La firmeza de principios e intransigencia del Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales, frente a posiciones claudicantes, se ha convertido para la Historia de Cuba en inolvidable paradigma, a partir del hecho ocurrido en la zona de Mangos de Baraguá, con la llamada Protesta de Baraguá, el 15 de marzo de 1878. En su reunión con el también general español, Arsenio Martínez Campos enviado de la Metrópoli con el objetivo de exigir, mediante la firma de un documento de capitulación, el cese de las hostilidades y mermar de esa forma la moral combativa de las tropas cubanas. Maceo se negó rotundamente a firmarlo y su respuesta a Martínez Campos concluyó, con la histórica frase del Jefe mambí, de: “(…) Guarde usted ese documento, que no queremos saber de él. No, no nos entendemos”.
Memorías de Tres Grandes: Martí--Maceo--Gómez
“No conozco yo, General Maceo, soldado más bravo ni cubano más tenaz que Vd. Ni comprendería yo que se tratase de hacer –como ahora trato y tratan tantos otros--, obra alguna seria en las cosas de Cuba, en que no figurase Vd. de la especial y prominente manera a que le dan derecho sus merecimientos (…) Mas yo no estimo legal ni poderosa, por mucho que la soliciten y la apoyen, manifestación alguna revolucionaria, que no lleve el asentimiento, y vaya aconsejada y dirigida, de los hombres valerosos y buenos que han adquirido este especial derecho con sus méritos (…) Yo sé que no está Vd. cansado de hacer cosas difíciles. Y que su juicio claro no se ofusca como el de la gente vulgar, y abarca toda la magnitud de nuestra tarea y de nuestra responsabilidad”. (1)
Así escribió nuestro José Martí, desde la ciudad de Nueva York el 20 de julio de 1892, al Mayor General Antonio Maceo Grajales, con el objetivo de reclutar al mil veces heroico Jefe militar mambí en la segunda gesta independentista, mediante una “guerra pronta de triunfo posible” o Guerra necesaria.
No había permanecido ocioso el General, luego del Pacto del Zanjón y de la ulterior e infructuosa búsqueda de recursos en Jamaica para continuar la Guerra Grande. Así, participa en la Guerra Chiquita, organiza el Plan Gómez-Maceo (1884-1886) y visita, en relación con estas actividades, los centros de emigrados de Haití, Nueva York, Panamá, Nueva Orleáns. Entre 1891 y 1895, Maceo reside en Costa Rica, como colono de la hacienda La Mansión, ubicada en la costa del Pacífico, en unión de algunos patriotas cubanos. A ella condujo sus pasos y sus aspiraciones Martí, sabedor de la disposición del Titán de continuar sirviendo a la Patria y del valioso aporte que constituiría su incorporación al nuevo llamado por la independencia de la Isla.
El Primero de Abril de 1895, el Titán de Bronce desembarca en las costas cubanas (zona oriental de Duaba, Baracoa), junto a su hermano José, Flor Crombet y otros valientes para la consecución y puesta en marcha de la segunda contienda armada independentista o Guerra Necesaria.
Tiempo después y, en carga a caballo contra el enemigo, parapetado en los potreros de El Cacahual cae en combate, a los 51 años de edad y en plena madurez de su acción y pensamiento, el Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales. Su partida física resultó un duro golpe para los cubanos y para la causa de la libertad de Cuba. En carta de pésame (2) remitida por el Generalísimo Máximo Gómez, a la viuda, esposa y también luchadora mambisa, María Cabrales, éste le expresa:
“(…) Con la desaparición de ese hombre extraordinario, pierde usted al dulce compañero de su vida, pierdo yo al más ilustre y al más bravo de mis amigos y pierde en fin el ejército libertador a la figura más excelsa de la Revolución. A esta pena se me une, allá en el fondo del alma, la pena también de mi Pancho, caído junto al cadáver del heroico guerrero y sepultado con él en una misma fosa. Como si la Providencia hubiera querido, con este hecho, conceder a mi desgracia el triste consuelo de ver unidos en la tumba a dos seres cuyos nombres vivieron eternamente unidos en el fondo de mi corazón.”.
Como guerrero incansable, se calcula que intervino en más de 600 acciones combativas, entre las que se cuentan alrededor de 200 combates de gran significado. Su cuerpo estaba marcado por 26 cicatrices de guerra, de las cuales recibió 21 en la Guerra de los 10 años (1868-1878). Sus palabras sobre el destino que espera a sus agresores han sido siempre bandera de lucha de los revolucionarios cubanos, que repiten con Maceo la advertencia de que “Quien intente apoderarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, sino perece en la lucha”.
Notas:
(1) José Martí, Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. T.1, pág. 171.
(2) Cordoví, Yoel. Máximo Gómez. Selección de documentos (1895-1905). Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2003.
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