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Francisco Garzón Céspedes entrega dos libros fundacionales


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40 años del Movimiento Iberoamericano

de Narración Oral Escénica.

 

En los dos libros del comunicólogo, escritor y hombre de la escena cubana Francisco Garzón Céspedes, publicados en Cuba por la Editorial Adagio: Cómo aprender a contar oralmente y a comunicarse mejor (2011) y La pasión de contarlo todo / Teoría y técnica de la narración oral escénica (2013), aparecen los fundamentos teóricos de este artista oral que ha creado un nuevo género, un nuevo arte en el fascinante mundo de la narración oral.

Son dos textos de consulta y referencia que bien podrían ocupar cátedra en la enseñanza superior no solo en la enseñanza del arte (en realidad para esto, para la enseñanza del arte, han sido editados por la Editorial Adagio con el auspicio del Consejo Nacional de Casas de Cultura del Ministerio de Cultura), sino en todos los ámbitos donde la palabra se torna en acción creadora.

Estos volúmenes, el más reciente (La pasión...) presentado a fines del 2014 en el Museo Nacional de Artes Decorativas (Clausura de la Muestra Iberoamericana de Narración Oral Escénica “Contar con La Habana”), por el periodista y crítico Fernando Rodríguez Sosa y el editor Eliseo Palacios, se suman a los numerosos libros, cuadernos, manifiestos y llamamientos escritos por Garzón Céspedes acerca de la oralidad y la comunicación, y que han sido difundidos con el auspicio de instituciones como la Universidad Complutense de Madrid (por citar una) y publicados por editoriales de Cuba, España, Colombia, México, Egipto, Argentina… tales como El arte (oral) escénico de contar cuentos (Frakson, España, 1991; traducido al árabe, Ministerio de Cultura, Egipto, 1996), Teoría y técnica de la narración oral escénica (Ediciones Laura Avilés / Páginas, España, 1995), Cuentos para aprender a contar (Libros del Olmo / Universidad Surcolombiana, Colombia, 1995; y España, 2003 y 2012), Oralidad escénica (Ciudad Gótica, Argentina, 2006), Entrevistado / La oralidad es la suma de la vida (COMOARTES, México / España, 2009), y también por la especializada COMOARTES: Oralidad es comunicación (2010), Dos llamamientos de la oralidad (2011), El corredor de infinitos (cuentos de nunca acabar; 2012), Defensa de la terminología de la oralidad y de la oralidad escénica (2013).

Francisco muestra (como luego lo muestran encima de los más diversos escenarios los numerosos artistas orales escénicos que ha formado por el planeta, y de estos y junto a él en la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica, muy especialmente el artista oral, profesor y escritor mexicano José Víctor Martínez Gil), muestra, reitero, los universos del "buen decir" no en su sentido estrecho de la oratoria cuyo legado se ha desperdiciado históricamente en el discurso político de no pocos exponentes del pensamiento banal, sino en la infinitud de las capacidades del justo entendimiento razonado sin imposiciones escolásticas.

Las emociones, derivadas de la sensibilidad por sentir y hacer la vida, se tornan en voces inteligentes a través de la gestualidad de los pensamientos. De ahí, precisamente, que un narrador oral escénico se presente, con todas las libertades que los cánones y las leyes del género hacen posible, creado contemporáneamente, descubierto por Francisco, como portador del mensaje de la inteligencia creadora, entiéndase, de la cultura de todos los tiempos.

En mi libro La política cultural de la Revolución Cubana / 1971-1988 (publicado en el 2008 por la Editorial Historia del Instituto de Historia de Cuba), puede leerse:

En dichas peñas (las de La Peña de Los Juglares) desde sus inicios y hasta finales de los años ochenta, su trabajo (el de Garzón Céspedes) se fue insertando como un nuevo arte de la palabra y el gesto fuera de los cánones tradicionales de la expresión artística teatral (ahora de nuevo, La pasión de contarlo todo, demuestra que no es teatro sino oralidad escénica) pues exigía (exige) de todo un proceso de comunicación profundo derivado de la estrecha relación entre los contadores y el público asistente. Junto a las vivencias personales o colectivas, en las peñas se trasmitía el legado de la narrativa cubana y foránea a la vez que ofertaban una visión integral de la labor cultural histórica y contemporánea con sus profundas derivaciones socio-ideológicas, determinadas por sus vínculos con la historia, la psicología social, la escena y la literatura. De ahí, precisamente, que sus objetivos estuvieran estrechamente relacionados con los del mejoramiento humano y la solidaridad, el desarrollo del pensamiento, el fortalecimiento de la memoria colectiva y de la identidad nacional. La Peña de Los Juglares generó un nuevo movimiento de peñas en torno a la música, la poesía, el teatro, las artes plásticas y la literatura en general, cuya expresión estuvo en los llamados Sábados del Libro y Sábados de la Plaza y en las Tertulias de la UNEAC. Como su hilo conductor era la conversación escénica pronto derivó en un proyecto de extensión de la cultura hacia diferentes espacios alternativos y funcionales, tanto abiertos como cerrados: plazas, museos, escuelas, teatros, y en una suerte de periodismo en vivo.

Recuerdo la absurda idea, repetida por muchos ignorantes, de “que las palabras se las lleva el viento”, cuando la antítesis de semejante afirmación se muestra nítidamente a través de la memoria agradecida por quienes formaron incontables devotos de la sabiduría emancipadora. Son maestros eternos devenidos en generadores de códigos morales capaces de agilizar los tortuosos caminos por el perfeccionamiento espiritual.

Así siento, y no de otra forma, como continuidad viva de los siglos ansiados, el quehacer gigantesco de la Cátedra Iberoamericana de Narración Oral Escénica.

La trascendencia de dicho fenómeno develado y desarrollado de la narración oral artística como oral escénica, primero en y desde Cuba, por Garzón Céspedes, aún requiere de continuos ejercicios reflexivos. Suerte que siempre han tenido y tienen los legítimos creadores que nacen y se desarrollan desde la verdad del conocimiento.


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