“En aras de la verdad y la justicia, volvamos a encontrarnos en Cuba”
Poetas, amigos y camaradas de todo el mundo:
Hoy estamos reunidos aquí para un tema de especial importancia, no para una discusión general sobre el significado y el papel de la literatura. Estamos hoy aquí para poner una vez más al acto de escribir y a los escritores en su contexto epocal e histórico, reafirmando su justo valor. Sobre lo que estamos dialogando parece ser un tema nuevo para algunos. No lo creo, y me gustaría decirles que la realidad en la que vivimos está cambiando dramáticamente. Ese cambio anuncia que la vida en nuestro planeta se enfrenta a un nuevo peligro. Si bien mantiene ciertas características de peligros pasados, hoy plantea una amenaza psicológica, objetiva y sin precedentes para todas las naciones y pueblos amantes de la paz. La nueva coyuntura ha erosionado la seguridad y la paz mundiales. Tales actos se han convertido en terrorismo oficial de Estado. Los viejos sudarios que emulaban rostros han sido completamente desenmascarados y las socorridas ideas de democracia y libertad que habían defendido también han sido completamente reemplazadas para servir al propósito de siempre: su interés egoísta. No hay necesidad de que analicemos y caractericemos tales actos terroristas. Las conclusiones de su propia relación lógica y la irrefutable verdad nos han evidenciado la naturaleza de tal reacción e hipocresía, completamente ajena a nosotros. ¡Claro que no! La historia post-revolucionaria de Cuba es perfectamente la prueba de que el embargo contra Cuba no comenzó hoy. Lo sabemos bien: la naturaleza del imperialismo y su ejercicio de poder hegemónico no han cambiado, sino que han transformado su actuación bajo diferentes condiciones. Es por ello por lo que el Festival Internacional de Poesía de La Habana, presidido por la entrañable poetisa cubana Nancy Morejón, atrae la atención de los amantes de la paz y la justicia. Sólo cuando los poetas, bajo el lema "Con Cuba, una vez más", se proclamaron en defensa de la humanidad fue que alcanzaron su definición mejor. Estoy seguro de que la voz que erigimos desde aquí tendrá un papel insustituible en un momento en que el mundo y la humanidad transitan momentos tan difíciles.
Este año se cumplen el 66 aniversario de “Palabras a los Intelectuales” de Fidel Castro, y el 79 aniversario del Discurso de Mao Zedong en el Simposio Literario de Yan'an. Como bien saben los que están familiarizados con la historia del comunismo internacional y el socialismo, estas dos intervenciones se han convertido en textos clásicos dentro del desarrollo socialista y han influído profundamente en el curso de la historia del siglo XX. No existen razones ni pruebas elocuentes para ocultar u oscurecer el enorme impacto y efecto de estos dos clásicos. Cuando los releemos, encontramos que poseen una estrecha conexión espiritual. Es decir, ambos enfatizan que nuestro arte y nuestra literatura deben contribuir al pueblo, exaltado como nuestro paradigma social. Si el pueblo es noble, hermoso y útil, entonces nosotros también lo somos. En su discurso, Fidel Castro también hace especial referencia al simposio literario de Yan'an. La relación entre literatura y Revolución, la relación entre escritores y épocas, entre vida e individuos, no puede simplemente atribuirse a los problemas técnicos de la escritura ni a los propios escritores y poetas que la escriben. La Revolución y la política son nociones correspondientes. El debate sobre este tema llega hasta el día de hoy. No podemos negar el hecho de que la victoria de la Revolución Cubana en 1959 insufló a la "conciencia latinoamericana" un despertar sin precedentes, que yo considero no menos ideológica y espiritualmente tan grande como la Guerra de Independencia liderada por Bolívar, San Martín y otros inolvidables próceres de América Latina. Sabemos que el movimiento socialista fue una práctica social que cambió todo el rostro de la humanidad durante el siglo XX, y que la Revolución Cubana es sin duda una de las partes más fascinantes de ese movimiento. Se puede decir que la Revolución Cubana, desde el principio encendió una llama espiritual en la mayoría de los escritores de