El 41 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano abrió sus sesiones con el estreno en Cuba del largometraje argentino La odisea de los giles, una deliciosa venganza en clave de humor.

La cinta, que acaba de obtener una nominación en España a los Premios Goya como Mejor Película Iberoamericana y ya fue seleccionada por Argentina para representarla en la carrera por el Oscar a la Mejor película de habla no inglesa, fue recibida con ovaciones en La Habana por un público que terminó sintiéndose cómplice de los protagonistas.

Para mayor placer de los espectadores y realce del Festival Latinoamericano, la presentaron dos de sus intérpretes principales: Ricardo y Chino Darín, un binomio de padre e hijo que actúan juntos por primera vez en la gran pantalla a la vez que fungen como productores.

He recorrido varios festivales del mundo, acompañando alguna que otra película y, honestamente, cuesta mucho encontrar un lugar en el mundo en donde la avidez por ver cine sea tan grande, tan impactante y tan espectacular como lo es en Cuba, afirmó Ricardo Darín la víspera en el Teatro Karl Marx, de esta capital.

Junto a los Darín, deleitan en la nueva entrega del director Sebastián Borensztein, Luis Brandoni, Verónica Llinás, Daniel Aráoz, Carlos Belloso, Rita Cortese, Andrés Parra y Marco Antonio Caponi, pues se trata de una pieza coral donde todos brillan con personalidad propia.

Los giles de un pueblo argentino se unen para formar una cooperativa y, con la esperanza de sacarla adelante, depositan sus ahorros en un banco, en pleno año 2001, cuando el país atravesaba una crisis económica.

Sucedió realmente que el gobierno dictó una medida de restricción de los depósitos, conocida popularmente como corralito, y los giles ―localismo empleado para identificar a personas ingenuas o tontas― perdieron de golpe su dinero.

Pero, en esta película descubren tiempo después que alguien se apropió de sus billetes y la reacción desata una odisea por intentar recuperar lo que les pertenece, en fin: robarle al ladrón.

Esta aventura ―mezcla de thriller, comedia y drama―, contada con gran carga de humor y hasta cierto patetismo, no elude problemas sociales del mundo contemporáneo y, a su modo, plantea la rebelión de un grupo de personas contra todo un sistema.

Borensztein consigue una reflexión de vida, a favor del entendimiento humano, independientemente de los ideales que cada cual profese.

Al inaugurar la 41 edición del Festival, el presidente del evento, Ivan Giroud destacó la variedad de la programación con obras que abordan los desafíos de los pueblos originarios, los conflictos latentes en las sociedades latinoamericanas, la memoria histórica del continente, los reclamos en torno a los derechos de la mujer, entre otros.

Previo a la proyección cinematográfica, el Ballet Nacional de Cuba, bajo la dirección artística de Viengsay Valdés, interpretó una escena del clásico Cascanueces en versión de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, recientemente fallecida.

La compañía culminó su fina presentación enlazando la danza con un material audiovisual de Alonso, a fin de rendir homenaje a la diva cuya excelencia quedó inmortalizada por varias producciones realizadas con el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic).

También, durante la ceremonia inaugural se le entregó un Coral de Honor al reconocido director cubano Manuel Pérez, fundador del Icaic, y la directora general de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Audrey Azoulay, elogió la realización de un festival como este.

A propósito del magno evento, los cines de esta capital exhiben hasta el 15 de diciembre, unos 300 filmes de 37 países.

Por Panchito González