A debate en el mundo de hoy el asunto de la multiculturalidad entendiendo ésta como la existencia de varias culturas que conviven en un mismo espacio físico, geográfico o social, abarcando todas las diferencias que se enmarcan dentro de la cultura, ya sea, religiosa, lingüística, étnica o de género.La multiculturalidad es un principio que reconoce la diversidad cultural existente en todos los ámbitos y promueve el derecho a esta diversidad.
Cuando las comunidades logran mantener un intercambio de respeto y tolerancia, los expertos lo llaman multiculturalismo. Varios países de la desarrollada Europa, después de siglos de intolerancia, xenofobia y discriminación, se alzan hoy como abanderados de ese multiculturalismo, también lo hacen países de este continente americano. Lo llevan hasta las políticas de cuotas en la imagen televisiva, de materiales audiovisuales y matrículas universitarias y ciertamente, algunos de ellos han legislado al respecto como pretendiendo con ello liberarse del mea culpa de ser los causantes de esas migraciones desde el sur hacia el norte y desde el este hacia el occidente.
El multiculturalismo pretende que africanos nor y subsaharianos, árabes, persas, eslavos, hindúes, asiáticos orientales, maoríes, latinoamericanos, caribeños… que migran por motivos económicos y de subsistencia, se establezcan con sus hábitos, costumbres y tradiciones en suelo no originario para ellos y que se les respete y “tolere”. Ya el propio calificativo lo descalifica, es la lógica discriminante de que no se trata de compartir el espacio sino tolerar que lo ocupen junto a los dueños y que queden esclarecidos que no es de ellos, los inmigrantes, sino que sus dueños van a “tolerar” que se asienten en él y sean asimilados. Un criollo diría “te mastico, pero no te trago”.
Los estados multinacionales y multiétnicos han existido siempre, pero eso no es multiculturalismo, son etnias y nacionalidades con espacio propio, pero bajo el mismo estandarte federativo, ahí los casos de Rusia, China, España, la extinta Yugoslavia y otros. En África, la mayoría de los estados son multiétnicos, algunos en demasía, con más de 300 grupos étnicos a lo que se suma la agravante de fronteras diseñadas por las potencias colonialistas en desconocimiento total de las realidades culturales. Evo Morales Ayma y su Movimiento al Socialismo (MAS) refundaron Bolivia como Estado Plurinacional por el desconocimiento de la república anterior de los derechos de las distintas etnias y nacionalidades que compartían ese espacio, entre ellas, 36 etnias originarias que, sumando sus componentes representaban más del 60% de la población del país.
Toda esta introducción al tema se debe a que inesperadamente escuché, el criterio de un disertante sobre el ejemplo de multiculturalidad de la nación cubana. Quedé consternado.
Hasta donde he estudiado a mi país y a su cultura, no me aparecen rasgos de multiculturalidad. El hecho de que la nuestra sea una cultura surgida de procesos de transculturación de varias culturas que, además, se mezclaron, no significa que convivan en este archipiélago diversas culturas aún en el supuesto del respeto y la tolerancia. La cultura cubana es una sola.
Diversidad religiosa pero los hilos culturales no van por ahí
La más compleja de las variables a analizar, sería la del panorama religioso cubano, realmente diverso. Según los expertos del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) y de la Universidad de La Habana, aproximadamente un 85% de la población insular se considera religiosa o al menos, creyente, contra un exiguo 15% de no creyentes. Esa mayoría creyente es tan diversa como peculiar: regla de osha o santería, palo monte, abakuá, vudú, catolicismo, 54 denominaciones del protestantismo cristiano, ortodoxia rusa, ortodoxia griega, islamismo, judaísmo en sus dos sectas, testigos de Jehová, budismo, los llamados “nuevos movimientos religiosos”… y muchas personas que ofician simultáneamente más de una creencia o que “creen a su manera” “en la energía”, “por si existe algo” y cosas así.
Sin embargo, en tan diverso panorama, no se observa un fundamentalismo que separe familias o comunidades. En una misma familia extendida, e incluso en un mismo núcleo familiar, puede encontrarse tantas creencias como integrantes de la familia y los conversos abundan, una persona que hoy es cristiana mañana “se hace santo” o se convierte al budismo. El cubano o la cubana, en una mayoría apreciable, cree precisamente “a lo cubano” que es algo así como creer a conveniencia y no conozco de comunidades, llámese poblados o barrios, totalmente pertenecientes a una unidad religiosa, el ecumenismo forma parte de la convivencia familiar y comunitaria en Cuba.
Tampoco existe una conexión entre una religión específica con un tipo de hábitos, costumbres y tradiciones relativas a gustos musicales, danzarios, dietéticos o del vestir. Como norma general, el arroz congrí, con carne de cerdo asada y yuca con mojo, es el plato de la nochebuena o la noche del 31 de diciembre en espera del año nuevo, con las excepciones de los islámicos y de alguna que otra religión que no consumen esa carne, en número real, no son representativos en Cuba.
