Un día como hoy del año 2016, concluyó el rodaje del filme Los buenos demonios, del realizador cubano Gerardo Chijona.
El elenco goza de la maestría de actores como Isabel Santos, Aramís Delgado y el recientemente desaparecido Enrique Molina, uno de los pilares indiscutibles de la valía de muchas realizaciones televisivas y cinematográficas cubanas.
El protagónico lo encarna Carlos Enrique Almirante, Tito, y otros personajes son muy bien defendidos por Yailene Sierra, Alicia Hechavarría, y Vladimir Cruz.
El equipo de realización está integrado por Daniel Díaz Ravelo, en la producción; Miriam Talavera, en la edición; Alexis Álvarez, es el director de arte; Laura Díaz la diseñadora de vestuario; Edesio Alejandro es el autor de la música original para la cinta, y el sonido es de Jorge Luis Chijona.
La fotografía es de Raúl Pérez Ureta, Premio Nacional de Cine 2010, fallecido este año, el 3 de marzo; en cuanto a este trabajo, Chijona le precisó al artista del lente que quería una Habana luminosa, brillante y bella, y así la captó el maestro.
La cinta parte de un guión escrito a dos manos por el cineasta cubano Daniel Díaz Torres (La Habana, 31 de diciembre de 1948-16 de septiembre de 2013) y Alejandro Hernández, egresado de la Facultad de Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) del ISA, autor de la novela Algún demonio, que le dio la base.
En un encuentro con la prensa al momento del estreno de la película, Chijona aseguró que la cinta conserva la mirada de los guionistas, pero que los convenció para darle un tono de comedia a algunas escenas que no lo tenían y cambiar el final.
A propósito relató que un buen día se le ocurrió la idea para el fin porque sabía que Isabel Santos podía hacer una escena como esa, que es un plano secuencia de 4 minutos con la cámara acercándose a ella, algo muy difícil para cualquier actor.
En variadas ocasiones, el cineasta ha confesado que su método de dirección de actores es la búsqueda de los sentimientos, algo que en esta película le fue difícil porque la considera fría, austera, distante, con planos largos; la cámara entra poco por lo que tuvo que adaptarse a este estilo; luego confesó «aprendí en esta película a callarme la boca y a escuchar a los actores».
Los buenos demonios, ofrece una visión humana de la realidad, centrándose en los conflictos entre los individuos, más que entre el individuo y sus circunstancias, las cuales están como telón de fondo; el realizador explora algunas zonas de silencio que están casi invisibles en la realidad y aborda temas medulares como la crisis de valores de los jóvenes cubanos; los personajes aparecen con una escala de valores completamente distinta y cada uno con su propia interpretación de la realidad y su verdad, por lo que Los buenos… enfoca la realidad con espíritu crítico y reflexivo.
Enrique Molina, en el mencionado encuentro con la prensa, expresó la satisfacción de haber participado en este filme y se refirió a la complejidad de su temática, que puede servir, apuntó «para una gran reflexión; creo que la película se ha hecho con mucha valentía».
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