Viajar a Holguín por espacio de una semana resulta una interesante experiencia para corroborar algunas de las razones que han contribuido a que esta joven ciudad se presente como uno de los más importantes polos turísticos de Cuba; ambiente que hace evidente no solo la circulación de extranjeros entre sus calles y parques, sino también el elevado número de viviendas que anuncian en su fachada el servicio de arrendamiento. Bajo fuertes lazos afectivos que encuentran sus antecedentes en 1977, cuando compañeros de estudios de preuniversitario me invitaron a visitar esta ciudad, intenté combinar mis labores como profesor de Antropología Cultural en la filial del ISA y mi permanente obsesión por descifrar los espacios urbanos a partir de sus elementos y funcionalidad.
A diferencia de las primeras villas cubanas, Holguín no muestra el rancio sabor del pasado; en su lugar muestra una mixtura cultural, razón por la cual el amor por la historia patria ha conllevado a sus vecinos a cifrar en un sistema de tarjas y monumentos los vínculos entre un espacio urbano, un inmueble y un acontecimiento de connotación local o nacional. No en vano entre el 24 y el 26 de abril la “Ciudad de los Parques”, como se le reconoce cotidianamente, será la sede del 22 Congreso Nacional de Historia.
Arribamos a Holguín en el vuelo de Cubana CU T1714 correspondiente a las 10:05 de la mañana, esta vez desde la terminal no. 5 del Aeropuerto Internacional José Martí. La primera sorpresa que recibí fue el anuncio de que en breves minutos aterrizaríamos en el Aeropuerto Frank País, confusión guiada por el estereotipo de nombrar los principales hitos y nodos de nuestras ciudades en honor al principal adalid de las guerras de Independencia en cada región. En cuestión de aeropuertos el de Santiago de Cuba fue nombrado Antonio Maceo; el de Camagüey, Ignacio Agramonte; el de Bayamo, Carlos Manuel de Céspedes. ¿No debería el de Holguín haber sido bautizado con el topónimo Calixto García? No si recordamos que el de Santa Clara rinde homenaje a Abel Santamaría; el de Ciego de Ávila, a Máximo Gómez; el de Pinar del Río, a Álvaro Barba y el de Guantánamo a Mariana Grajales, por solo citar algunos ejemplos. Lo curioso fue que una vez en tierra la bienvenida a los viajeros la ofrece una imagen del General Calixto García, que se hace acompañar del Comandante Fidel Castro. Para homenajear al joven Frank País (1) se ha construido una especie de plaza en uno de los laterales del aeropuerto, obra escultórica que solo se le descubre si en espera del transporte que le llevara a la ciudad decide usted husmear por los alrededores.
La primera aproximación a la cultura urbana de los holguineros se reveló en el Hotel Turquino. Emplazado en la calle Martí no. 46, el Turquino, tiene por sede un renovado inmueble que en su fachada luce la condición de “Centro de Tradición Heroica 1973–1975”, otorgada por la Central de Trabajadores de Cuba. Resulta lamentable que su imagen no encuentre resonancia en las habitaciones, áreas que reclaman de un pronto mantenimiento en todos los órdenes. La ambientación de su restaurante, diseñado desde el diálogo de un cuadro en el que reina la Sierra Maestra y en espacial el Pico Turquino, con un árbol del que cuelgan algunas manzanas en homenaje al 14 de febrero, Día del amor y la amistad; muestra una paradoja que bien pudiera ser interpretada como versatilidad holguinera para con la cultura extranjera.
La segunda referencia a la cultura holguinera fue encontrada al azar, en el punto de venta El Caguairán, en la calle Martí no. 77 entre Morales Lemus y Narciso López. En este establecimiento Mariel González Rosales, productor y vendedor de artículos religiosos, expende sus productos de lunes a sábado entre 9 y 6 de la tarde. Era domingo, pero quizás por el Día del amor había abierto al público hasta las 3 de la tarde para vender, según reza en su tarjeta “1.- Calzado Artesanal // 2.- Artículos Religiosos: Santos de yeso y madera, collares, manillas, juegos de herramientas para todos los santos, cazuelas, barro, aluminio, madera, güira y tinajas, cascarilla, pescado y jutía, velas de diferentes colores, manteca, cacao y corojo, cocos secos, semillas, granos, pimienta guinea y dulce, caracoles, tejas, bastón de güira, juego de palos de diferentes maderas y otros productos usados en religión // Animales vivos y sanos // Yerbas frescas de varios tipos // Miel de Abejas, Melao y Vino Seco”. La ciudad de San Isidoro de Holguín, como fuera reconocida por Real Cédula del 1ro de febrero de 1751 (2), se integra con franqueza a la diversidad religiosa y de sus saberes particulares hace gala la heterogeneidad de productos que en El Caguairán se comercializan.
