Relevante sitio histórico donde fuera mortalmente herido el mayor general del Ejército Libertador José Maceo Grajales. Este lugar sería declarado Monumento Nacional el 17 de julio de 1981.
La elevación conocida como Loma del Gato está ubicada a unos 18 km al noreste de Santiago de Cuba, en el municipio Songo-La Maya. Allí, también cayeron combatiendo por la libertad de Cuba otros quince patriotas.
El general José, como muchos le decían en expresión de cariño por su bondad y ejemplo, recibiría un balazo en el cráneo mientras dirigía las acciones en sitio ese sitio, aquel 5 de julio de 1896. Pocas horas después moría y con él un hijo fiel de la Patria. El suceso no solo conmocionó a sus compañeros sino a todo el movimiento libertador.
Según el sitio Ecured, el día anterior cuando la tropa de José Maceo acampaba en el Triunfo le llegó la noticia de la presencia española en la zona. Salieron al amanecer en busca del enemigo hasta Ti Arriba, donde hacen alto y desde donde se divisaban las llamaradas del incendio de los campos y casas que destruían las dos columnas rivales.
José ordena al Coronel Luis Bonne que con sus fuerzas avance sobre el enemigo, exigiéndole que antes de media hora quería oír disparos. Transcurrido ese tiempo sin sentir el fuego llama al General Agustín Cebrero para que avance y hostigue al enemigo, repitiéndole lo mismo que al Coronel Bonne.
Pocos momentos después, ya impaciente por no sentir el sonido de las armas de fuego, envía también al General Periquito Pérez con la misma orden. Después de poco más de media hora sin que se sintiera el sonido de las armas, se impacienta, monta su caballo y dice: “¡Qué les pasará a esos generales! ¡Ahora sabrán lo que es pelear! ¡Venga mi escolta!”, pica su caballo, arranca seguido de la misma y marcha con dirección a donde se encontraba el enemigo.
José adelanta a los suyos, llegando tan solo con un corto número de escoltas de caballería a la Finca Delicias de Corón, donde estaban en línea de fuego las fuerzas de Mayarí y Sagua a las órdenes del Coronel Mejías, grita como era su costumbre en los combates: ¡Aquí está José Maceo!; trasmite una orden al teniente de la escolta, Salvador Durruthy y… el plomo fatal que alcanza su cráneo.
El teniente Durruthy, al abalanzarse a recogerlo recibe también una herida que le impide realizar la acción. “En ese mismo momento se recrudece el combate, los cañones enemigos bloquean el espacio, tal parece que la muerte quería recibirla en su seno como él lo merecía: bajo una salva de artillería”.
El general Periquito Pérez toma el mando de las fuerzas y recoge el cuerpo exánime del héroe y es conducido a la Finca La Soledad, donde el doctor Porfirio Valiente le extrae el plomo y parte de masa encefálica, y es entonces cuando, de los ojos de aquellos bravos patriotas brotan lágrimas de dolor, al oírle decir al doctor, profundamente emocionado y temblándole la voz entre los labios: ¡El Mayor General José Maceo Grajales... ha muerto...!
De familia excepcional, José nace el 2 de febrero de 1849 en la finca Las Delicias, antigua provincia de Oriente, en Majaguabo, San Luis. Marcos Maceo, su padre, era venezolano y Mariana Grajales, su madre, cubana descendiente de dominicanos. Mezcla incendiaria, de las tierras del Libertador Simón Bolivar y del Apóstol José Martí, que en 1851 fundirían en matrimonio, almas y cuerpos que entregarían muchos héroes a la Patria, de la cual el propio Marcos sería el primero en señalar el camino.
Ya José desde niño daría muestras de su estirpe. Fuerte y robusto, en sus juegos infantiles asumía el rol de líder, al que todos querían y respetaban. Dedicado a las labores del campo fue un excelente jinete y gran cazador, adquiriendo una habilidad al disparar que destacaría en la guerra a la que entregaría sus energías desde la edad de 20 años.
Alcanzó un ato virtuosismo en el mando militar, señalándose como un hombre íntegro y de gran coraje. Lucho en las tres guerras del siglo XIX: la de los Diez Años, la Guerra Chiquita y la del 95.
El fusil, el machete, la calidad de jinete, junto a su pensamiento maduro, fueron factores que contribuirían a su regia figura de guerrero.
No cabe duda del poder de la educación y el ejemplo de la familia para la formación de valores. Debiera estudiarse y divulgarse en toda su magnitud la familia Maceo-Grajales para la formación del hombre nuevo, lo cual es el objetivo fundamental de la educación cubana.
Los enemigos de los pueblos nos bombardean con ideas acerca del paradigma humano: nos venden al “tipo duro”, vengador y vengativo, el que con varias balas en el cuerpo sigue luchando para salvar cualquier causa que “pinte” justa para él, “salvar” a alguna víctima del sistema. De un sistema que no se cambia, pues lo que cuenta es la individualidad y además sin mucha profundidad, o mejor, sin ninguna. Nada acerca de las contradicciones esenciales.
Sin embargo, en la historia, en la de uno, en la nuestra hay innumerables ejemplos de altruismo, consagración a valores sagrados y no siempre lo divulgamos inteligentemente, artísticamente y de forma atractiva.
Es necesario dejar de padecer constantemente de la violencia de todo tipo en todo tipo de entretenimiento: filmes, videos y otros medios y formas de inducir mensajes que lamentablemente pasan desapercibidas a no poco un público receptor.
Peor aún en las edades tempranas donde se está formando el hombre del futuro, lo que ese es según las conveniencias de las transnacionales, cuyo objetivo es vender, no importa a qué precio o a que costo, es la Ley de la ganancia salvaje y despiadada e individualista.
No es la naturaleza salvaje, o, dicho de otro modo, silvestre. La natural es inteligente y equilibrada y debería decirse: sabia.
En el caso ejemplar de los Maceo-Grajales el desarrollo familiar era sencillo, en ellos la honradez, la honestidad y el amor a la libertad tuvieron presencia permanente en las luchas por la independencia de Cuba.
De ellos, José fue el único que participó en las tres guerras independentistas y en ellas acumuló una extensa hoja de servicios y varias cicatrices en su cuerpo. Fue fiel admirador de su hermano Antonio, el Titán de Bronce, el cual era, a su vez, admirado por muchos.
José Maceo, también llamado el León de Oriente. Fue uno de los más valerosos e intransigentes luchadores de los independentistas cubanos. Que estirpe la de los Maceo-Grajales, un Titán y un León y una familia de valientes patriotas que ofrecieran la vida con verdadera conciencia independentistas.
Con razón la Loma del Gato y sus héroes deberán ser venerados por los cubanos y siempre servirá de ejemplo en la historia patria.
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