El happy end de la novela Dos caras, estrenada en Brasil en el 2007, escrita por Aguinaldo Silva, con la colaboración de Gloria Barreto, María Elisa Barredo, Izabel de Oliveira, Nelson Nadotti, entre otros, y dirigida por Claudio Boeckel, Ary Coslov, Miguel Rodrigues, Pedro Carvana y Gustavo Fernández, y Wolf Maya como director general, echó mano a clichés de ese tipo de producto como la boda para concluir con una saga que parecía interminable de amores, desamores, engaños y hasta relaciones poco convencibles e importantes para un guión que ya no tenía que ofrecer a un televidente que comenzaba a hastiarse con la poca convincente relación entre María Paula y Marconi Ferrazo.
Para variar, los malos como María Silvia y hasta ese entonces el desconocido violador, Gerardo Pescadero, quedaron impolutos, porque precisamente uno de los aciertos de esta obra fue la evolución de sus personajes que evitó el maniqueísmo habitual de las telenovelas.
¿Qué nos dejó, además de las caras bonitas, las casas elegantes, la buena fotografía con las playas, el Cristo y hasta la edulcorada favela sin pobreza con una organización patriarcal donde un solo hombre Juvenal Antenal (Antonio Fagundes) como un rey mago parecía tener solución para todo, aunque el mismo se comportara como un bandido.
Las propuestas a seguir son dignas de ser enumeradas:
El movimiento Ya basta: Gioconda, una frívola mujer representante de la clase media, evolucionó hasta ser senadora, convirtiendo a su marido, un hábil abogado, de racista empedernido a defensor de los derechos de los negros. Momento cumbre fue su actitud ante la indolencia de la gente luego del asalto de su amiga. El grito de Ya basta retumbó en nuestros hogares para despertarnos también de la apatía contra los maltratos ante los bienes del estado, el abuso con los ancianos, la vulgaridad, violencia, malversación, fraude y otros males que atacan la sociedad cubana ante nuestro silencio.
La lucha contra el racismo: Uno de los males más combatidos en Dos caras, tal vez en el mismo título se hace alusión a este flagelo heredado de la época de la colonia. Momentos estelares, podrían citarse varios, el parlamento de Evilasio en la mesa cuando fue atacado por su suegro, la actitud racista del padre de este personaje, al no permitir la relación de su hija con un blanco y la actitud de su propia hija al rechazar al muchacho solo por el color. El final cuando aparece la foto de la abuela nos recuerda el poema ¿y tu abuela dónde está?; se habla de integración y de la verdadera familia brasileña —cualquier semejanza con nuestra realidad no es pura coincidencia—, para algunos fue exagerado las parejas multirraciales.
La intolerancia religiosa: Se reflejaron de origen africano, con toda su indumentaria y respeto, se obliga a una bella y joven mujer a seguir el camino religioso, aunque no sea su deseo, los personajes que la practican no están exentos de evitar que su hijos sufran males como el alcoholismo y por otra parte se critica la intolerancia hipócrita de Edivania, perteneciente a una religión protestante, quien termina ultrajada como símbolo máximo del fracaso.
La educación: El tratamiento a enfermedades poco conocidas: la dislexia (de la personaje Clarissa), esto obliga a los televidentes dentro de los cuales se encuentran maestros, directores de escuelas, entre otros, a investigar sobre este tipo de padecimiento que hacen que personas sean discriminadas en las escuelas y obliga a los padres a preocuparse por sus hijos. Están también presentes los conflictos de la universidad heredada por Blanca, María Silvia y Clarissa, y un líder estudiantil negro que se hace pasar por pobre y es un personaje negativo al que al final también lo redime el amor.
La homosexualidad: El personaje Bernardinho, los guionistas fueron audaces al presentar una atípica relación entre tres, donde el homosexual es el que actúa mal al ceder a los deseos del sinvergüenza de su pareja y llevar casi a la quiebra a su familia. Se discute la funcionalidad o no de este tipo de relación y el derecho de los padres a inscribir a sus hijos.
También nos legó la importancia de la familia, la búsqueda de las raíces como condición indispensable para la estabilidad, y la verdad por encima de todo. Crimen y castigo aparte Dos caras sirvió para mirarnos en un espejo y tratar de ser mejores. Entretenimiento aparte ¿qué más se puede pedir?
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