Otros exponentes que revelan el particular fomento cultural de Holguín se hacen evidentes en el escudo y el sistema de parques. Como se ha señalado, recibe el título de ciudad por Real Cédula de 1751; pero no tendrá escudo hasta el 11 de marzo de 1831 y si bien desde el siglo xviii se confesaba eclesiásticamente bajo la advocación de San Isidoro de Sevilla, lo cierto fue que la figura del obispo se hizo acompañar por la imagen de la Virgen del Rosario; singularidad que argumentan los holguineros como símbolo de la unión matrimonial de dos importantes familias del patriciado local, una de las cuales sentía adoración por esta. Iconográficamente es sencillo el escudo de la ciudad de Holguín y quizás por ello estéticamente hermoso.
Entre las antiguas calles Mayor de la Iglesia y San Miguel, hoy los ejes Libertad y Maceo respectivamente, construyeron los holguineros un sistema de plazas que por sus topónimos y sistema iconográficos constituyen verdaderos textos culturales de esta ciudad. En dirección a la Loma de la Cruz encontrará el forastero las conocidas popularmente Plaza del Ferrocarril, Parque Las Flores (espacio trazado en 1720 por el maestro Gregorio Francisco), Parque Calixto García, Plaza San José (trazada por Baltazar Díaz de Priego en 1715) y Parque Infantil. Centremos la atención en tres de ellos.
El núcleo sociocultural de mayor relevancia de la ciudad es la antigua Plaza de Armas, espacio reconocido como Plaza de la Constitución en 1812; Plaza de Isabel Segunda en 1839 y Plaza Calixto García a partir de 1898, nombre que legitima el emplazamiento de una escultura en mármol de Carrara al adalid holguinero a iniciativa del Consejo Provincial de Oriente en 1912 (3). A su entorno, una red de instituciones de elevado valor arquitectónico y social entre los que merecen espacial atención La Periquera, Monumento Nacional desde 1978, y el teatro Eddy Suñol.
En dirección a la Loma de la Cruz se encuentra la Plaza de San José, nombre que le otorgó la construcción de una capilla bajo la protección de este santo entre 1803 y 1819 en la antigua Plaza de San Francisco a iniciativa de don Pablo María Alberteris, vecino de la localidad. Las trasformaciones sufridas por esta construcción le confieren continua modernidad en el territorio, distinguiéndose como signo de la colonia su torre central; mientras en su interior cobra importancia el mudejarismo que en 1951 recreara el arquitecto Luis Felipe Columbié. El nombre de San José perdura en la memoria de los habitantes a pesar de que fue rebautizada con el nombre del “Padre de la Patria”, Carlos Manuel de Céspedes.
En dirección opuesta, el Parque Julio Grave de Peralta, considerado como el núcleo urbano de mayor antigüedad de la ciudad, muestra en el centro la escultura al Mayor General Julio Grave de Peralta. Homenaje del Gobierno Provincial de Oriente en 1912 que se hace acompañar por una tarja en la que reza: “Peralta ha sufrido en servicio de su patria, este es un mérito que le superará siempre. // Carlos Manuel de Céspedes”. El inmueble de mayor jerarquía es la Catedral de San Isidoro, que en uno de sus laterales expone la escultura levantada a Juan Pablo II por Héctor Carrillo Alfonso y Henrry Wilson, el 28 de junio de 2005.
Múltiples son los exponentes de versatilidad que colocan a Holguín entre los lugares de mayor demanda turística en el país; para quienes acuden a ella en aras del patrimonio cultural no ha de pasar por alto sus monumentos nacionales: la casa en que nació, el 4 de agosto de 1839, el mayor general Calixto García Iñiguez, ubicada en Miró no. 147, esquina a la céntrica Calle Frexes; y La Periquera, ambas declaradas por resolución 3 de 1978. Se encuentra además con esa condición la Casa del Teniente Gobernador, joya de las primigenias construcciones realizadas en la ciudad bajo la técnica del embarrado que fuera declarada mediante resolución 195 del 2001. En el Museo La Periquera resultará vital la sala de etnología y la muestra de portadas de la revista Carteles diseñadas por el holguinero Andrés García Benítez, organizada por la especialista Lilian Leyva Infante.
Notas:
(1) A partir de la división política administrativa de 1976, uno de los 14 municipios de Holguín lleva el nombre de Frank País.
(2) Oriente de Cuba. Guía de Arquitectura, Andalucía, 2002, p. 260. Iconográficamente la representación del escudo se acompaña con el año 1752, probablemente atendiendo que el nombramiento se hiciera público en la ciudad en este año.
(3) En 1916 fueron develada tres esculturas en la ciudad, todas de la casa italiana Ugo Luisi, además de la dedicada a Calixto García, se develaron la de Julio Grave de Peralta en el Parque de las Flores y el monumento a los patriotas fusilados durante la Guerra de Independencia en la Plaza de San José.
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