Para los cubanos que amamos la Patria y queremos lo mejor para ella, la virtud, conlleva, según el concepto martiano, los valores de fidelidad, lealtad y constancia. Con ello, queremos decir, que todo maestro verdadero, asume esos tres valores y los hace suyos, con el firme propósito de dejarlos sembrados en sus alumnos.
Cuando profundamente consternados nos llegó la noticia de la desaparición física de Fidel, lo sentimos una vez más, como el gran creador que, entre otras muchas cosas, condujo a nuestro pueblo a proclamar a Cuba como Territorio libre de Analfabetismo, aquel día 22 de diciembre de 1961, fecha que dedicó la dirección de la Revolución, al Día del Educador.
Hoy retumban con más fuerza aquellas palabras de Fidel:
“Ningún momento más solemne y emocionante, ningún instante de legítimo orgullo y de gloria, como éste en que cuatro siglos y medio de ignorancia han sido derrumbados”.
Gran emoción embarga también a nuestro pueblo, en este Aniversario 55°de la Campaña de Alfabetización.
Y ahora, ¿qué será lo que tendremos que hacer?
Debemos mantenernos unidos, perfeccionando cada día, nuestro sistema educacional. Fidel espera los mejores esfuerzos, para alcanzar logros superiores en todos nuestros centros de estudios.
Al nacer, el hombre, es un organismo presto a desarrollarse en los órdenes físico y sicológico. Alimento para el cuerpo y para el alma. La familia es la primera fuente de conocimiento de un infante. Después, la Escuela y la Sociedad en su conjunto. Al decir hombre, entiéndase todo ser humano, mujer u hombre, frente a la vida, espera que se le prepare para una existencia que exige un adiestramiento permanente.
Atendiendo a lo que acabamos de decir, resulta que maestros somos todos, los padres, la familia en general, el llamado personal docente y cualquier persona que asuma el magisterio como la responsabilidad única, de trasmitir las más sanas y útiles experiencias acumuladas a lo largo de su permanencia en este mundo.
La batalla por erradicar el analfabetismo, es prueba elocuente de ello. El pueblo, desde las más tempranas edades, estuvo dispuesto a enseñar a leer y a escribir. Muchos de aquellos brigadistas se hicieron maestros y buena parte de ellos son aún, muy buenos maestros.
Hay que distinguir, la diferencia conceptual entre educación e instrucción. La educación es la formación humana de los sentimientos, mientras que la instrucción, tiene que ver especialmente con los pensamientos. Sin embargo, ambas acciones tienen una fuerte relación. Todo buen maestro, no descuida ni lo uno, ni lo otro. El objetivo de lograr una formación sólida e integral en los alumnos, es para que puedan vivir a plenitud y con generosidad de espíritu.
Fidel nos seguirá acompañando para proteger todos los planes y programas docentes que nos hemos propuesto y lograr una sociedad más justa, más alerta y socialista, a la distancia de noventa millas del imperio más peligroso del mundo.
Estudiar nuestra historia, desde sus inicios, hasta nuestros días, es asunto de suma importancia. Y no solo estudiarla, sino trasmitirla de generación en generación, para que no se olvide, y además de nuestra historia, la Historia universal, con sus grandes acontecimientos que permiten conocer mejor a los hombres y a los pueblos.
Para un buen maestro, el conocimiento de la historia en general le allana muchos caminos para preparar estrategias que contribuyan al desarrollo educacional de sus alumnos. En cualquier asignatura, muchos de los hechos históricos más significativos, podrían servir para preparar, con buenos resultados, las clases en nuestras escuelas y en todos los niveles de enseñanza.
Este formador de conciencias, que es el maestro, no debe olvidar los temas ecológicos. El mundo avanza hacia una cruel catástrofe, si los que lo habitamos no nos ponemos de acuerdo para salvar su naturaleza. Esto no tiene discusión. Cuidar el medio ambiente en todas sus formas es misión esencial de un profesor de estos tiempos. El propio Fidel nos lo ha advertido en diversas ocasiones.
Avanzar con inteligencia hacia el futuro, conocer hasta donde sea posible el fenómeno de la globalización y el desarrollo de las tecnologías, le permite también a cualquier mentor aprovechar las posibilidades que brindan los nuevos tiempos; para saber interpretar, utilizar hábilmente y aplicar todo lo que contribuya a la mejor formación de estudiantes de esta época, sin descuidar el legado que fueron dejando los que nos antecedieron.
El maestro es gran artista de la palabra y de la idea. No puede ser de otra forma. La creatividad es esencial en el proceso de enseñanza- aprendizaje. Prepararles a los alumnos una buena motivación en la clase, ya sea sobre un tema científico, literario o artístico, resulta una buena vía para conducir el conocimiento con maestría y profesionalidad.
Un buen maestro no da una clase igual todos los días. Cada clase es un ejemplo de su potencialidad creadora. Los alumnos siempre ven algo nuevo en cada encuentro. Es algo que atrapa y convence.
Le interesa al mentor, elevar su cultura. No importa la asignatura que imparta. Un profesor o profesora de matemáticas, si sabe de artes plásticas, de música o de ballet, mucho mejor. Su horizonte cultural es tan amplio que sus alumnos se animan a conversar con él o con ella. Es una hermosa forma de intercambio de conocimientos donde todos resultan beneficiados. Muchos profesores no se circunscriben exactamente a su materia, van mucho más allá y eso resulta muy reconfortante.
El educador es fiel a su condición profesional, a su Patria, a su Historia. Es leal consigo mismo, con sus alumnos y con su pueblo. Su permanencia lo distingue, lo protege y lo exalta. Entregarse al magisterio a corazón pleno y con la convicción del deber cumplido, es sencillamente una vía para llenar el alma de una satisfacción infinita.
La virtud de ser un buen maestro, lo hace alcanzar la grandeza.
No hay grandeza verdadera, decía Martí, sin sencillez y generosidad.
En este 22 de diciembre, honramos a todos los educadores y de manera muy significativa a Fidel, nuestro Educador Mayor.
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