En estos días la justa exigencia de nuestro país de que sea devuelto el territorio que ocupa, desde hace más de cien años, la Base Naval de Guantánamo, vuelve a ocupar primeros planos del proceso de normalización de las relaciones entre EE.UU. y Cuba.
Legítima exigencia cubana ante la permanencia de las fuerzas armadas estadounidenses en ese territorio, desde sus tradicionales posiciones de fuerza, recurso al que suele acudir ante las sinrazones de su política.
Dicho tema acaba de ser llevado a la 32 sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, efectuada en Ginebra, presentándose como una decisión coercitiva unilateral de Estados Unidos, incompatible con los principios de justicia que ha establecido la ONU para sus países miembros.
Ni siquiera se ha logrado el cierre de la cárcel, prometido por el presidente Obama desde que inició el proceso electoral que lo llevó a la presidencia del país hace 8 años.
Pero la demanda cubana es más que eso. No se trata sólo del cierre de la cárcel que ponga fin a la pervivencia de torturas inenarrables, que van contra el ser humano. Se trata de que el país norteño devuelva a Cuba el espacio de tierra que quiso poseer mediante el método de chantaje neocolonial a cambio de la supuesta libertad de Cuba, amparado en la Enmienda Platt. Tal pretensión se conoció a través de un informe que EE.UU. dirigió al presidente Estrada Palma, poco antes del 20 de mayo de 1902, donde le precisaba los tres lugares que necesitaba para establecer las estaciones navales, uno de los cuales era Guantánamo.
Dicha prepotencia levantó tan fuerte oposición desde la Isla, que su interés terminó por circunscribirse a un solo territorio, Guantánamo, y su traspaso tuvo que acordarse en arriendo, el cual se oficializó en la Gaceta Oficial de la República de Cuba del 18 de agosto de 1903, pasado más de un año de la proclamación de la República.
Es de justicia que uno de los puntos imprescindibles para la normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos sea precisamente la devolución, al pueblo cubano, de ese pedazo de tierra que le pertenece.
Esto es comprendido por muchos hombres y mujeres que desde distintas partes del mundo exigen la integridad territorial de Cuba, que tiene tanto tiempo como la base enclavada en la bahía guantanamera. Amigos que nos quieren, nos respetan, nos defienden, nos respaldan.
Uno de ellos es el nonagenario Alex Szarazgat, quien desde su condición de luchador antifascista no ha dejado de luchar en la defensa de toda causa justa, y especialmente de Cuba, a quien ha dedicado muchos esfuerzos y obras, entre ellos, un poema escrito en el 2011 dedicado a Guantánamo que, bajo la afirmación de que creo que vale la pena recordar, está divulgando en el éter. Socializarlo también entre los cubanos, es una manera de agradecer a Alex, colectivamente, lo mucho que hace a favor de nuestra Revolución. Su actualidad así lo amerita.
GUANTÁNAMO
Tierra
gritaron entusiastas
los marinos exhaustos.
Llegaron al paraíso,
lo convirtieron en infierno.
Bella,
exuberante, exótica,
deslumbró con sus encantos.
Políticos delincuentes,
cínicos,
la mantienen cautiva.
Aguas cristalinas
acarician
las rocas de la bahía.
Envían
y reciben mensajes
de amores lejanos,
angustias cercanas.
De cautiverios
y libertades.
Bajo el sol
abrasador del Caribe
comparten
la lúgubre prisión
carceleros y prisioneros.
Unos entrenados
para hacer sufrir,
los otros
sufriendo, gimiendo.
Guantánamo
la bella, exótica, exuberante
bahía secuestrada
ansía su rescate.
Los prisioneros
ansían justicia. Alex 8/5/11
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