“¿Qué es la mejor libertad sino el deber de empleada en bien de los que tienen menos libertad que nosotros?”, expresó nuestro Héroe Nacional José Martí en su discurso pronunciado en conmemoración del 10 de Octubre de 1868 en Hardman Hall, Nueva York, el 10 de Octubre de 1891 (1), y que muy bien trasciende las barreras históricas del tiempo si a ellas traemos la impronta solidaridad internacionalista de Cuba a la hermana República de Angola hace 45 años.
A esa impronta, a su excelente y consecuente colaboración y, ante todo voluntad política, contribuyeron desde los primeros momentos el líder de la Revolución cubana Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y el presidente angolano y líder del Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA) Agostinho Neto.
En aquellos momentos corría peligro la emancipación por las acciones de organizaciones internas y potencias vecinas africanas que arremetieron contra el legítimo movimiento popular de liberación, cuyo principal dirigente y pueblo solicitaron el apoyo de la Mayor de las Antillas ante tal situación.
La decisión y apoyo de Cuba no se hizo esperar. Los primeros instructores militares arribaron en 1975 a tierra angolana y, seguidamente, miles de combatientes dispuestos a ofrendar sus vidas por la emancipación de las tierras explotadas y mancilladas por los colonialistas primero, e imperialistas europeos después, pertenecientes a nuestros hermanos africanos, antecesores históricos y luchadores también durante las guerras por la independencia en este otro lado del mundo.
Así, y al estar conscientes de su inminente compromiso internacionalista –y en esencial de su cultura e historia–, tropas angolanas y cubanas combatieron a las fuerzas racistas sudafricanas y a las llamadas tropas de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), en la región (entre otras), de Kifangondo, a 60 kilómetros de Luanda. Cruenta contienda que concluye con la firma de los Acuerdos de Alvor, el once de noviembre de 1975, cuando el presidente Neto anuncia la liberación de Angola.
Entre las numerosísimas experiencias y anécdotas ocurridas durante aquella epopeya hay que rememorar la valiente posición de uno de sus más aguerridos oficiales, el comandante y Héroe de la República de Cuba Raúl Díaz Argüelles, caído heroicamente cuando una mina explotó y destruyó su vehículo blindado el 15 de diciembre de 1975, en la Batalla de Ebo.
Capítulo aparte merece además el papel desempeñado por la diplomacia de ambos países cuando, durante aquel complejo contexto, se suscribió el acuerdo para el establecimiento de relaciones entre ambas naciones el 15 de noviembre de 1975, representado en el profesor doctor Omar Oramas, por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, y el entonces canciller de Angola, José Eduardo dos Santos.
A la vez genuinos lazos de amistad, anudados desde la esclavitud, se reordenaron y consolidaron un año después cuando ambas naciones firmaron el Acuerdo General de Colaboración y sobre esa base se constituyó la Comisión Bilateral Intergubernamental.
Reafirma y consolida la memoria aquellos primeros grupos de angolanos y cubanos, iniciadores a partir de ese periodo de la campaña de alfabetización en Angola, donde el 85 por ciento de sus ciudadanos no sabía leer ni escribir. Desde esa etapa, La Habana y Luanda ajustan, renuevan y establecen nuevos compromisos y protocolos sectoriales.
Sin lugar a dudas que en aquella década la Patria de Martí y de Fidel demostró sus más altos valores y principios de solidaridad y ayuda desinteresada y consecuente ante el llamado de un pueblo, y escribió una página épica que contribuyó a salvaguardar no sólo la independencia de un pueblo y nación, sino también a demostrar ante el mundo la necesidad imperiosa de aplastar el sistema racista del apartheid.
Con vista a ello, más de 300 mil internacionalistas cubanos contribuyeron a poner punto final al régimen segregacionista del apartheid en Sudáfrica y Namibia; esta última, nación que pudo declarar en 1990 su total independencia.
Semanas antes de la fecha pactada (1 de julio) entre las autoridades de ambas naciones, los últimos combatientes del Archipiélago caribeño abandonaron Angola el 25 de mayo de 1991, quedando demostrado que, con la misma transparencia que inundó las trincheras de combate contra fantoches e invasores, Cuba redobló la cooperación con la tierra de Neto en su nueva etapa de reconstrucción.
Actualmente, miles de cubanos prestan colaboración en el hermano país africano en diversos sectores, especialmente en la salud y la educación.
Así y a 98 años del natalicio del recordado mandatario angolano Agostinho Neto (17 de septiembre de1922-Caxicane, municipio de Icolo y Bengo, en Luanda), el pueblo internacionalista cubano y, en especial, sus otrora combatientes participantes en tierras africanas de una de las gestas más inolvidables conocidas en la Historia contemporánea, recuerdan su ejemplo y el de su pueblo, en otro abrazo aún más abarcador en estos difíciles tiempos que corren cuando unos pocos pretenden “encinchar una bestia con una crueldad que disgusta y asombra” (2), pero que no hará mella ni servirá de pasto imperial nunca más.
Notas:
- José Martí. O.C. La Habana, 1976. T. 4, p. 262.
- José Martí. O. C. La Habana, 1976. Viajes. Guatemala. T. 19, p.48.
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