Sin dudas vivimos en un tiempo extraordinario: en este confluyen la lucha heroica contra la pandemia de Covid-19 en Cuba -desarrollada por los trabajadores de la salud, bajo la orientación del Partido Comunista de Cuba y la dirección del gobierno central del Poder Popular, contando con el apoyo del pueblo batallador y consciente- y el combate sistemático e infatigable por sostener firmemente levantadas, en un solo haz, todas las banderas de lucha de la Revolución Cubana.
Tiempo de continuas muestras de heroicidad del pueblo cubano en la consolidación y defensa de la nación y su proyecto de desarrollo socialista, se resumen en estas primeras dos décadas del siglo XXI. Ello nos induce a leer y releer, críticamente, acerca de la gran epopeya librada durante 30 años de guerras por la independencia de Cuba en la segunda mitad del siglo XIX (1868-1898), una parte muy importante de nuestro valioso legado histórico e ideológico en el presente. También, nos estimula a ahondar y comprobar conocimientos sobre ese proceso fundacional y sus personajes legendarios; en este caso, me acerco intencionalmente a los de piel negra.
En un artículo anterior,[i] sugerí la necesidad de abrir un amplio panorama que ahondara en la historiografía referida al tema de los Generales negros que obtuvieron estos títulos durante la Guerra de Independencia (1895-1898), en los últimos años del siglo XIX. Ofrecí mis razones para tal propuesta.
No obstante, me parece necesario recordar y subrayar que el conocimiento de la Historia de Cuba impartido entre nuestra población escolar infantil y juvenil, no pocas veces resulta escaso, o de calidad insuficiente; esto depende mucho más del interés y preparación de los maestros o profesores, que del programa organizado institucionalmente para cada grado o nivel escolar.
Por tanto, en mi opinión, insistir en la divulgación de los hechos, procesos, personajes de nuestra historia, utilizando como recurso principal todos los medios de comunicación masiva posibles, incluyo entre estos la prensa digital. No resultará vano, muy al contrario, cumpliría el objetivo central de fomentar un ambiente de cultura histórica, en el cual sería natural abundar y profundizar en una materia esencial para la formación de la personalidad y cultura individual de las nuevas generaciones de cubanas y cubanos; contribuiría a despertar y alimentar en ellos el sentimiento patriótico, una de las virtudes imprescindibles para el cabal desempeño del ciudadano o ciudadana en la vida civil y/o militar de la sociedad cubana contemporánea.
Conocer el ejemplo de personalidades reales, que vivieron y templaron su voluntad en tiempos difíciles en extremo, bajo condiciones de sobrevivencia muy hostiles, pero con ideas claras en torno a la independencia de la Patria, al valor de su libertad individual y de la colectiva del pueblo cubano, a la lealtad inquebrantable a los principios organizativos básicos de la lucha armada que libraban con el fin de conquistar el ideal de ¡Cuba libre!, a pesar de ser gran parte de ellos analfabetos y carecer de riquezas materiales que defender y proteger[ii], constituye una preciosa guía para desarrollar intelectual y moralmente a los adolescentes y jóvenes de hoy y mañana.
Mangoché o José Isabel Herrera, encarna una de esas personalidades a las que hice referencia anteriormente. Él fue, en 1896, un soldado adolescente de 15 años, o menos edad, nacido al sur de La Habana -en el pueblo de San Felipe-, de piel negra, muy humilde, analfabeto. Se incorporó por voluntad propia al Ejército Libertador el 15 de septiembre de 1896. Peleó como soldado raso, con hambre, a veces vestido solamente con un simple taparrabo o desnudo; con o sin armas, con o sin caballo, a pie; logró en 1898, concluir, vivo, su dura experiencia de la guerra. Recibió a cambio un pago miserable de 75 pesos por los tres años de servicio activo, amén de la más ingrata desatención y olvido, como joven veterano, por parte de los gobernantes de la primera República.
José Isabel aporta su valioso testimonio histórico 50 años después, en un libro guerrero elaborado con esfuerzo y tesón por él mismo: Impresiones de la Guerra de Independencia, que fue publicado por vez primera en junio de 1948, cuando ya él era viejo. Su obra nos relata los numerosos combates en los cuales participó directamente en el territorio del sur habanero; es fiel a lo que él vivió y vio, va salteando sus páginas con agudas reflexiones, posiblemente construidas a lo largo de muchos años de recuentos, de compartir sus memorias y opiniones con otros soldados veteranos, a quienes menciona e indica su localización, como prueba de la fiabilidad de su historia, similar a las de otros miles de soldados cubanos (de piel negra o blanca, pobres) que se encontraban bajo el mando de nuestros Generales negros.
Al inicio del libro “a manera de prólogo”, José Isabel se identifica: “Relato verídico narrado por el soldado del Ejército Libertador José Isabel Herrera, Mangoché, perteneciente al Regimiento Calixto García, creado por el coronel Aurelio Collazo.” (Herrera: 1) Y, con ingenuo pudor, dejó bien claro al lector, que lo que presenta no es una obra literaria.
