Buenas noches, estimados amigos.
A pesar de la lluvia, toda Cuba nos está viendo hoy y buena parte de nuestro continente, y por tanto nosotros otra vez recibimos este frente frío con la bendición de aquella sentencia de Mercedes Sosa: “Cambia, todo cambia”.
Y tengo aún delante de mis ojos aquel discurso de Alfredo Guevara en diciembre de 1979, que iniciaba con estas palabras de presentación y una sentencia premonitoria: “Compañeros dirigentes del Partido y el gobierno revolucionario, queridos hermanos de Nuestra América, el Festival es una realidad, parecía un sueño y es por fin una hermosa realidad”.
Y lo hemos hecho otra vez. A 50 años del Comité de Cineastas de América Latina; a 45 años ya de aquel gran acontecimiento cultural y artístico que fue el primer Festival del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana; a 39 de la existencia de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano; a 38 de la creación de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, que ha graduado solo en su curso regular a más de 1000 egresados de 65 países y más de 5000 en talleres de verano y maestrías; a 25 años también del nacimiento en Nueva York del Havana Film Festival, que abrió una ventana desde el corazón de los Estados Unidos al cine cubano y latinoamericano, y que en este mismo escenario reconocimos a Carole Rosenberg y a su equipo con el Coral de Honor.
Nuestro 45 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano ya es una hermosa realidad a cines llenos en las principales capitales de la isla, por sobre cualquier apagón. Y otra vez nuestra gran fiesta ha sido posible con más de dos mil obras inscritas y una rigurosa curaduría de 42 países.
Parecía un sueño imposible desafiar esta crisis energética, y volver a convocar a La Habana en medio del bloqueo real y más feroz contra pueblo alguno en la historia de la humanidad.
Y aquí estamos, vivitos y coleando, honrando una vez más a nuestros mayores, siendo leales a los principios de lo que fue todo un Movimiento y que hoy necesitamos más que nunca.
Igual, como nunca, hay gente que insiste en solo ver los árboles. Hay contrarios y enemigos en las plataformas digitales que hablan, en vez del cine gigante donde celebramos los 27 años de Zafiros, locura azul; donde aparecía Maceo en Baraguá y rompía el pueblo a aplaudir como el primer día; donde estaba Fresa y Chocolate otra vez destrozando dogmas y estereotipos; ahí ellos ven el baño público en una esquina. Como si no fuera el festival una fiesta de pueblo.
Nosotros una y otra vez desafiamos a salir a la calle, a recuperar la pantalla del cine móvil, a poner incluso sábanas en lugares recónditos de nuestra geografía, y proyectar nuestras películas. A tomar nuestros pueblos, nuestras ciudades, nuestras serranías, en el año 2025 en que conmemoramos el Centenario de Alfredo Guevara, fundador empedernido de este sueño, compañero de Fidel Castro en las grandes batallas por este cambio social en Cuba, precursor de este festival.
Por eso anuncio que vamos a retomar aquel trascendente primer Seminario del Nuevo Cine Latinoamericano, que acompañó todas las ediciones del festival en aquel entonces, en verdadero foro maratónico en el Palacio de las Convenciones. Que se planteó al cine en su papel como expresión de cultura e identidad, que debatió la agresión real de las transnacionales y su penetración cultural, discutió la experiencia y situación del cine latinoamericano y permitió intercambiar y hablar entre los cineastas de la región.
Tania Hermida, cineasta ecuatoriana, hija de la Escuela de San Antonio de los Baños, en estos días lo recordaba en pleno debate durante uno de los últimos foros en el Hotel Nacional con una mesa presidida por Tristán Bauer, Víctor Fowler, Rafael Hernández.
Gracias a todos vamos, otra vez, sobre la utopía necesaria, a debatir qué hacer en pleno siglo XXI frente a las transnacionales. Una y otra vez evoco los versos del poeta guatemalteco: “Hay, hermanos, muchísimo que hacer”.
Convocamos en el año del centenario de Alfredo Guevara a celebrar este 24 de marzo como Día Fundacional del Cine Cubano, y hacerlo en un primer encuentro internacional para todo el cine restaurado en este continente, mano a mano con nuestros compañeros de la Fundación Patrimonio Fílmico de Colombia, y con todo instituto nacional de cine que se quiera sumar en América Latina.
