Luis Rogelio Nogueras, como un regreso de su ausencia


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Luis Rogelio Nogueras, como un regreso de su ausencia

Este 17 de noviembre  estuviera cumpliendo setenta años este poeta de cuerda tan especial. Wichy, como lo llamaban sus amigos, aquellos, que disfrutaron con él, la primera edición del Premio David, que ganó compartido con otra grande de las letras cubanas, nuestra Lina de Feria.

Yo, como Guillermo Rodríguez Rivera, creo en la importancia de los grupos literarios,  aunque un día,  se puedan desintegrar y cada uno de los escritores, sigan caminos diferentes. 

Aquellos creadores en torno al Caimán Barbudo, hizo historia y la anda haciendo todavía. Nogueras nutrió y se nutrió de aquellos jóvenes conversadores y despiertos de los primeros años del triunfo revolucionario, que con Manifiesto y todo, atrajeron a muchos poetas que los antecedían. Se adelantaba este grupo a su tiempo y eso motivaba unión  y admiración. Yo diría, que Nogueras,  contribuía en gran medida a que esto sucediera,

La cultura cubana en los años sesenta,  era  de interés para toda la América Hispana. La Revolución cubana,  era una luz  que abrió  el camino a todo el continente, y por supuesto, a los más jóvenes poetas cubanos.

Siempre recuerdo con especial emoción, estos versos de Nogueras, en su poemario “Cabeza de Zanahoria”:

 

Poema

Me despertaron aquella mañana a las seis.

Había ruido, gritos, fui

cerrando de nuevo los ojos hasta quedarme

profundamente dormido.

Soñé que dios bajaba

caramelos hasta las hojas moradas de los árboles

del, parque,

que tenía un camioncito nuevo.

 

En el golfo,

El “Granma”  avanzaba

rajando la niebla.

 

Cuando la llegada del Granma, estos jóvenes poetas andaban rondando los 12 años. Cuando el triunfo de la Revolución, Nogueras tenía  15 años; cuando ganó el Premio David, tenía 23 años. La poesía de Lezama, de Virgilio, de Eliseo, no le eran ajenas, y sus hermanos Barnet, Padilla, Nerval, Federico, Fornet, Víctor Casaus, Breton y Vallejo, lo acompañaron siempre.

El sentido de la poética de Wichy fue  madurando dentro de lo conocido como poesía conversacional, corriente coloquialista en la poesía cubana, o poesía comunicante, al decir de Benedetti. En ella, el poeta, con historias de la infancia, del hogar, de los primeros suspiros amorosos, los temas referidos a la Revolución en pleno auge, que dejan un sabor de íntimo y entrañable recuerdo y de profundas emociones. 

 

Ahora sé

que el poema antes de ser las líneas trazadas

con prisa,

es la conversación en el café, la sonrisa azul de Blanca Luz,

la muerte de este hombre,

el apretón de manos o la vida entre dos.

 

Lo dice Nogueras y lo reafirma. La poesía comienza en cualquier lugar y termina siempre en los papeles.

Para él, la poesía era  el amor, o aquella tarde o el horror de la guerra,  la muerte ya sea de Breton, de Vallejo o de sí mismo, como el título de  su inolvidable novela: Y si muero mañana.

Viet Nam, lo marca, Neruda y el Che, lo conmueven. Sueña y escribe. Esos sueños  lo hacen crear versos tan trascendentales, que bien pudieran concebirse como escritos en estos diabólicos momentos que vive la humanidad.

 

El Entierro

Cualquiera de estos días

seguido de cerca por los gritos desesperados

de los ángeles de pacotilla

escoltado por los últimos discursos a favor del más allá

va a pasar,

ruinas de la noche abajo

el cadáver de dios,

y como vamos a aplaudir usted y yo y todos

cómo vamos a aplaudir la vida

 

Aunque pasaron diez años para que apareciera publicado un nuevo libro de Nogueras, su poesía siguió creciendo. Textos recogidos de 1967 al 73, en esa magnífica compilación de sus  poemas, publicada en el 2005,  por Letras Cubanas, así lo revela. Un libro, que recomiendo a los más jóvenes creadores. Para defender la vida, como diría el poeta, hay que cantar la canción de mañana, hay que cantar a la noche, escribir el verso de este tiempo y endurecer las manos hombro con hombro con el fuego.

Para Alfonso Reyes, Cuba es el lugar donde el amor disuelve el alma y  Nogueras lo cita.

El gran humanista mexicano expresaba: “Cuando alguna vibración cósmica llega a estremecer los órganos estéticos, se dice que hay inspiración. No tengamos miedo a la palabra. Se trata de hechos completamente naturales, que hacían decir al naturalista Buffón: “Sentís en la cabeza como un choquecillo eléctrico que, al mismo tiempo, os aprieta el corazón y éste es el instante de genio”.

Es Nogueras, un poeta de profundas inspiraciones.

Recibe este artista estímulos que lo rodean. Es el poeta que ama, porque siente que el amor respira y canta en todas partes. El poema sin amor, queda manco, ciego, mudo.

Solo estas palabras para motivar a los lectores a leer y releer a este cubano, que lamentablemente perdimos a los cuarenta y un años.

Corto tiempo de vida intensa. Viajero desde muy niño y el ICAIC con sus novedosas posibilidades le atrae y redime. Su “Gallito de Papel”, el guión del Brigadista que fue todo un éxito, el de Guardafronteras, y los Premios, como el de Poesía de la Casa de las Américas y los de sus novelas, fueron también  alegrías para sus imprescindibles amigos de Cuba y del Mundo, todo lo cual, define su rumbo espiritual y humano.

Desde aquel primer  relato de los once años, hasta su última producción poética; “Las formas de las cosas que vendrán”, Wichy se agiganta y sus versos se hacen resistentes al tiempo y al olvido.

Está convencido que es un hombre de su  época. Sus versos tallados en duro y noble material.  

Cuánto más hubiera podido entregar su poesía, llena de historias, de cálidas sonrisas, atento al mundo, a los hombres, a los vivos, a los muertos, a los suicidas, ese poeta  que no tiene nada y lo tiene todo, el que al decirnos adiós para siempre, quedó junto a nosotros, porque sus palabras vuelven  y vuelven, con su manera irrepetible de decir:

 

Gracias,  poesía,

Por enseñarme que el camino hacia la verdad no puede pasar por

la mentira,

que los medios son también parte de un fin;

gracias por recordarme que sólo el futuro no deja huellas,

por mis defectos que me hicieron humano,

por mi hora de pena y mi hora de gloria

Gracias por tu dulce y terrible compañía.

No me abandones.

 

Que estas palabras, sean de recuerdo emocionado, que la obra de Nogueras, sirva de paradigma a nuevas voces, y que  su  poesía como la lluvia, haga crecer los geranios en  las macetas del patio, para que cada amanecer, florezca un amor íntimo y plural, como un  regreso de su ausencia. 


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