Este 7 de diciembre conmemoraremos el aniversario 125 de la caída en combate del Mayor General Antonio Maceo y Grajales. La importancia de Maceo en las guerras independentistas cubanas ha crecido con el tiempo y el estudio de su personalidad, accionar y pensamiento por la historiografía nacional.
Constituye un personaje histórico prominente, un símbolo imperecedero de la solidez, perseverancia y resistencia del revolucionario cubano; sus aportes fueron decisivos en la trama y urdimbre del valioso legado histórico y cultural creado por las guerras por la independencia total de Cuba.
Cuando nos planteamos una serie de artículos acerca de los Generales negros de la Guerra de Independencia, pensamos ante todo que los breves apuntes y reflexiones de corte historiográfico que hiciéramos contribuyeran “… a divulgar importantes valores de las personalidades y grupos sociales negros, a veces poco conocidos, o destacados, que integraron el movimiento independentista cubano”. Desde luego, este no es el caso del bien conocido y reconocido, Mayor General Antonio Maceo y Grajales.
No obstante, Maceo está incluido entre los seis mayores generales negros mencionados por Francisco Pérez Guzmán en su obra Radiografía del Ejército Libertador 1895-1898 (Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005), punto de partida de mis artículos anteriores, y por tanto, considero ineludible referirme a él con algunas pinceladas históricas, particularizando un poco más en su tratamiento historiográfico.
Es sabido que José Antonio de la Caridad Maceo y Grajales nació en Santiago de Cuba, Oriente, el 14 de Junio de 1845. Provino de una familia campesina constituida por Marcos Maceo, el esposo de Mariana Grajales, la madre de los Maceo. A su formación educacional e ideológica contribuyeron la familia y su pertenencia a la masonería oriental, Gran Oriente de Cuba y las Antillas (GOCA), tesis del historiador cubano, doctor Eduardo Torres Cuevas, planteada en su libro Antonio Maceo las ideas que sostienen al arma (Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1995):
No conocemos hasta cuál de los 33 grados del Gran Oriente de Cuba y las Antillas llegó Antonio Maceo. Pero no hay dudas de que las ideas contenidas en el mismo eran difundidas entre todos sus miembros. Lo que sí podemos afirmar es que este conjunto ético patriótico se ajusta a las ideas y a las posiciones éticas y políticas maceícas. Algunos de los biógrafos del Mayor General Antonio han tratado de ver la preparación adquirida por él solo en la instrucción pública oficial. Esto ha llevado a afirmar que no poseía más que una instrucción elemental. (Torres Cuevas:76).
Torres Cuevas se refiere a la importancia de la liturgia masónica, que define como un sistema de pedagogía social, en el cual Maceo:
(…) fue conformándose una cultura política que se correspondía con su ética familiar, y la interpretación que pudo darle a las ideas allí debatidas pasaba por su prisma de hombre hecho al trabajo y de vínculos populares, por tanto, no hizo una recepción pasiva de las ideas sino un dinámico proceso de evolución y autoafirmación sobre dos bases- y a la vez compromisos- raigales: el pueblo y la patria. (Torres Cuevas: 76)
A los 23 años, Antonio -casado ya con la santiaguera María Magdalena Cabrales y Fernández (20.3.1842)- se incorporó a la Guerra del 68 el 12 de octubre de ese mismo año, en Majaguabo, Oriente. Tras combatir en numerosas acciones de guerra, en las cuales ganó méritos y ascensos militares, y también 21 cicatrices de heridas en combates, el 6 de mayo de 1877 fue ascendido a Mayor General; cuando cumpliría en breve 32 años.
Maceo fue un de jefe militar ejemplar: valiente, capaz, disciplinado y leal. Nunca admitió, ni participó, en sediciones o levantamientos contra el gobierno cubano en armas, institucionalizado y con legítimos poderes. Tampoco aceptó las negociaciones de una parte de los cubanos insurrectos con España; estas se concretaron finalmente en el pacto o Paz del Zanjón.
Con el fin de exponer su posición intransigente al no aceptar ningún acuerdo que no incluyera la independencia absoluta de Cuba y la abolición de la esclavitud, Maceo se entrevistó el 15 de marzo de 1878 con el general español Arsenio Martínez Campos, en Mangos de Baraguá.
Este hecho, cuyo protagonista fue Maceo, ha tenido hasta hoy gran trascendencia política ideológica en el pensamiento independentista: pasó a la historia como la Protesta de Baraguá y constituye uno de los pilares de la moral revolucionaria cubana.
Después, cumpliendo un acuerdo del gobierno revolucionario formado en Baraguá, salió para Jamaica el 9 de mayo de 1878, en busca de apoyo para continuar la lucha. No lo halló y permaneció en el exilio.
Junto a Calixto García Íñiguez promovió y organizó la Guerra Chiquita (1879-1880), pero no logró llegar a Cuba y no participó en ella personalmente.
En junio de 1881 se estableció en Honduras. El 20 del propio mes ingresó en el ejército de la República de Honduras con grado de General de División y ocupó el cargo de jefe de la guarnición de Tegucigalpa. En marzo de 1882 fue nombrado jefe suplente del Tribunal Supremo de Guerra, y en julio de ese año fue designado Comandante de Puerto Cortés y Omoa. Esta experiencia enriqueció su capacidad y conocimientos militares; además incrementó su prestigio internacional y sus relaciones directas con las repúblicas latinoamericanas.