Saludo entonces a nuestra Venezuela amada, porque nos ha llegado el mensaje de su ministro de Cultura, Ernesto Villegas, de que podemos estrenar, de manera simultánea y sin costo alguno para casi 200 cines y salas cubanas de video, la película sobre el Cantor del Pueblo, el padre fundador Alí Primera.
Vamos otra vez al sueño de distribuir nuestros filmes con preferencia a países hermanos, de que nuestro cine no tenga que estar pagando ahí donde tiene que ir esa película, hoy Premio de Radio Habana Cuba.
Celebro igual nuestros acuerdos con Trinidad y Tobago, entre la Universidad de ese país y nuestros Estudios de Animación, y el empeño de volver juntos sobre ese evento internacional para la niñez y la adolescencia que fue “Cuba-Anima”, que perdimos y que queremos volver a restablecer año tras año, y paso a paso para el Caribe y Latinoamérica.
Celebro también a nuestros hermanos de Nicaragua y Honduras, y los acuerdos legales firmados.
Vamos de nuevo a la formación de ese personal de oficios del cine, sobre todo en nuestros jóvenes. Vamos a pensar en nuestras series, vamos a pensar en compartir gastos, en coproducir.
Saludo, por sobre todas las cosas, ese sueño de volver a filmar en tierra centroamericana cuando aquí, en el festival de 1979, lo primero que hizo Alfredo Guevara en este micrófono fue saludar a la Revolución triunfante en Nicaragua. Gracias especialmente a la delegación de Rusia Today en Español, por venir a La Habana a celebrar sus 15 años. Así como rabian nuestros enemigos por su presencia, haremos de nuestra amistad un bastión más fuerte, con esa enunciación de que vamos a estar con nuestras cámaras ahí en el cosmódromo de Baikonur, de donde salió el cohete-nave que llevaba al cosmos a un cosmonauta negro, latinoamericano, guantanamero, junto al soviético Yuri Romanenko.
Y agradezco de corazón a la Palestina de mil batallas, que nos haya permitido esta dedicatoria a Gaza; al pueblo árabe todo, a los que en el Líbano hacen morder el polvo de la derrota en medio de tanta hipocresía occidental, y a todos los que enfrentan la agresión sionista. Mañana cualquiera de nuestros pueblos y ciudades puede ser Gaza. ¡Viva Palestina libre siempre desde la tierra hasta el mar!
Que como mismo aceptamos la propuesta de Netflix de exhibir, como preestreno en La Habana, los dos primeros capítulos de la serie Cien años de soledad, les sugerimos, los invitamos, casi hasta que reclamamos y exigimos, que devuelvan a la plataforma la sección de las películas palestinas que retiraron, que suponemos no sea por presión del lobby sionista.
Así termino. Hicimos juntos el 45 Festival los que estamos aquí, sobre dos huracanes, sobre dos sismos en Oriente, sobre cuatro desconexiones del sistema electroenergético nacional, y cuando ─en el buen humor de nuestro presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante el encuentro con los cineastas participantes─, lo único que nos ha faltado era un maremoto.
Es nuestro afán aquella sentencia del Padre Simón Bolívar: “Si se opone la naturaleza, lucharemos contra la naturaleza y haremos que nos obedezca”, o como Fidel, con la capa mojada y sonriendo, esperando el nuevo ciclón por Batabanó. Y su pensamiento guía: “Una Revolución sólo puede ser hija de la Cultura y las ideas”. “La Cultura es lo primero que hay que salvar.”
Bajo esas advocaciones, y en el agradecimiento incluso a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, por haber otorgado este año al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos en su 65 aniversario, la Réplica del Machete del Generalísimo dominicano cubano Máximo Gómez, el Napoleón de las Guerrillas, según decía la prensa inglesa de la época; el primero que nos enseñó a pelear con la carga al machete y a quien debemos un extraordinario filme.
¡Que viva la Patria latinoamericana!
¡Viva el siempre nuevo y grande cine latinoamericano!
¡Viva Cuba Libre!
Imagen de portada: Cortesía del Icaic
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