Hay religiones como algunas denominaciones cristianas y los testigos de Jehová que visten con su tradicional elegancia y cortes largos en los vestidos femeninos, sobre todo para su liturgias y recorridos de propaganda o proselitismo, o los santeros con sus prendas blancas o colores específicos atribuidos a las distintas deidades, sus collares, pulsos o iddés y sus gorros y turbantes… pero el joven cubano santero, cristiano, budista o islámico puede identificarse en su gusto musical y estético indistintamente como repartero, mikkie, rockero, pepillo, profundo, emo, vampiro o de cualquier otra forma sin una conexión religiosa específica.
Hay grupos humanos donde la religiosidad es determinante en su cultura. Así es el islamismo para árabes, persas y turcos, por ejemplo, el protestantismo para anglosajones y holandeses y el catolicismo para los españoles. La India se separó en tres estados a causa de la diferencia religiosa: India para las etnias hinduistas y Pakistán y BanglaDesh para las etnias que, siendo indias, son mahometanas. El diferendo israelo-árabe tiene profundas raíces religiosas.
En Cuba, la peculiar religiosidad popular y su abanico polisémico de creencias no determinan prácticas culturales diferentes en el resto de los marcadores de la cultura popular tradicional, alguna influencia diferenciadora tiene en cuanto a posturas, por supuesto, pero no determinan culturas distintas, los hilos culturales no van por ahí.
Diversidad de orígenes: varios hilos tejiendo una misma tela
19 etnias nativoamericanas en cinco poblamientos, uno prehispánico y cuatro poblamientos posteriores a la conquista española (Rensoli Medina, Cromos y transparencias): guanahatabeyes, siboneyes, taínos (poblamiento originario, del tronco aruaco), taironas, macurijes, guanajos, guajiros, lucayos, caribes, arahuacos (también del tronco aruaco, durante la conquista y colonización temprana, siglo XVI); huastecos, tarahumaras, apaches, comanches, navajos (todos conocidos en Cuba como: chichimecas, siglos XVI al XIX), tequestas, calusas, timulcas (etnias floridanas, en el siglo XVIII) y mayas yucatecos (conocidos en Cuba como: guachinangos, siglo XIX), garantizan el 8,1% del ADN nativoamericano en el Mapa Genético para el origen étnico de los cubanos (Marcheco Teruel y Centro Nacional de Genética Médica), con índice superior en la región oriental, así como el legado cultural de los grupos étnicos nativoamericanos a la nueva cultura cubana.
88 etnias africanas subsaharianas y en su composición interior, más de 2 500 subetnias (Guanche Pérez. Componentes étnicos de la nación cubana) se hacen representar en el mencionado mapa genético con el 20,2% de los genes de origen africano en la población cubana, que se completa con el 70,3% de genes europeos y 1,3% de genes de origen asiático.
Ese mestizaje genético sugiere que, a nivel general, prácticamente ninguna persona natural en Cuba tiene genes de un solo origen ancestral, y se corresponde con la diversidad de orígenes culturales en la formación de la cultura cubana. Un pueblo con 105 tonalidades epidérmicas, de las 110 con que cuenta la especie humana.
El cubano es genéticamente mestizo, fenotípicamente diverso y étnicamente un solo pueblo y un etnos-nación
Decididamente no existen varias culturas cubanas, como no existen varios grupos étnicos cubanos ni varios pueblos cubanos. Tampoco existen culturas extranjeras formando parte activa en toda la vida cultural cubana. Las excepciones se dan, únicamente, a nivel social, en el plano musical, con grupos portadores de tradiciones originarias foráneas de inmigrantes haitianos, jamaicanos, de otras islas del Caribe anglófono y de españoles, así como sus descendientes directos, pero esos mismos inmigrantes “aplatanados” y sus descendientes nacidos en la isla, no viven hoy en bateyes y barrios segregados, con escuelas, iglesias y cementerios propios. Se educan junto a cubanos en las instituciones del Sistema Nacional de Educación y en sus casas, podrán expresarse, en algún que otro momento en inglés o creole, pero la lengua en que se comunican habitualmente con sus vecinos, condiscípulos y compañeros de trabajo, es en el idioma español. De otras migraciones anteriores como la china, la coreana, la japonesa, queda el vestigio en sus descendientes aún más lejanos en el tiempo que los casos anteriores.
No es válido afirmar que la cultura cubana nació en un lugar determinado. Sí nació en la centuria decimonónica, con los antecedentes pertinentes construidos desde tres siglos anteriores, pero la nación diversa, se forjó en cada región y localidad, con sus propias identidades.
Es simbólica la expresión de que Bayamo es “la cuna de la nacionalidad”. La afirmación es válida, solo desde ese punto de vista alegórico al ser esa ciudad oriental, la primera urbe liberada del colonialismo español en 1868 y por tanto devenida en capital de la Revolución iniciada el 10 de octubre de ese año, capital también en el simbolismo porque ni siquiera, en los tres meses en que estuvo liberada la ciudad, se había constituido aún la primera república cubana, la llamada república en armas, que se proclamó el 10 de abril de 1869.
