Es cierto que son apenas 25 años, pero igual no deja de sorprender la tremenda energía de este muchacho y, más aún, su inmensa capacidad para canalizarla en múltiples proyectos. Todos ellos muy bien encaminados, por añadidura.
A José Víctor Gavilondo Peón lo encontré esta vez en los jardines de la UNEAC esperando la inauguración del IV Taller Latinoamericano de Composición e Interpretación, quizás el más trascendental de los espacios que se abren dentro del Premio de Composición que cada dos años organiza Casa de las Américas y cuya sexta edición concluyó el pasado viernes.
Estaba ansioso, preparándose para su intervención en el segmento Compositor en primer plano en el que expondría, ante renombrados autores cubanos y extranjeros, algunas de sus obras más recientes.
“Quiero presentar un trabajo sinfónico pues creo que es muy importante que los compositores invitados vean que aunque sea muy difícil los jóvenes también incursionamos en ese plano.
El año pasado, en el Festival de Música Contemporánea de La Habana, tuve la oportunidad de estrenar Cannabis. La pude grabar, con video y quedó bastante bien.
Quiero presentarla como un gran paso que he dado porque en realidad lo fue para mí, pues no todo el mundo tiene esa oportunidad.
Tengo también otra obra sinfónica que no he grabado. Está en boceto pero quisiera ofrecer un preview para que me den consejos. Es el formato donde tengo más dudas en términos de composición, de orquestación. Sobre todo de estructuración. Es intimidante”.
Uno de los que lo iniciaron en la composición y hoy resulta su colega en el Instituto Superior de Arte, el maestro Juan Piñera, me advierte sin embozo cuando nos ve conversando en la UNEAC: “es muy talentoso”, halago que mi entrevistado responde con una sonrisa para luego continuar:
“Te decía que la orquesta sinfónica siempre se nos presenta un poco intimidante porque no tenemos muchas oportunidades de hacer obras para ese formato. Mucho menos de hacerla sonar.
Lo de ser profesor de Orquestación en el ISA lo estoy cogiendo muy en serio porque, lamentablemente, no tuve una buena formación en esa materia y no quiero que mis estudiantes lleguen a quinto año con las lagunas que yo llegué.
Y creo que sí, que me estoy esforzando bastante. Tengo mucho que aprender todavía pues me acabo de graduar y, como dije, no tengo un buen bagaje, una buena formación.
Pero leo mucho, oigo mucha música y los pongo mucho a orquestar a ellos. Creo que está dando resultados. Sobre todo con los más avanzados que están en tercer año estoy viendo resultados que me ponen muy contento”.
Le pregunto entonces por la agrupación con la que habría de presentarse dentro del programa del VI Premio de Composición Casa de las Américas, el Ensemble Interactivo de La Habana.
“Esta es una de las últimas alegrías de mi vida. En el pasado Festival de Música Contemporánea de La Habana tuve también la oportunidad de ser parte de una orquesta de improvisación que dirigió el pianista y compositor catalán, Josep María Balanyá.
Estuve a cargo de la coordinación y elegí a los integrantes de la orquesta. Casi todos eran mis alumnos de composición que a la vez son instrumentistas.
Se hizo el concierto, quedó muy bien y decidimos mantener ese proyecto. Lo rebautizamos como Ensemble Interactivo de La Habana y básicamente lo que hacemos es pura improvisación. Todo es improvisado.
Lo nuestro es la música contemporánea como el corte estilístico general, pero igual podemos ir hacia sonoridades más tonales, más hacia el jazz. También hacemos música electrónica, teatro, performance… Pero lo mejor es que todo es improvisado y todo es creación colectiva, lo cual es un fenómeno que no se explora mucho aquí. No, al menos de esa manera”.
Le pregunto entonces cómo marcha el proyecto.
“Estoy muy contento porque el trabajo es divertido y aprendo mucho de mis estudiantes, de los otros miembros de la orquesta que casi todos son compositores como el colombiano Santiago Barbosa, que toca la gaita colombiana; Germán Carrasco, en el violín y Dileidy González, en la flauta.
Tenemos dos nada más que no son compositores, pero poseen una creatividad, una imaginación tremenda: la también colombiana Luna Tinoco que toca la gaita de su país y la flauta, así como la clarinetista Vivian Ferrero y Laura Bueno, en la viola.
El Ensemble cuenta con solo tres meses de edad y ya formamos parte del Festival de las Artes del ISA con tres conciertos en el Centro Cultural Bertold Brecht y un evento relacionado con el Día de los Muertos.
Estamos muy contentos pero vamos a repensar nuestro trabajo sin perder el sello de la improvisación pues no quiero que este sea solo un grupo de muchachos divirtiéndose y dejándolo todo al azar, sino que nos sustente una línea de pensamiento, un bagaje conceptual que nos permita estar siempre en evolución.
A finales de este mes, el día 23, nos presentaremos en Fábrica de Arte y después, en mayo, vamos a participar en la Bienal de La Habana”.
Recuerdo entonces el carácter interdisciplinario que tendrá este megaevento de las artes plásticas y le pido detalles de la intervención en ella de su agrupación musical.
“Es algo que pensamos hacer en Fábrica de Arte. Se trata de un aparato mecánico en el que por un lado estamos Santiago Barbosa y yo improvisando una partitura gráfica y, del otro lado, está el Ensemble interpretándola. Todo improvisado, con solo algunos símbolos preconcebidos.
Esto sería acompañado de una exposición con partituras gráficas de música vanguardista de la segunda mitad del siglo pasado y de un grupo de conferencias que impartirán profesores del ISA sobre improvisación y gestualidad”.
Las de virtuoso compositor reconocido con una Beca de Creación Musical por la Asociación Hermanos Saíz, profesor en el ISA, director del Ensemble Interactivo de La Habana, tecladista del Grupo Síntesis e integrante junto al cantautor Ariel Díaz de un dúo de trova fusionada, son facetas de José Víctor Gavilondo Peón.
Su esencia- me atrevo a pensar- es la de ser un joven artista talentoso, consciente del tiempo que le ha tocado vivir y dueño de una alegre energía que descarga en la más pura improvisación musical y en el empeño de derribar las barreras que separan a las artes.
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