Imaginarios
del Libro Arte, una exposición de artistas cubanos es la
última exhibición de creadores de las artes visuales de nuestro país que se ha
inaugurado en San Juan, Puerto Rico.
Ha sido en la Casa del Libro de esa hermana nación y organizada por los artistas Aliosky García y Hanoi Pérez Cordero, quienes coordinaron con Karen Cana-Cruz en esa institución boricua, para realizar un despliegue de imaginarios visuales riquísimos y diversos sobre la forma del libro.
Es también la primera vez que artistas de Cuba ofrecen
una muestra colectiva sobre la manifestación del libro arte fuera de la Isla, algo que otorga una peculiar
distinción a esta muestra colectiva.
Se trata de un puente más tendido desde las artes visuales que enlaza dos culturas hermanadas por el Caribe insular y la historicidad que nos lega el tiempo.
La referencia, exhibición y reconocimiento al libro arte en el panorama insular es relativamente reciente, y pudiera pensarse que es una expresión artística de relativa novedad en Cuba. Mas su existencia real es muy anterior, ya que tiene precedentes en los álbumes de la época colonial y una evolución posterior en la historia del arte cubano. Su dato más reciente y relevante fue la exposición Libros Arte presentada por el proyecto Haciendo Presión en el 2015 durante la XII Bienal de La Habana en lo que se denominó Zona Franca, en la fortaleza del Morro. Entonces sus propios creadores expresaron que se adentraban en un “territorio cada vez más explorado, pero aún poco difundido”.
Región del libro arte que, por otra parte, ha continuado siendo investigada a
través de varias exposiciones que han tenido lugar en el Taller de Gráfica de
la Plaza de la Catedral de La Habana y también en otras galerías de la capital.
En la exposición en San Juan, Puerto Rico, participan diferentes generaciones de artistas cubanos, la mayoría radicados en la Isla, en cuyas obras se aprecian muy variadas estructuras, estilos y tendencias. Por lo que podría decirse que es la diversidad en toda su riqueza visual el denominador común que signa a esta muestra.
Desde las planchas de metal trabajadas a punta seca de Jacqueline Maggi, que en su ácida metáfora se pregunta sobre el hogar del arte hasta la pieza del más joven participante, Alberto Campos Ayala, quien en No Poet Red fusiona dos poemas, para crear una visualidad en pantalla digital, en general, la exhibición ofrece, sin proponérselo, un recorrido por los distintos modos en que los artistas visuales han asumido su quehacer, al que han incorporado la rama del libro arte.
La intención poética y objetual halla en las obras de José Manuel Fors y Yamilé Pardo una hermosa y disímil confluencia. El primero con su Column de libros vuelve sobre esa introspección espiritual que le es tan cara a su trayectoria, y revaloriza esas referencias poéticas, literarias y científicas que son una parte fundamental de su propia obra. La segunda, en su pieza El sonido de la luna es capaz de aunar el azar del dibujo y la abstracción en serigrafías, en una pieza que alude a la sinestesia y a una metáfora sobre lo fortuito visual y el silencio cósmico.
No se hallan ausentes creaciones que han marcado pautas en el curso de esta expresión en la Isla, como el libro realizado en colectivo en el 2012, Haciendo Presión, que dio título al grupo homónimo, antes mencionado, de creadores, y a la vez núcleo que ha ido creciendo al incorporarse otros artistas con objeto de exponer y cultivar esta disciplina desde sus propias individualidades y paralelamente a sus trayectorias. Asimismo en la exhibición pueden apreciarse otras obras significativas como Poder (2011), Privacidad (2011) y Espera (2012), con grabados de 13 artistas, trilogía que tuvo una contribución fundamental en el siglo XXI en esta rama y que fue asesorada por un entusiasta del libro arte en Cuba, el estadounidense Steven Daiber.
Mucho más podría decirse de este empeño y sobre la labor
fructífera de artistas cubanos, cuya creación se exhibe hoy en San Juan y que
celebra este encuentro en 2017 con tantos amigos puertorriqueños, evento que,
de paso, ha sido posible gracias a la
generosa invitación de la Casa del Libro, y que
hallará una continuidad en torno al arte y al libro como formas
irradiadoras de infinito incentivo para el arte caribeño.
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