Le conocimos en el contexto de la XXIV Feria Internacional del Libro de La Habana, y resultó prominente este encuentro, pues es de los intelectuales caribeños quienes, a pesar del tiempo transcurrido, de las lecciones que otorga la vida —bellas y tristes, contaminadas o no—, prevalece en el recuerdo de muchos y siempre tratando de elevar y dignificar la memoria histórica de su país. Es Hamlet Hermann: profesor universitario, escritor pero, ante todo, protagonista, cronista y combatiente revolucionario dominicano, quien accedió a conceder una entrevista al periódico digital Cubarte.

En estos momentos de profundos cambios y transformaciones en América Latina y el Caribe, de revoluciones en política exterior e interior, algo que ha conllevado a connotados politólogos y dirigentes a afirmar que nuestro contexto socio-político y geográfico es un continente de paz… ¿Qué criterio usted tiene al respecto habiendo sido combatiente y colaborador cercano de un líder revolucionario de su país, como lo fue Francisco Caamaño?

En estos momentos estimo y, muy particularmente, que los pueblos de América Latina están dando pasos en legítima defensa propia, porque es que los excesos de Estados Unidos y sus aliados, en contra de ellos, obligan a los pueblos a defenderse. Nosotros, los dominicanos, somos un ejemplo, al ser invadidos tres veces por fuerzas militares de Estados Unidos durante el pasado siglo. Cuba fue otro ejemplo, cuando le fue impedida su independencia a través de la Enmienda Platt; en el caso de Venezuela, las actividades terroristas y cínicas contra su Gobierno Bolivariano —legítimamente democrático—, resultan verdaderamente asquerosas, al igual que las agresiones contra las Repúblicas de la Argentina, el Ecuador, Bolivia…contra todos los países y pueblos que se debaten en liberarse del control de Estados Unidos. Y es que esa violencia excesiva no es más que una muestra de debilidad por parte del imperio.

A esto le tenemos que añadirle la debilidad del dólar. Ya el petróleo no se vende en dólares solamente; ahora hay que realizar una canasta de divisas junto al yuan chino, el rublo ruso. En definitiva, todas las monedas llamadas fuertes. Es por todo ello que a nosotros se nos hace difícil pensar y analizar que el Imperialismo está en picada —como algunos manifiestan—, pues durante muchos años hemos estado acostumbrados al abuso, al bloqueo a todo tipo de manifestación de fuerza de su parte. El caso dominicano es realmente patético porque nos invaden, dejan a Leónidas Trujillo en el poder, transcurrido un tiempo toma el poder un gobierno democrático; luego, invaden nuevamente… En pocas palabras, Estados Unidos es símbolo de cuando un pirómano le pega fuego a una casa, para luego agradecerle que haya recogido las cenizas.

Por tanto, la situación actual de América Latina es de mucha observancia: el animal herido empieza a tirar zarpazos desde todos los sentidos, se desespera y hace mucho daño. Esos actos cínicos del imperialismo contra Venezuela nos recuerdan los perpetrados contra Cuba durante el pasado siglo. Sí estimo que los pueblos tienen en estos momentos una mayor capacidad de comprensión sobre las reacciones de la ultraderecha; y esto es positivo para los revolucionarios.

Desde el punto de vista cultural, ¿cómo imbricar este tiempo en su país, República Dominicana?

La cultura en República Dominicana apenas sobrevive, y es que, por un lado, la transculturación de Estados Unidos; por otra, la transculturación de los grupos de drogas, de los narcotraficantes —muy importantes en su movimiento desde la esfera cultural—, constituyen un freno de desarrollo y fortalecimiento para ella. Y le daré un ejemplo: los libros que publico. A mí nadie me paga el tiempo que utilizo para escribirlos; yo personalmente, pago la impresión; pago el libro en definitiva y después, tengo que salir a venderlo y a cobrarlo (lo más difícil); y otra cuestión fundamental: un pueblo que vive en un alto nivel de pobreza y de analfabetismo, se ve impedido de adquirir cualquier tipo de literatura. No es el caso de Cuba, donde los libros resultan sumamente baratos —si se les compara con los precios existentes en cualquier parte del mundo—, y asequibles a cualquiera. A nosotros se nos hace difícil sobrevivir culturalmente. No obstante, contamos con afamados artistas, como es el caso del cantante y compositor dominicano Juan Luis Guerra, quien nos ayuda siempre a fortalecer nuestra cultura, a que ella sea conocida en el mundo; a quitarnos de encima la cultura de la vulgaridad (reguetón y tantos otros), pero son los menos o los que menos posibilidades tienen de hacerlo, pues tienen que financiarse sus instrumentos, sus presentaciones resultan escasas, su discografía apenas se escucha en muchas de nuestras emisoras…Es una verdadera batalla cultural la que tenemos que enfrentar todos los revolucionarios. En la actualidad, tenemos un ministro de Cultura, José Antonio Rodríguez, quien es también cantautor —muy vinculado a los cubanos Silvio Rodríguez, Vicente Feliú, Amaury Pérez—, quien realmente está realizando una magnífica labor en relación con la promoción y difusión de nuestra cultura. Y es por todo ello y por las enseñanzas que los cubanos nos continúan transmitiendo que continúo y continuaré contaminado con el virus de la Revolución cubana.