Tras doce años de su última exposición en Cuba, el artista de la plástica Tomás Oliva inauguró este jueves en la Casa Oswaldo Guayasamín de La Habana Vieja la titulada Hay un presagio en el aire, la cual ya fuera presentada en los Estados Unidos, país en el que reside desde hace más de dos décadas.

Seis pinturas de gran formato –la mayoría en técnica mixta-  y una instalación integran la muestra en la que el artista propone mediante el empleo de símbolos un sutil acercamiento  a los llamados estados de conciencia alterados, desde los cuales admite haber concebido la totalidad de las piezas que ahora exhibe.

Para estos trabajos, que desde el año 2000 realiza de forma paralela a otras series, usa la firma TO TO, sus iniciales repetidas, en alusión a un desdoblamiento de su individualidad, a un intento de vivir en dos mundos: el de la realidad cotidiana y el que busca a través de un estado de conciencia alterado mediante la música, el ayuno o el silencio.

Tanto en las pinturas, en las que mantiene la influencia de Goya y del expresionismo alemán, como en la instalación dedicada al escritor checo Franz Kafka, Oliva retoma la figura del inodoro, ahora amordazado, como símbolo por excelencia de la cultura occidental privada, pese a todo, de prescindir de procesos como la eliminación de los desechos de su metabolismo.

La manipulación de estos objetos relacionándolos con el cemí de nuestros aborígenes nutre también la simbología presente en la muestra como si se tratara de un grito ahogado de la tierra que nuestros ancestros nos devuelven a modo de alerta sobre la urgencia de revisarnos.

Hacer partícipe a los espectadores de esta propuesta, en la que los considera la parte más importante; llamarles la atención sobre aspectos que por elementales en apariencia nuestra civilización pasa por alto, son los principales propósitos de esta exposición, según expresara el artista a Cubarte.

Hay un presagio en al aire se mantendrá abierta al público en la Casa Oswaldo Guayasamín hasta el próximo 29 de octubre.