El viento y el agua, como fuentes inagotables de energía que el Feng Shui pondera y que Flora Fong ha trasladado a sus obras, debieron rodearla desde el nacimiento, ocurrido en plena temporada ciclónica aquel 8 de noviembre en la hermosa ciudad de Camagüey.
A ese fenómeno de la naturaleza dedicó la artista una de sus más valiosas series: Remolinos y ciclones, conjunto de lienzos en los que es apreciable la transformación experimentada por su estilo en la década de los años 80, al ir incorporando elementos de la caligrafía y del paisaje chinos que la trasladaban a la tierra de sus ancestros.
Ese apropiarse de aspectos del dibujo y de la composición característicos de la pintura del país asiático, ha sido uno de sus rasgos distintivos en la Isla, omnipresente en su quehacer a través de exponentes de la flora nacional, como las palmas, los plátanos, los manglares o los girasoles.
La naturaleza en su conjunto y las señales de alarma que crecen ante el deterioro a que la somete el hombre, ocupan en los últimos tiempos parte importante en la obra de Flora Fong, representante de la llamada generación de los años 70 y una de las más relevantes figuras de las artes visuales cubanas en la actualidad.
La escultura, el grabado, la cerámica, la ilustración de libros y el diseño textil les han servido, además de la pintura y el dibujo, para expresar una sensibilidad que se trasluce en esa mezcla de fuerza y serenidad que fluye de sus piezas.
Con el viento y la lluvia azotando nuevamente al Verde Caimán, arriba la artista a un año más de vida. Que sirva esa energía para alimentar su creatividad y se haga aún mayor el legado que ya deja a nuestra cultura.
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