Bayamo fue también el sitio donde se escribió e interpretó por primera vez La bayamesa que devendría en el himno nacional, obra de Pedro Figueredo y fue cuna de insignes patriotas, poetas, músicos, escritores y pensadores de la época que marcan hitos en la cultura cubana, son muchos, pero nos bastaría con el Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes, la cultura cubana no nació únicamente en ese lugar, nació por doquier precisamente porque es diversa ella misma.
Acaso alguien podría objetarle a Santiago de Cuba, ser otra cuna de la cultura cubana. No lo creo, cuando se trata de la ciudad que en ese siglo XIX vio surgir al bolero y la trova, en la voz y la guitarra de Pepe Sánchez, justo cuando se definía la independencia en la manigua redentora; que fue Santiago de Cuba la primera en urbanizar el son nacido en el monte y donde nació, entre tantos exponentes de la cultura cubana, el insigne poeta José María Heredia. Santiago es la ciudad de la familia Maceo-Grajales-Regüeiferos, entre cuya estirpe, está la Madre de la Patria Mariana Grajales y el patriota insigne el mayor general Antonio Maceo Grajales, además de otros varios generales del Ejército Libertador Cubano.
No podremos olvidar que el changüí, expresión musical genuina, surgió en los lomeríos de Guantánamo y se urbanizó precisamente en la ciudad homónima, que en el Camagüey nació la destacada poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, que en la centro-occidental región de Matanzas se gestó en pleno proceso independentista, el béisbol, que a la larga sería nuestro deporte nacional, con el primer equipo y el primer terreno de juego de ese deporte, el danzón -a la larga, nuestro baile nacional-con la iniciativa de Miguel Faílde y su fundador, Alturas de Simpson; la rumba con su trilogía de guaguancó, columbia y yambú, la misma región que había dado cuna décadas antes al poeta mulato e independentista Gabriel de la Concepción Valdés, ejecutado por los españoles.
La Habana fue cofundadora de la rumba junto a la Matanzas. La capital de la isla vio nacer al precursor de las luchas abolicionistas e independentistas José Antonio Aponte, a Félix Varela, “el primero que nos enseñó en pensar primero” al decir de José Antonio Saco, y a José Martí, el apóstol y héroe nacional. Cirilo Villaverde recreó la pomposa, diversa y esclavista Habana en Cecilia Valdés o la loma del Ángel y las praderas más occidentales en Excursión a Vueltabajo.
Dos manifestaciones musicales muy cubanas tuvieron distintos puntos de parto: la conga y el punto cubano. La primera, con sus estilos: oriental, de Santiago de Cuba, la conga espirituana en el centro del país y la conga habanera, y el punto cubano o guajiro con sus tonadas espirituana y la occidental propia de Pinar del Río, La Habana y Matanzas.
La nación y la nacionalidad, sólo necesitaba una conexión porque se fue forjando por partes y esa conexión la dieron las guerras de independencia, el Ejército Libertador, la república en armas y en el epílogo de la centuria, el Partido Revolucionario Cubano.
Los antecedentes de esa cubanía fueron forjándose en distintas patrias chicas. Matanzas, la región donde se encuentra el sitio arqueológico aborigen de más lejana data: río Canímar, fue la región donde se registró el primer hecho de la resistencia armada indígena a la conquista y colonización española durante el bojeo de Sebastián de Ocampo en 1509: el cacique Guayucayex contra Juan de Mejía y sus acompañantes. Cimarronaje y apalencamiento hubo a lo largo y ancho de la isla, pero dos sublevaciones marcan hitos: la del ingenio Quiebra Hacha en La Habana y la de los cobreros en Santiago de Cuba, mientras que los vegueros habaneros contra el Estanco y las milicias criollas habaneras y santiagueras frente a los ingleses, con dos décadas de diferencia, asumían la representación de toda la población criolla en la defensa de la tierra en que nacieron.
La multiculturalidad no ha sido el camino cubano
La isla de la música y de la libertad no es un crisol de nacionalidades que viven en comunidades propias con sus costumbres, tradiciones yhábitos, es en cambio, un etnos-nación de múltiples maternidades que se forjó en una unidad a partir de su diversidad.
No es un defecto ni una mal formación ser multiétnico, multinacional o multicultural, numerosos países lo son, y esa es su riqueza cultural, pero la de Cuba es ser una nación con una sola lengua, el español de Cuba, con sus variantes líricas o musicales en una región más que otra, pero una misma voz, una formación y presentación heterogénea pero, como he dicho en anteriores textos, no es una ensalada mixta, sino, como lo definió Fernando Ortiz, elevado a la categoría de tercer descubridor de Cuba, un ajiaco y como otro digno cubano, considerado el poeta nacional, “por lo pronto el espíritu de Cuba es mestizo y del espíritu a la piel, algún día se dirá color cubano”.
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