Por Yang Fernández Madruga
Fotos: Alejandro Rodríguez Leiva
Según el escritor alemán, Goethe, “el hombre feliz es aquel que, siendo rey o campesino, encuentra paz en su hogar”. Jorge Rivas Rodríguez, no tiene sangre real ni una parcela para labrar con dedicación. En cambio, desde el oficio del periodismo, ha recogido los mayores frutos y sonrisas de la vida. Del ámbito de la cultura le llega el sosiego, cual recinto de agradable cobijo.
“El breve y tortuoso camino de nuestra existencia, ofrece oportunidades que hay que aprovechar en su debido momento”, dice Jorge Rivas, quien, como un torrente de agua, se ha adentrado en cada poro de las diversas formas y manifestaciones culturales. Su visión aguzada, criterio severo, estilo claro y sencillez que desborda las respuestas de una entrevista, o de alguno de sus trabajos, retratan la constancia de este reportero cubano, nacido en Camagüey.
Describe su presente y su pasado con una frase: “he logrado hacer lo que me gusta”, se sumerge en el tiempo recorrido y recuerda su etapa como estudiante de diseño gráfico y el sentirse realizado “en las prácticas en la revista Revolución y Cultura y en el Instituto del Libro. Luego me apeteció estudiar una carrera que era afín y me adentré en los caminos del periodismo, matriculé en la Universidad de Oriente, aunque recibimos las clases en esta tierra.
Siempre me gustó escribir y ya había encontrado la vía para encausar esa vocación. Fui muy afortunado al tener profesores de la talla de Luis Álvarez Álvarez, Senel Paz y Francisco Rodríguez Cruz, entre otros. Todo lo que he creado, ha partido de mis sueños y aspiraciones”. Sería consecuente con los años de pionero, como alumno de la primaria Conrado Benítez y luego de la Secundaria Básica Noel Fernández, cuando descubrió e incursionó en los grupos de aficionado a la danza, al teatro, la literatura y el dibujo.
Por aquellas fechas, construyó la cimiente. Ya, mientras gira la cabeza hacia atrás puede contar “una vasta obra en crítica de teatro, precisamente fue dentro de esta manifestación que ingresé en la Uneac, en la sección de crítica hace más de 30 años.
He curado cerca de 40 exposiciones y me he desempeñado, en calidad de multiempleo, como director artístico del Centro Cultural Palacio de los Torcedores y asesor artístico del grupo de Teatro Cimarrón. No puedo dejar de mencionar mi amor también por la crítica”.
Una de las aficiones del también jefe de información del espacio cultural, en el rotativo Trabajadores, es el coleccionismo. Sobre ese particular asegura que lo motivaron “las donaciones y regalos de reconocidos maestros de la plástica insular, así como de jóvenes artistas emergentes. Sobrepasan las 350 obras en pintura, dibujo y escultura, sin contar una buena cantidad de piezas confeccionadas por connotados artesanos artistas. He realizado varias exposiciones, como Intimidades públicas, en el 2011, en la galería Teodoro Ramos, para homenajear a mi gran amigo, Rufo Caballero”.
Para Rivas Rodríguez, el periodista cultural desempeña un rol esencial en el contexto actual. Señala que es determinante en “la formación colectiva de gustos estéticos y el ejercicio de cronista de la cultura de su tiempo. No puede pretenderse escribir sobre arte y literatura sin conocer un tema y sus particularidades”. Resulta clave, para él, el estudio, la búsqueda de conocimientos y el ejercicio de la crítica, alejado de clichés y banalidades.
Uno de los méritos y evidencias de la sensibilidad de este periodista ha sido la fundación del proyecto comunitario La Majagua, en varios bateyes del municipio del mismo nombre, tras los desastres causados por el Ciclón Lili, en 1995. Fundó allí, entre niños, jóvenes y campesinos adultos, grupos de teatro, danza, artes plásticas y literatura. El proyecto atendió a unas 3 mil personas y contó con representantes de diferentes manifestaciones que, en la mayoría de los casos, convivieron con los habitantes de ese sitio.
“Ese propio año, creé, en ocasión del centenario del gran bardo, el Concurso Nacional de Poesía Regino Pedroso, y casi desde sus comienzos se convirtió en el de mayor participación en el país, ya que incluye a poetas -amateurs o profesionales- pertenecientes a todas las esferas de la sociedad. Esta iniciativa, como la de Majagua, fueron las primeras y únicas de su tipo asumidas por un órgano de prensa en Cuba: Trabajadores”.
A propósito de la V edición del Coloquio de Periodismo Cultural, Jorge Rivas, comentó que “el encuentro, con el apoyo de la AHS, viene a suplir una demanda dentro del ejercicio de los reporteros, en especial las generaciones más jóvenes, dentro de una zona relacionada con la espiritualidad de los cubanos. Falta todavía mucho para lograr avances en ese sentido”.
Camagüey lo acompaña siempre. La nombra, y designa “no solo como cuna biológica, sino también profesional. Aquí estudié, amé y tengo la mayor parte de mi familia”. Acerca del Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro, obtenido este 2022, lo define como un reto con su profesión, con los lectores y consigo mismo. A modo de confesión dice que los problemas de salud lo han limitado un poco, en los últimos tiempos, sin embargo, determina que las citas con los orígenes no se deben postergar. (Tomado del periódico Adelante, Camagüey)
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