Una vez más el espacio Café literario Aire de Luz al cual convoca, mes tras mes, la prestigiosa escritora Basilia Papastamatíu, demostró la excelente valía de las generaciones de poetas cubanos surgidos en las últimas décadas.
Como de costumbre, el Centro Cultural Dulce María Loynaz, fue sede propicia para dicho encuentro auspiciado por el Instituto Cubano del Libro y que, en esta ocasión, tuvo el gusto de recibir a dos connotados poetas cubanos: Yanira Marimón y Edel Morales.
En el caso de Yanira, la poetisa Papastamatíu destacó en ella que “pertenece a una familia de notables poetas (…) lo que significa de por sí un gran desafío creativo. Pero afortunadamente, esa vocación de alguna forma heredada, no la subordinó en lo creativo. Ha logrado una voz propia, personal, muy distinta a la de los otros poetas de la familia. Su poesía se ha mostrado al principio muy atada a la subjetividad, experiencias personales de la autora —algunas particularmente dolorosas— e incluso, por momentos, con una función claramente catártica, aunque paulatinamente se ha vuelto más reflexiva, la remembranza se ha vuelto meditación. Un intento de aprehender el sentido del ser y de las cosas en el mundo, quizás, porque si nos explicáramos la vida podríamos aceptarla mejor. Sus versos, por otra parte, de un lenguaje escogido, depurado, evitan la oscuridad metódica (…) aspiran a una comunicación clara y directa con el lector”.
Acerca de la obra poética de Edel Morales, enfatizó en que la primera impresión que recibe el lector “es la de estar ante un autor que se toma muy en serio su trabajo creador, al que se entrega por entero. Por eso aún cuando parece aludir en una buena parte de sus poemas, a temas cotidianos, familiares, de su intimidad, o a percepciones efímeras del paisaje y de la realidad circundante, la suya siempre es una poesía que no se resigna a impresiones de superficie. Él aspira a calar hondo, por lo que logra una carga conceptual que acompaña al efecto estético. Nada es gratuito, ni frívolo, pues en sus versos todo tiene una significación. Invita a los lectores a seguirlo en sus indagaciones ontológicas y búsquedas del sentido de todo lo que ha visto, sabido o experimentado”.
“Que hay en la poesía una comunicación de misterio es indiscutible: una comunicación que no es posible traducir al lenguaje científico ni al lenguaje corriente. Los grandes poetas lo son porque logran captar el misterio en el arte.” [1]Misterio que enriquece la escritura en verso de autores como Yanira y Edel, repleta de una gran carga emotiva y belleza existencial.
[1] Camila Henríquez Ureña. Invitación a la lectura. Editorial Félix Varela. La Habana, 2006.
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