, no muy socorrida por su acentuada complejidad.
La inauguración de la muestra en fecha tan significativa, por demás, ha querido ser aprovechada por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC, para entregar su Premio de Actuación Omar Valdés a Argelio Sosa, protagonista en la puesta que, con el Grupo de Teatro Político Bertolt Brecht, hiciera en el Teatro Mella el desaparecido René de la Cruz de la obra El Ingenioso Criollo Don Matías Pérez, de José Ramón Brene, hace más de cuatro décadas.
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