Si se revisa la lista de finalistas de la edición de este año del Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro, se notará la difícil labor del jurado, mucho más en un año en que se marcó un récord de nominaciones por las instituciones culturales y medios de prensa del país. Hubo consenso en que cualquiera de los finalistas hubiera merecido el premio, pero el jurado quiso honrar la constancia, la entrega y los aportes al entramado de las artes en el país de Jorge Rivas Rodríguez, quien durante casi cuatro décadas ha dirigido la redacción cultural de este periódico.
El Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro reconoce anualmente a profesionales de significativa trayectoria en el sector. Foto: Juan Carlos Borjas/Cubarte
El ejercicio profesional de Rivas, desde las páginas de Trabajadores y de otras publicaciones de Cuba y el extranjero, se ha centrado sobre todo en las artes visuales y escénicas. Durante décadas, a la par de su condición de coleccionista de arte, ha ido construyendo un interesante cuerpo referencial de la obra de importantes pintores, grabadores y escultores cubanos. Rivas se ha ocupado de reseñar, valorar y jerarquizar la producción de artistas esenciales, y esa mirada ha sido múltiple en cuanto a su expresión genérica y sus implicaciones temáticas y conceptuales.
Pero lo más notable ha sido la apuesta por los jóvenes creadores. Algunas de las figuras que han llegado a ser sobradamente reconocidas por críticos, curadores, galeristas y el público en Cuba y el extranjero recibieron las primeras atenciones de los medios de comunicación gracias a Jorge Rivas. Y fue también particularmente incisivo con la creación de muchos artistas, hasta el punto de que no pocos de ellos le agradecen todavía señalamientos puntuales.
La literatura no ha estado al margen de sus preocupaciones. En la década de los 90 fundó el concurso nacional de poesía Regino Pedroso, que ya transita por su decimonovena edición.
Rivas no ha esquivado nunca la polémica (y de hecho, todavía hay ecos de algunas de las que protagonizó en la década de los noventa), y ha asumido siempre el intercambio de ideas como motor esencial del periodismo.
Hay una dimensión del trabajo de Rivas que no todos conocen, pero que ha sido esencial para integrantes de varias promociones de periodistas culturales en Cuba: sus aportes en la formación. Por la redacción cultural de Trabajadores han pasado decenas de profesionales (quien firma estas líneas entre ellos) que han recibido sus indicaciones precisas y han aprovechado su experiencia de años en la labor maravillosa de armar una página de periódico. Su formación como diseñador (otro ámbito profesional que muchos ignoran) ha sido particularmente propicia en ese sentido.
Y faltaría también reseñar su labor en las comunidades, ya sea en Centro Habana o en las zonas rurales de Ciego de Ávila, en las que ha vinculado el periodismo con la promoción cultural, y ha posibilitado el acceso de muchas personas a expresiones del arte que les resultaban lejanas.
No en vano Jorge Rivas fue uno de los periodistas más nominados en esta edición de los Premios. Sin despliegues publicitarios ha trabajado por la cultura cubana, desde una redacción, en las instituciones, en los barrios.
Los que lo conocen personalmente saben que es también un hombre generoso y afable. Y que la suya es una de las más avasalladoras personalidades de este periódico. No se puede contar la historia de Trabajadores sin Jorge Rivas, ignorando los años de entrega, de consagración a un equipo. Por eso este Premio lo sabemos nuestro. Es el reconocimiento a quien ha dado mucho sin esperar nada a cambio.
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