izquierda de América Latina. Y esa proximidad espiritual fue totalmente voluntaria. Pablo Neruda, Alejo Carpentier, José María Arguedas, Carlos Fuentes, Augusto Roja Bastos, entre otros, encontraron su camino dentro de la marea de la Revolución Cubana. La Conferencia Mundial de Intelectuales, celebrada en la Universidad de Concepción, en el Chile de 1962, es la mejor evidencia de este axioma. Esa histórica conferencia da comienzo al "Boom" de la literatura latinoamericana y une, tanto ideológica como políticamente, a la mayoría de los intelectuales de ese continente. Su trascendental significado desborda el alcance de la propia literatura. Esta conferencia también promovió, en gran medida, que los escritores de diferentes regiones de América Latina se unieran a un movimiento emergente de liberación nacional e independencia. Podemos decir que la gran mayoría de los escritores de ese “boom” literario eran fidelistas. La actitud de Fidel era coherente con la naturaleza de la Revolución Cubana. Y a pesar de una serie de diferencias políticas que siguieron, esa sintonía fue -directa o indirectamente- el catalizador de la literatura latinoamericana de izquierda. Nadie puede cambiar los hechos históricos ni el entusiasmo de grandes escritores como García Márquez, Julio Cortázar o Mario Benedetti, quienes habían dejado claro que Fidel Castro y el Che Guevara eran un modelo a seguir. García Márquez también señaló que "la visión de Fidel Castro para el futuro de América Latina es la misma que la de Bolívar y José Martí, y que será una América Latina unida e independiente la que tendrá la capacidad de influir en el curso de la historia mundial". Por su parte, Mario Benedetti expresó una vez con cariño: "Entre la Revolución y la literatura, elegimos la Revolución". Estas palabras que llaman a reflexión no son una mera avalancha de ideas. Desde otro ángulo, demuestran que la legitimidad y pertinencia de una Revolución es indiscutible cuando es capaz de cambiar el trágico destino de la mayoría del pueblo. Y aunque puede tener contradicciones o problemas, incluso muy controvertidos, no se pueden negar los logros revolucionarios, y mucho menos cuando el imperialismo, el colonialismo y el ejercicio del poder hegemónico pretende destruir los frutos de la Revolución. Ante semejante desafío, hoy tenemos que incentivar la combativa literatura de América Latina. Desde el principio, nunca fue una literatura a secas. La Revolución eclosionó un nuevo tipo de literatura. Revolución y literatura hoy son inseparables como legítimas hermanas gemelas. Por supuesto, como poeta debo declarar que la defensa de la libertad de expresión de escritores y poetas es un principio al que nunca podemos renunciar. Si no existe el suficiente respeto y comprensión ante la expresión individual, entonces el papel del poder sobre el individuo puede llegar a ser perjudicial. Esto también plantea mayores demandas desde la perspectiva de cualquier escritor, es decir, plantea cómo satisfacer mejor las necesidades espirituales de la humanidad, alcanzar estándares estéticos más altos y encontrar maneras efectivas de fortalecer su valor social. La práctica y la experiencia histórica socialistas reafirman que el socialismo, anunciado por Marx, en muchos aspectos se demuestra hoy en día como un sistema superior al capitalismo debido a su preclara búsqueda de la equidad social y la justicia, distribución racional de la riqueza social y en los caminos para lograr la prosperidad común. Y lo que es más importante aún: en el desarrollo integral de los seres humanos, como requisito fundamental para el desarrollo social. Todos estos valores reflejan el omnipresente espíritu humanitario del socialismo desde sus buenas prácticas institucionales. Si no existiera un movimiento socialista del siglo XX, tal vez hoy no podríamos indicar con certeza el alcance actual de la reforma del capitalismo en los derechos laborales. Sin embargo, basado en el capital como sistema no se puede cambiar la realidad actual. Su premisa inmutable es mantener grandes cantidades de riqueza en pocas manos. No obstante, el sistema socialista algún día se convertirá en la gran excavadora del sistema capitalista mundial.
