Me da gusto participar en estos esclarecimientos que es de lo que se trata; quizás haya que repetir cosas, los grandes sacerdotes saben que hay que repetir y repiten.

Se sabe que en 1959 ocurrió en Cuba un deslinde muy importante que abrió lo que Lezama Lima llamaba «la era  de las posibilidades infinitas», de alguna manera. Eso que se vio desde la poesía con una intención muy clara, no solamente se vio desde Cuba, también lo vio el enemigo y sabía que esas posibilidades infinitas había que frenarlas porque suponían el desarrollo de un proyecto contrario a los intereses imperiales y un proyecto favorable a los intereses de los pueblos, y había que frenarlo.

De ahí sale el bloqueo, el bloqueo que sale de una manera desfachatada, anunciando que hay que ahogar al pueblo de hambre para arrancarle a la Revolución cubana el apoyo masivo y general que tenía.

Eso está dicho, está  escrito, no lo escribió el Periódico Granma, no lo dijo un dirigente político cubano, lo dijo uno de los artífices de la armazón del bloqueo, y sin embargo ¿cómo es posible que hoy se diga que el bloqueo no existe, que las penurias de Cuba no se deben al bloqueo?, claro que no es la única razón, habrá también deficiencias internas, habrá también acomodamiento, habrá muchos defectos internos, pero esos defectos internos también remiten a un tronco fundamental de desastre que es el bloqueo.

Si el bloqueo no existiera no habría las votaciones que hay en la Asamblea General de la ONU año tras año, y no habría la votación aplastante contra el bloqueo que se da allí, también, año tras año.

Yo creo que eso debe servirnos a todos, no solo para saber cómo tenemos que actuar, sino para no confundirnos,  para saber que lo que está en juego  no es si en Cuba va a ver medicamentos o menos medicamentos,  es si la nación cubana va a ser tragada o no por el imperio, que tanto le costó a Cuba echar de aquí.

Y volvemos otra vez a los pronósticos de Martí de 1995; había que impedir que los Estados Unidos se apoderaran de Cuba y de las Antillas y es lo que quieren volver a hacer, volver a apoderarse de Cuba y desde luego a la nación cubana le corresponde el derecho de no permitir que ese imperio vuelva a apoderarse de nosotros.

Es un derecho y un deber que tenemos, y sobre eso no hay confusión que valga. Está en juego la nación, está en juego la Patria, está en juego la soberanía, y frente a eso no hay confusión que podamos aceptar mi ingenuidades que podamos consentir.