Han transcurrido muchos años -56- toda una vida para buena parte de nuestra población, sin embargo, la epopeya escrita por el pueblo cubano durante los días del enfrentamiento a la invasión mercenaria organizada y respaldada por Estados Unidos en las arenas de Playa Girón, que culminó con la primera derrota armada del imperialismo en América Latina desde su única patria socialista hasta hoy, es una victoria que retumba como verdad incuestionable para nuestro pueblo.
Simultáneamente significa una esperanza latente para el resto de los países del continente y del mundo, cuyas mayorías siguen sufriendo las consecuencias de vivir en un mundo desigual, donde el imperio es cada vez más poderoso y agresivo, exhibiendo una realidad que es imprescindible transformar, no ya para alcanzar la liberación nacional en numerosos países de nuestro planeta, sino para salvar a la especie humana de una catastrófica e impuesta desaparición.
Un acontecimiento como ese también tuvo eco en el Palacio de los Torcedores, sede del Museo Nacional de los Trabajadores Cubanos.
El Salón de Actos del Palacio, que exhibe toda su hermosura tras una valiosa reconstrucción que le devolvió su originalidad cuando está próximo a cumplir un siglo de existencia, fue el lugar adecuado para que los trabajadores y la comunidad centro habanera recordaran aquella gesta heroica del pueblo cubano, que consolidó para la historia la permanencia de la Revolución Cubana.
El
Museo acogió dos actividades, ambas con la presencia del Asaltante al Moncada y
asiduo colaborador del Museo, Alejandro Ferrás Pellicer. En ellas, precisamente
desde la historia popular, se reconoció a algunos de sus héroes, y sirvió al
enriquecimiento cultural y patriótico de sus asistentes.
La primera, dedicada a las mujeres, tuvo un auditorio conformado especialmente por estudiantes de las secundarias básicas Rubén Martínez Villena y Mártires de Humboldt 7, junto a residentes de la comunidad. En la misma, dos compañeras, de larga trayectoria revolucionaria y científica, ofrecieron una importante información histórica sobre hechos y figuras cuyo legado necesita ser conocido, honrado y seguido por las generaciones actuales: Gladys García Moreno, quien fuera miembro del Batallón de Mujeres Lidia Doce, institución armada miliciana femenina, y Maritza Martínez Martínez, destacada investigadora del Instituto de Literatura y Lingüística.
Gladys García, integrante de aquella institución armada miliciana femenina que nutrida especialmente por mujeres jóvenes, libró importantes batallas defensivas durante sus años de existencia, se refirió, en emotivo testimonio, a sus misiones durante los días del ataque enemigo por Playa Girón. Explicó que, cuando la casi totalidad de las fuerzas armadas existentes en aquel momento en La Habana, incluida la policía, fueron trasladadas hacia los escenarios bélicos, las milicianas Lidia Doce, en su mayoría muy jóvenes, fueron responsabilizadas con el mantenimiento del orden interior en la ciudad.
Dicha protagonista narró cómo, bajo la dirección del hoy Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, tuvieron, entre sus principales misiones, junto al batallón de Las Marianas, la custodia de todos los contrarrevolucionarios residentes en La Habana, que fueron retenidos en la Ciudad Deportiva hasta el final de la contienda, a fin de neutralizar cualquier acción de apoyo que pudieran realizar a los invasores, junto a otras acciones revolucionarias para el mantenimiento del orden en la ciudad.
Ya en el ámbito comunitario, la investigadora Maritza Martínez se refirió a las hermanas Aurora y María Villar Buceta, destacadas intelectuales y luchadoras revolucionarias que, nacidas en Matanzas, se trasladaron tempranamente hacia el actual municipio Centro Habana, donde realizaron sus principales aportes a la educación, la cultura, el periodismo y a las luchas sociales y políticas que se libraron desde tiempos de Machado hasta su desaparición física ya después del triunfo revolucionario.
Esta acción dejó un saldo muy positivo, ante todo, entre los jóvenes estudiantes asistentes que, atentos y hasta emocionados, recibieron una importante visión de una etapa histórica que no vivieron pero que pudieron escuchar a través de dos de sus participantes.
La segunda actividad, fue ocasión para que legendarios combatientes de Girón, y otros participantes, ofrecieran, en un fructífero conversatorio, algunas de sus vivencias durante aquella gesta. En ella participaron los miembros de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, y miembros actuales de la Policía Nacional Revolucionaria, pertenecientes a la unidad Zanja, de Centro Habana, así como vecinos del Museo.
Ramón González, conocido por el sobrenombre de “Zukov”, entonces jefe del Batallón 339 de la milicia de Cienfuegos, quien diera la voz de alarma avisando el inicio de la invasión mercenaria, narró mucho de lo vivido por aquel primer grupo de combatientes que enfrentó al enemigo, demostrativas del esfuerzo y patriotismo de aquellos hombres que no dudaron en repeler el ataque desde su propio inicio, a fuerza de valentía y entrega, como demostraron sus caídos en aquel combate inicial.
Esteban Sánchez García, del Bon. 113, otro de los testimoniantes, se refirió a la importancia que tuvo la experiencia de confraternizar con los campesinos en la zona para el triunfo en aquellas batallas, e inclusive, para el futuro de la unidad revolucionaria, en lo defensivo y en lo político, mientras Fabio, combatiente del Batallón 114, quien habló detenidamente sobre distintos momentos de aquellos combates, narró la anécdota de un maestro voluntario, hecho prisionero por un mercenario, le preguntó qué hacía allí y el muchacho le respondió que enseñar. A la interrogación de si era comunista, el joven le dijo que no, pero al preguntarle si era fidelista, la respuesta del joven de 15 años fue afirmativa. Ante esa declaración, el soldado enemigo le dijo que todos los que eran fidelistas eran comunistas. El joven maestro no vaciló en su réplica, afirmándole que entonces sería comunista sin saberlo, pues él era fidelista.
Impactantes resultaron los testimonios del destacado combatiente revolucionario internacionalista Víctor Dreke, quien desde aquel año de 1961 ha estado en la primera línea de la representación y defensa de la patria.
Resultó muy interesante el análisis hecho por Dreke quien, además de referirse al significado de la lucha contra bandidos, aportó importantes elementos en relación con la adhesión de los trinitarios al proceso revolucionario y su participación en aquella contienda, subrayando la falacia de la propaganda que se hizo entonces acerca de que muchos trinitarios eran contrarrevolucionarios, vindicando la actitud revolucionaria de su mayoría en aquellos acontecimientos y en general ante el proceso revolucionario.
La presencia de la mujer en aquellas históricas lides se destacó en la presencia de un grupo de mujeres que entonces eran jóvenes maestras voluntarias, especialmente, en el testimonio de Gladys Martínez, quien explicó su decisión de llevar a sus alumnos a ver a los mercenarios, y ante ellos, les explicó que habían llegado a Cuba para destruir la Revolución y asesinar a niños y adultos sin compasión. Gladys explicó que, como resultado de sus explicaciones, varios de los mercenarios comenzaron a llorar.
Es importante destacar que en esa actividad se acordó crear en el Museo una cátedra de Historia de Cuba a fin a sistematizar los estudios históricos sobre diversos temas y su divulgación comunitaria, especialmente para las jóvenes generaciones, quienes asisten con frecuencia a las actividades de la institución.
De este modo, en medio de importantes anécdotas y valoraciones que enriquecieron el patrimonio testimonial de la biblioteca del Museo, se rindió homenaje útil y actual a ese icónico momento de la Revolución Cubana.
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