Al conmemorar el sexagésimo aniversario de la Fundación de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, no podemos dejar de discutir los logros culturales y sociales de un país como Cuba dentro de las coordenadas del mundo humano actual. El Partido Comunista de Cuba está comprometido con la creación de una nueva cultura socialista, heredando fielmente las largas tradiciones culturales revolucionarias de Cuba, y en particular el patrimonio espiritual de José Martí. Cuba es uno de los pocos países que ha fomentado la excelencia cultural dentro de la educación nacional. Es también debido a una política flexible, propicia para el desarrollo de la literatura y el arte, que los artistas cubanos han podido ofrecer notables contribuciones a la poesía, la novela, la música, la pintura y la danza. Ellos han generado un profundo impacto mundial. La poesía del gran bardo Nicolás Guillén, traducida a diferentes idiomas y conocida en muchos países, ha sido importante en mi escritura temprana, especialmente por el ritmo de la música negra en sus versos. A Guillén le considero uno de los maestros más regionales y musicales del español, y, por supuesto, su poesía es la más difícil de traducir. Es intransigente en otros idiomas porque el secreto de combinar traducción con la vitalidad de la recitación, en ocasiones traiciona al propio ritmo y al sonido autóctono del verso, y en esa combinación es que reside el poder de Nicolás Guillén, que ante la inevitable traducción cultural se verá muy disminuido. Sin embargo, gracias al poder de su alta creación y su decir tan propio es que su poesía aún respira en este mundo. Así es la suerte del lector, y por supuesto, también la suerte de la poesía.
Como espectador, también tuve el privilegio de ver en China a Alicia Alonso, la gran bailarina cubana, y disfrutar de la actuación del Ballet Nacional de Cuba, cuyo singular encanto unido al entusiasmo latinoamericano crea la combinación perfecta de habilidades balletísticas que ha impresionado al público chino. Se puede afirmar que el Ballet Nacional de Cuba ha demostrado un estándar artístico al nivel de cualquier compañía de ballet europea o estadounidense. No olvidaremos el memorable comentario hecho por Fidel Castro en su discurso, en el que nos asegura que "uno de los objetivos y propósitos fundamentales de la Revolución es desarrollar el arte y la cultura, y convertirla en un verdadero activo".
En el último siglo, tanto China como Cuba han llevado a cabo campañas de alfabetización a gran escala, los logros de los cuales han atraído la atención del mundo. En 1962, Cuba redujo en un año la tasa de analfabetismo del 23,6% al 3,9%, elevando el nivel cultural de sus ciudadanos y convirtiendo a Cuba en el país con la tasa de alfabetización nacional más alta de América Latina. Ese logro se verificó en un momento en que las condiciones económicas eran muy difíciles. ¿Podría haberse logrado tal milagro sin el decidido propósito socialista de servir al pueblo?" La respuesta, por supuesto, es obvia. Otro de los desempeños más admirable es el envío durante décadas de un gran número de profesores y médicos para enseñar y mejorar la salud en países del tercer mundo, y países hermanos como China. En la provincia de Qinghai laboraron durante nueve años, sirviendo a la población local. Sobre ellos hemos escuchado los más vívidos comentarios que patentizan el humanitarismo e internacionalismo socialistas.
Mientras el pueblo cubano sigue siendo bloqueado y acosado por la política imperialista, aunque en esta ocasión no hemos podido viajar a Cuba, a través del enlace de video nos hacemos presentes y la apoyamos. En este foro, una voz tras otra se alzará con la fuerza de la justicia que nadie puede detener. Al igual que lo hizo Fidel Castro en su discurso televisado el primero de noviembre de 1962 sobre la naturaleza y el resultado de las conversaciones con Wu Dan, donde afirmó que "¡Tal pueblo es invencible!" Un pueblo tan tranquilo y admirable frente a semejantes dificultades tiene derecho a lograr todo lo que desea, que es la paz, el respeto y la preservación de su dignidad y prestigio”.
Como poetas, no hay ninguna razón por la que no debamos estar junto a estas personas y naciones. Este mundo aún necesita clamar por la justicia y la verdad. Hoy más que nunca estamos orgullosos de tener una responsabilidad y misión tan gloriosas. ¡Con Cuba, una vez más!
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