La noticia, anunciada anoche en «el estelar», llega como un mazazo. Murió el destacado humorista Héctor Zumbado —La Habana, 1932— y aunque desde hace años el multifacético escritor estaba apartado de la prensa y de los escenarios, no deja de sobrecoger su pérdida.
Juventud Rebelde, desde las páginas del suplemento humorístico dedeté, tuvo en él a uno de sus más ingeniosos creadores, ese que con su criollísimo sentido del humor arremetió contra la burocracia, el mal gusto, la chabacanería y el facilismo.
Tal era su eficacia y carisma para comunicar que artistas de la talla de José María Vitier no dudaron en darle la «responsabilidad» de presentar sus recitales.
Precisamente —el Premio Nacional del Humor—, allá por el año 1984, en la apertura de una función del Conjunto Nacional de Espectáculos de Virulo, prometía, con la ironía que lo caracterizaba: «ser más amable con esos queridos burócratas que nos alegran la vida inventando modelitos, planillas, circulares y extrañas disposiciones…».
Y más adelante, en su habitual juego de palabras, manifestaba su propósito de ser «más tolerante con los taxistas que se detienen, sonríen y se van; con los dependientes de tiendas que están, que parece que están, pero no están; con algunas producciones de la industria nacional que no se detienen, que no se acaban, que nunca se van».
Todavía figuran en muchos hogares cubanos y de Latinoamérica las páginas ya amarillas, envejecidas por el tiempo, de sus clásicos libros: ¡Compañía atención!, 1976; Limonada, 1979; Amor a primer añejo, 1980; Riflexiones, 1980; El american way (Humor), 1981; ¡Esto le zumba!, 1981; Prosas en ajiaco, 1984; Kitsch, kitsch, ¡bang, bang!, 1988. Este último todo un tratado de estética que bien pudiera ajustarse a las realidades de estos tiempos con solo sustituir personajes y espacios.
Para suerte de los cubanos, sobre todo de los más jóvenes, en el 2012 el escritor y humorista Antonio Berazaín publicó el texto Un zoom a Zumbado.
El Bera, como se le conoce, además de hacer una excelente selección entre las 1 498 páginas publicadas por H. Zumbado a lo largo de su vida, analiza el contexto en que fueron escritos y explica cómo nacieron muchas de sus profundas y sorprendentes frases. Manera esta de no olvidar a un imprescindible de la cultura cubana.
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