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La libertad de expresión


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La libertad de expresión es la posibilidad de que un ser humano manifieste lo que piensa sobre cualquier aspecto de lo que existe y de lo que imagina. Esa posibilidad la puede ejercer en un diálogo con otra persona o dentro de un grupo de familiares, de amigos, de compañeros de estudio o de trabajo, en reuniones de organizaciones sociales, en medios de comunicación masivos. Con la existencia de las nuevas tecnologías de la información han aparecido formas de comunicación nuevas como el correo electrónico, las páginas web con las que se puede interactuar, los blogs. Estas tecnologías democratizan grandemente las posibilidades de sus usuarios hasta el grado, en este momento, de los teléfonos portátiles inteligentes.

Por supuesto que junto a la libertad de decir lo que se piensa existe la responsabilidad por lo que se dice.

El mundo contemporáneo es todavía muy desigual y se mantiene dividido de múltiples formas: Estados, naciones, idiomas, clases sociales, pobres y ricos, creencias religiosas, etc.

Hay diferencias de desarrollo social entre países y dentro de los países. Todavía hay personas viviendo en comunidades primitivas en selvas y bosques, en regímenes feudales, con rezagos de esclavitud. Varían los niveles de instrucción, de acceso a valores de uso y servicios.

Dentro de esta gran amalgama, los seres humanos se agrupan según sus intereses y necesidades y buscan promover estos dentro de la sociedad, a escala local o internacional. Para estos propósitos se valen de los medios que los ayuden a propagar sus ideas y procurarles seguidores o simpatizantes. Al respecto, con la aparición de la imprenta, se alcanzó una posibilidad nueva: el libro impreso y las publicaciones periódicas. En las artes visuales aparecieron la fotografía y el cine. Para la comunicación a distancia se crearon el telégrafo, el teléfono, la radio, la televisión, todo con su base de antenas y satélites de comunicación y con los ordenadores o computadoras, hasta llegar hoy al pequeño teléfono portátil que integra todo lo anterior.

Nunca antes un ser humano ha dispuesto de posibilidades mayores que las actuales para ejercer su libertad de expresión.

Para expandir y propagar lo que se expresa, existe hoy lo que se llama redes sociales a las que se accede fácilmente.

La prensa periódica impresa, la radio y la televisión, en general, en el mundo contemporáneo, son empresas comerciales o vehículos de propaganda de instituciones o grupos sociales.

En los EEUU los programas de radio y televisión se financian mediante anuncios comerciales que tratan de convencer a radioescuchas y televidentes de las bondades del producto que se anuncia, aunque no sea cierto lo que anuncian. Otras veces son los intereses de los grupos dominantes los que dan forma y contenido a lo que se transmite a través de las agencias y empresas creadas para esos fines. Siempre recuerdo, de los años que viví en Nueva York por razones de trabajo, que los noticieros de las tres cadenas de televisión que transmitían a todo el país, de costa a costa, como decían, ofrecían las mismas noticias con las mismas imágenes. Siempre los puntos de vista eran semejantes en lo esencial.

La radio de onda corta es utilizada sistemáticamente por el Vaticano para llevar su visión del mundo; como también las iglesias protestantes, con base en los EEUU, tienen sus programas con iguales fines. Los gobiernos también financian emisoras de radio para transmitir sus opiniones. La Voz de las Américas es un servicio del gobierno de los EEUU. Ese propio gobierno financia una emisora de radio y otra de televisión dirigidas especialmente a Cuba para promover el descontento y la subversión. Es gracioso, para no utilizar el calificativo que merecen, escuchar en esas emisoras la defensa de la libertad de expresión cuando en realidad, lo que dicen es lo que desea quien paga su existencia: el gobierno de los EEUU.

Cuando se habla de libertad de expresión hay que ver quién lo dice, por qué lo dice, qué es lo que dice y quién o quienes se benefician con lo que se plantea. A partir de ahí, compararlo con la realidad.

Hoy, en los EEUU, el presidente Trump, hombre que fabricó su imagen pública con programas en medios televisivos, mantiene una pugna constante contra los medios de información de su país a los que acusa de manipuladores y mentirosos. Él debe saber, pues se ha movido en esos medios durante muchos años.

La libertad de expresión es un derecho y un deber. Lo importante es que lo que se diga ayude a nuestro desarrollo y mejoramiento como seres humanos y sirva al bien común.


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