Resultaría inarmónico en una Jornada de la Cultura Cubana no aludir a las hermanas de “La Bayamesa” que devino “símbolo de la nación” y cuyo nacimiento significa el eje de estas celebraciones. Nos eleva a las intensidades más fecundas, nos imanta a la coherencia, por fe, esperanza y amor, de un devenir-nosotros, acercarnos a esa triada de melodías, con sus líricas claves de cubanía.
“La Bayamesa” primera tuvo una autoría compartida, Carlos Manuel de Céspedes y Francisco Castillo Moreno co-crearon la música y José Fornaris de Céspedes, aportó la letra. De tan patriótica comunión nació una canción romántica, hecha para reconquistar a una mujer hermosa, Luz Vásquez, hermana de Isabel Vázquez, quien fue luego la esposa de Perucho Figueredo.
Pancho que no soportaba un día más alejado de quien amaba, fue en búsqueda de sus dos amigos poetas, para componer una canción capaz de conmoverla. Tan pronto estuvo lista, contrataron a un tenor, y acompañándose de guitarra y violín, la madrugada del 27 de marzo de 1851, interpretaron frente la ventana de Luz la que se considera la primera canción cubana.
Poco después del 10 de octubre de 1868, con la música de “La Bayamesa” dedicada a Luz, se cantaron versos patrióticos, que aludían las ansias independentistas que bullían en el Oriente cubano. Algunos refieren una autoría anónima, otros se los atribuyen al poeta José Joaquín Palma, primer redactor de El Cubano Libre y autor del Himno Nacional de Guatemala.
Para La Jornada de la Cultura del 2018, fue estrenado el videoclip de una versión contemporánea del hermoso tema de 1851, en la interpretación de Eduardo Sosa, Annie Garcés y Luis Franco, acompañados de la agrupación de Cimafunk. El rodaje y la realización del audiovisual corrieron bajo la dirección del multipremiado Joseph Ros.
A propósito de su estreno el trovador santiaguero Eduardo Sosa, quien viene interpretando el tema por más de 20 años, señaló que el arreglo parte de la letra y la línea melódica original, a la que le ha incorporado “pequeños giros y melismas, con un aire renovado”. Consciente de que lo sagrado solo puede ser tocado por manos responsables, integró a su interpretación a Annie y a Luis Franco, quienes “tienen un trabajo muy respetuoso con la música cubana”.
Del videoclip, filmado en los Estudios Fílmicos Cubanacán, es destacable la fotografía y la ambientación de la época. El equipo de realización consiguió componer postales vivas, con elevado simbolismo y una atmósfera equivalente a la que irradió aquella noche del 12 de enero de 1869; el Bayamo insumiso que tres meses antes había entonado por vez primera las notas de la segunda bayamesa, hoy Himno Nacional.
Aunque en su momento anoté ciertas opiniones críticas del audiovisual, comparto, con Annie y Sosa, que se “va a seguir hablando de La Bayamesa por mucho tiempo. Lo más hermoso es que las nuevas generaciones descubran esta canción que forma parte del patrimonio sonoro e histórico de la nación, que ahora escuchamos recreada de esta manera más contemporánea, pero que sigue siendo La Bayamesa de Céspedes, Castillo y Fornaris”.
En el centenario de la primera interpretación publica de “La Bayamesa” de Perucho Figueredo, el pueblo de Bayamo, en masa, salió a despedir al genial Sindo Gumersindo Garay y García. En la que es hoy la Casa de la Cultura se veló por algunas horas el cadáver del autor de “Mujer Bayamesa”.
La bayamesa de Sindo es uno de los temas más cantados de la historia de la trova cubana. Era también la preferida del juglar santiaguero. Nació, con letra y música, una madrugada de 1918 en el patio de la casa de Eleusipo Ramírez, situada en la calle Manuel del Socorro de Bayamo. El trovador santiaguero pasaba en la cuna de nacionalidad cubana una de sus largas temporadas de fiesta en fiesta y de serenata en serenata. Contaba investigador Lino Betancourt que hubo una noche en que “Mujer Bayamesa” se interpretó en todos los cafés y peñas de Bayamo hasta el amanecer, con tanto ardor que Sindo dijo al final de la jornada que al morir quería que su última morada fuese allí, en la cuna de los autores de las dos primeras bayamesas.
A finales del 2018, 100 años después de ser creada, el MINCULT nos regaló el videoclip que recreaba una versión magnífica, interpretada por la musicalísima Beatriz Márquez, acompañada al piano por Alejandro Falcón. De su realización se encargó Ángel Alderete quien construyó una historia romántica, contextualizada en los años de lucha urbana contra la dictadura machadista. Es sugerente el destaque cromático de las protagonistas, con sus vestidos en rojo y azul, sobre una paleta predominantemente en blanco y negro.
Contrastan las estrategias asumidas por Joseph Ros y Ángel Alderete para actualizar las respectivas bayamesas. Más allá del sello personal que le imprimen sus autores, una se estructura desde lo simbólico y fotográfico, la otra desde la más tradicional narrativa. La del más joven realizador se apoya en lo que hereda de la Plástica el Videoclip, y en lo que hereda del Teatro, la recreación de Alderete.
Las dos, realizaciones loables para una necesaria revisita a las tradiciones, pilares de nuestra identidad nacional, para que al decir martiano las “entonen todos los labios” las “guarden todos los hogares”, y, sobre todo, para que sigan espoleando “la sangre en las venas juveniles”.
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