Hoy rebusco en el hacer sensitivo de la labor de un creador que asume desde la residencia o tránsito de la realidad, la realización de sus interpretaciones con total libertad.

Realismo e imaginario, una mirada que el artista instaura y que verdaderamente se agradece, dado el contexto de las obras que confronta, pero a la vez experimenta en sabia reunión y arrojo de un diálogo con su entorno. Interrogantes, apropiaciones, pretensiones e innumerables creaciones donde recrear y transformar cada fragmento de la cotidianeidad, es el objetivo.

Síntesis de un lenguaje que toma como punto de partida el juego, Kadir López conforma piezas que manipula cual son de parodia, en donde el orden de las cosas se trastoca y el divertimento forma parte de una estét ica en que la mirada sagaz se abre a la búsqueda. En tanto su discurso, desde los predios que selecciona, gira alrededor de lo que considera primario, adhiriéndose a la esencia de lo constructivo.

López toma como centro de toda su obra al hombre y su entorno, su proceder, sentir, creación e impronta. Todo esto para él es sustancial, es como el estado fraternal en que se puede crear un hogar como parte de este inmenso universo.

Pinturas, carteles, fotografías y esculturas integran lo que pudiéramos considerar una muestra de manifestaciones que guían el camino de las formas, dejando sentir el espíritu de cada una de ellas, en una especie de ­cons­trucción de vida que se impone entre colores, superposiciones de diferentes elementos traspasando así, la bidimensional de las obras, haciendo del lienzo un espacio otro.

Como reflejo de su añoranza, López realiza una obra en la que cada pieza bebe de los recuerdos. Recupera la presencia de rostros de décadas pasadas, personalidades de la música, la historia, lugares o sucesos de la sociedad cubana dando motivos a que la inspiración de este artista se desborde, en donde la memoria mantiene cada detalle a pesar del paso del tiempo, o como si los pinceles experimentaran una fase mágica de regresión.

Su poética se centra en las problemáticas de la remembranza, en la historia personal o colectiva, pues la representación de su cosmología lo emplea para recreación de plurales escenarios.

El Malecón habanero, La Mona Lisa, Carlos Marx, José Martí, los balseros, divas, cines, teatros, y La Habana de los años 50 se vuelven un juego de íconos, con toda la carga histórica, y el empleo de una alocución de imágenes que hacen reflexionar sobre acontecimientos sociales que han conformado el panorama citadino, pero también nos ubica en un contexto que nos convierte en un retrato de la realidad que refleja importantes momentos culturales de la vida. Obras que nos pueden dar el ritmo de lectura del resto de sus propuestas, y que se nutren y apropian de cuantas representaciones pictóricas le sean factibles y las convierte en símbolos de su alegato.

Un arte necesario, donde la objetividad se instituye, pues en los últimos tiempos Kadir se ha introducido en una estética urbana sin dejar a un lado las otras manifestaciones que venía realizando. López compone en su hacer representativos lugares de La Habana, que han perdido su objeto social o están en estado de decadencia.

Podría decirse que el artista actúa como un intruso, que irrumpe e ilumina con luces de neón cada letrero apagado en sitios olvidados. En franca introspección, recreación y plasmación de lo que fue o representó ese lugar en la memoria gráfica de la gente, Havana light se erige como un collage que integra perspectivas pretéritas y presentes que se avizoran en una ciudad que poco a poco va recobrando su peculiar encanto.

En este sentido, una serie de producciones con razones impulsoras tienen lugar en una realidad que conquista su fortuna, y de esta forma nos devuelven nuestras luces, las que se habían apagado, y las transforma en un arte provocador.

A pesar del paso del tiempo, La Habana ha mantenido su identidad a los ojos de visitantes asombrados que refieren que se ha detenido en el tiempo, otros soñadores preferirían el cambio, apelando a la modernización, pero todos coinciden en que desaparezcan esa triste vista que va en detrimento de la herencia arquitectónica, edificaciones quejumbrosas que, aunque bellas ante los ojos sensibles de los observadores, complementan las ruinas de distintos estilos constructivos patrimoniales. A estas y otras construcciones que ejercen funciones como cines, hoteles, …, quiere denotar sus servicios, pues exaltar con carteles lumínicos es una de las razones indiscutibles por las que esta ciudad seduce.