Años más tarde, vivió en Costa Rica, donde llevó adelante una colonia tabacalera, “La Mansión”; allí recibió a trabajadores cubanos ex combatientes del Ejército Libertador. Desde agosto de 1893 colaboró con José Martí y Pérez en el Plan de Fernandina, proyecto insurreccional fallido del Partido Revolucionario Cubano.
El 15 de marzo de 1895 partió de Puerto Limón, Costa Rica, en el vapor Adirondack, acompañado por 22 expedicionarios, entre ellos estaban su hermano, el Mayor General José Maceo y el Mayor General “Flor”Crombet, jefe de la expedición. En las Bahamas, abordaron la goleta Honor para desembarcar por Duaba, Baracoa, el 1 de abril 1895, e integrarse de inmediato al levantamiento antiespañol que se había iniciado en la isla de Cuba el 24 de febrero.
Fue histórico el encuentro de Maceo con Martí y Gómez en el ingenio La Mejorana, ocurrido el 5 de mayo de 1895. Allí se trazó la estrategia a seguir. Maceo quedó al mando de la provincia oriental, dándose a la tarea de organizar sus fuerzas. El 18 de septiembre 1895, la Asamblea Constituyente de Jimaguayú lo eligió y nombró Lugarteniente General del Ejército Libertador.
Desde Mangos de Baraguá, simbólicamente, el 22 de octubre de 1895 salió al frente de la columna invasora hacia Occidente. Al frente del ejército oriental del Ejército Libertador designó a José Maceo. “Con 50 años de edad, Maceo cabalgó, en tres meses, un total de 424 leguas y sostuvo 27 combates.” (Diccionario: T 1, p.296)[i]. La columna arribó a la ciudad de Mantua, Pinar del Río, el 22 de enero de 1896; al día siguiente Maceo levantó un acta dando por concluido este glorioso acontecimiento de la Guerra de Independencia.
En el campamento de Galeón, Matanzas,10 de marzo de 1896, semanas más tarde, se encontró con Máximo Gómez, quien le llevaba una tropa “fresca” de la infantería oriental, bajo el mando del entonces General de Brigada Quintín Bandera. Entonces, allí se acordó la estrategia que determinaría el rumbo inmediato de la guerra. Este fue el último encuentro entre Maceo y Gómez.
A inicios de diciembre de 1896, Maceo se trasladó desde Pinar del Río a La Habana, a solicitud de Máximo Gómez. El Titán de Bronce tuvo la intención de efectuar la toma de Marianao. Sin embargo, el empeño quedó trunco con la muerte de Antonio Maceo y Grajales en el combate de San Pedro, Punta Brava, librado el 7 de diciembre de 1896. En el intento de rescate del cuerpo cayó junto a él Francisco Gómez Toro, capitán, recientemente llegado, e hijo del General en Jefe Máximo Gómez.
El Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba, ya citado, refiere brevemente el itinerario de Maceo:
En la Guerra del 95 ocupó los siguientes cargos: lugarteniente general del EL; jefe de los departamentos Oriental y Occidental; jefe del Ejército Invasor y jefe del 1, 2, 4, 5 y 6 Cuerpos. Como guerrero incansable, se calcula que intervino en más de 600 acciones combativas, entre las que se cuentan alrededor de 200 combates de gran significado. Su cuerpo estaba marcado por 27 cicatrices de guerra, de las cuales recibió 21 en la contienda del 68. (Diccionario: T 1, 295-296)
En torno a la persona histórica de este admirado combatiente cubano -también considerado un estratega político por sus ideas independentistas y antiimperialistas-, existe un amplio conjunto de textos, algunos dados a la luz en la conmemoración de su centenario y sesquicentenario.
Biografías, compilaciones de documentos escritos, o dictados por él a sus ayudantes, entre los que se encuentran tempranamente Papeles de Maceo (Academia de la Historia de Cuba, Imprenta Siglo XX, La Habana, 1942, 2 tomos), ensayos sobre diversos aspectos o etapas de su trayectoria vital confirman el interés en el héroe calificado como el” Titán de Bronce”. En algunos casos, no se verifican los datos o se mitifica la persona real que fue, abusando de la verdad histórica.
En relación con ello, el historiador santiaguero Israel Escalona Chádez, ha realizado un sustancioso y profundo análisis crítico que recomiendo.[ii] En párrafos conclusivos el autor ofrece opiniones muy oportunas que comparto, y con las que cierro este trabajo:
El análisis del tratamiento ofrecido a Maceo devela que, desde su desaparición física, y aún antes, esta figura fue interpretada por diversas manifestaciones artísticas y literarias con una marcada tendencia hacia la ponderación desmesurada y la mitificación, así como por incongruencias, repetición de asertos infundados, reduccionismo, esquematismo y resistencia ante los novedosos avances historiográficos, lo que, a su vez, dificulta su socialización.
Aun cuando sea justo reconocer que la historiografía cubana, de manera general, y gracias a los avances experimentados por los estudios históricos en las últimas décadas, ha comenzado a revertir la tendencia hacia el tratamiento apologético, la ponderación excesiva y el uso de calificativos enaltecedores, es preciso continuar trabajando en esa dirección… es ineludible trasmitir una visión más realista de Antonio Maceo. (Ibarra Guitart: 233)
Bibliografía:
[i] Centro de Estudios Militares, MINFAR: Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba, Editorial Verde Olivo, 2001, Tomos I-IV.
[ii]Israel Escalona Chádez: “De “imagen congelada” a renovación historiográfica. Reflexiones sobre Antonio Maceo en la historiografía cubana”, en: Jorge R. Ibarra Guitart, coordinador: Maceo en el tiempo. Acción, pensamiento y entorno histórico, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2015, pp. 209-235,
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