El libro fue puesto a la consideración de la Editorial de Ciencias Sociales por el doctor Fernando Martínez Heredia, según informa Luis M. de las Traviesas Moreno en su “Nota editorial a un testimonio de Campaña”, y con posterioridad aprobado, editado y finalmente publicado en 2005.
Francisco Pérez Guzmán, historiador militar cubano de gran prestigio, le hizo un comentario a la obra de Mangoché en la citada edición, titulado “De la mano de Mangoché”, a modo de presentación de la misma. Sus opiniones, como especialista, tienen mucho valor historiográfico; también, porque fue un buen conocedor de aquel libro, el cual ya había citado entre las fuentes bibliográficas de una de sus obras tempranas, La Guerra en La Habana Desde enero de 1896 hasta el combate de San Pedro (Editorial de Ciencias Sociales, Ciudad de La Habana, 1974).
Justamente, en el texto antes citado, Capítulo I “La guerra en la provincia de La Habana, del 7 de enero hasta el 7 de diciembre de 1896”, Pérez Guzmán realizó un amplio y profundo análisis de ese período de la Guerra del 95, para mí fue el marco ideal para ubicar la obra de Mangoché. En especial, el historiador destacó la creación de las fuerzas combatientes integradas por habaneros y dirigidas por generales y otros altos oficiales de esa provincia formados bajo el mando del Generalísimo Máximo Gómez Báez, así como las tácticas de “guerra de guerrillas”, que se emplearon conforme a la estrategia diseñada por el mismo Gómez, para el caso particular de la guerra contra los españoles en La Habana (Pérez: 32-38 y 46).
Mangoché, no fue la excepción dentro de las filas del Ejército Libertador; en su relato consta la presencia de alrededor de una veintena de adolescentes negros, casi niños, que combatieron y murieron, en su mayor parte, cerca de él. Eran auxiliares de oficiales de cierta jerarquía, a quienes aprendieron a admirar por su hombría, bravura y lealtad.
Las frases finales del libro de Mangoché, después de contarnos y opinar sobre el final ingrato de los soldados desmovilizados del Ejército Libertador en agosto de 1898 - que pasaron a ser desempleados y sufrir miseria-, nos ofrece la medida de los sentimientos patrióticos que lo acompañaron, tanto en la guerra como en la vida civil, durante la creación de su obra: “Ejemplos para los buenos cubanos y para los soldados actuales que no deben reparar en sacrificios, todo ahora y todo luego por la Patria: ¡Viva Cuba Libre! Un Mambí.
No considero que deba añadir más argumentos para respaldar mi proposición inicial.
Verdaderas personalidades y figuras heroicas, poco o nada conocidas, llenas de ética y estética revolucionarias, desfilan en las páginas de historia patria que se acumulan en los anaqueles de mi biblioteca casera.
Apasionantes análisis de procesos altamente complejos, como fueron nuestras guerras de independencia, se sintetizan en textos aún poco visitados o revisitados por el público general, o no especializado en el tema, como son los capítulos escritos por el mismo Pérez Guzmán en el tomo debido al Instituto de Historia de Cuba: Las Luchas por la independencia nacional y transformaciones estructurales 1868-1898 (Editorial Política, La Habana, 1996, cap. IX y X), o su excelente estudio, unido en la autoría al doctor Rodolfo Sarracino Magriñat, de La Guerra Chiquita una experiencia necesaria, Editorial Ciencias Sociales, 1982 (Premio Nacional de la Crítica de Publicaciones de las Ciencias Sociales), por mencionar tan solo un par de ejemplos de la brillante trayectoria investigativa y literaria del iluminado historiador y amigo, infelizmente fallecido hace algún tiempo.
[i] “Los Generales negros de la Guerra de Independencia (1895-1898)” por LOHANIA ARUCA ALONSO | Periódico Cubarte | 21 Mar 2021 / http://www.cubarte.cult.cu/periodico-cubarte/los-generales-negros-de-la-guerra-de-independencia-1895-1898
[ii] Francisco Pérez Guzmán, Radiografía del Ejército Libertador (1895-1898), Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2005. El estudio de una muestra de 36,133 soldados del Ejército Libertador avala la siguiente opinión del autor: “Las profusas evidencias aseveran como en los oficiales y en el resto del Ejército Libertador, la ilustración trazó una línea divisoria entre quienes poseían una cultura literaria, artística, jurídica, filosófica, histórica y científica, y una gran mayoría de soldados, clases y suboficiales, en la cual predominaba el analfabetismo y de una oficialidad cuya gran parte declaraba saber leer y escribir, pero no pocos presentaban serias dificultades con la gramática y el lenguaje oral” (Ver: p. 91).
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