La Habana se hace tarde y Gerardo no llega. Es viernes y la cultura cubana festeja otro onomástico, muchos celebran, cubanos de aquí y de allá. Todos lo esperan en el patio del Museo Nacional de Bellas Artes; pero llueve. Quizás suspenderlo es lo mejor. Hay que esperarlo. Solo él decidirá qué hacer.
Llega con prisa, detrás alguien le sigue, alguien despistado pero feliz. Miro el reloj otra vez, espero unos diez minutos más y lo abordo a sabiendas de que no queda mucho tiempo antes del concierto. Me habla franco, sin máscaras, con total naturalidad. Dice que no hay nada novedoso en este concierto, que tal vez lo más novedoso sea su proyecto Té de Jazmín y su hijo Tobías.
Yenli Medina en el bajo, Katherine Rodríguez en el piano y Anai Sánchez en el saxofón y clarinete son los jazmines del té, la segunda generación de este proyecto. Confiesan divertirse mucho, ser amigas ante todo y ponerle un toque femenino a canciones inéditas de Gerardo como Un vaso de agua, Ámame cuando quieras y Yo me río poco.
Graduadas del Conservatorio Amadeo Roldán, la Escuela Nacional de Arte y el Conservatorio de Música de Guanabacoa, respectivamente. Impregnan de alegría la escena, rejuvenecen el repertorio, cantan solas, acompañadas. Son un soplo de aire fresco que necesita mejor promoción en los medios de comunicación.
Gerardo regresa, viene con Tobías, su mejor canción. Compone, toca piano, guitarra. Estudió en el Conservatorio Manuel Saumell. Solo 17 años y un prometedor futuro musical.
Apagan las luces y la sala del teatro de Bellas Artes se inunda con los acordes de Sin obligarte a rezar, El caballero de París, Sábanas blancas, Todas las melodías, El pintor de las cavernas, Amigos, El ilustrado Caballero de París, Son los sueños todavía…, el Té de Jazmín y las canciones de Tobías, un “conciertazo” de lujo por el Día de la Cultura Cubana.
Publicado: 23 de octubre de 2017.
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