Su perfil profesional y humano lo sintetiza el prestigioso intelectual cubano Roberto Fernández Retamar al realzarlo como un hombre “tan conocedor de nuestras letras y tan generoso”. Confiesa que el trabajo de promoción cultural es lo más le “ha subyugado” desde hace más de cuatro décadas. Algo que concibe no sólo a partir de la organización de una actividad cultural, un encuentro con escritores o la lectura de un título, sino también, de forma general. Le identifican un alto nivel cultural, además de talento y persuasión a la hora de comunicarse con el público o con sus colegas y amigos. Martiano de corazón, hoy está considerado entre los especialistas indispensables en la labor de promoción y crítica literaria de la Cultura latinoamericana y caribeña. Es el periodista y profesor universitario Fernando Rodríguez Sosa (1), entrevistado por el periódico digital Cubarte.
Sus primeros pasos como periodista y promotor cultural, ¿cuándo y dónde se inician? ¿Cómo logra identificar ambas vertientes?
Tras graduarme en la Universidad de La Habana en 1974 (curso diurno), decido permanecer allí, pues en aquella época cuando te graduabas debías transitar unos tres años en la labor de Servicio social, como simple periodista. Sin embargo, en mi caso entré a trabajar en ese alto centro de estudios en la dirección de Extensión Universitaria y como jefe de un departamento ¡Imagínese, con tan solo 21 años de edad, recién graduado y con nuevos criterios y horizontes, dirigir un departamento donde existían personas que me triplicaban la edad! Por supuesto que de inmediato choqué con la realidad.
Pues bien, eso fue lo primero que realicé en mi vida profesional, mas tuve la inmensa fortuna de que en el mismo año en que me gradúo (1974) y en la fecha ocho de septiembre, Día Internacional del Periodista, se publica por vez primera mi primer trabajo en la ya más que centenaria revista Bohemia (2). Aquel fue un comentario sobre el periodista chileno Augusto Olivares, quien cayó combatiendo en el Palacio de la Moneda durante los terribles hechos del once de septiembre de 1973 en Chile, cuando fue derrocado el Gobierno de la Unidad Popular del presidente Salvador Allende, elegido constitucionalmente, y en que toma el poder la junta militar fascista de Augusto Pinochet.
Anteriormente había realizado algunas prácticas pre profesionales en el periódico Juventud Rebelde, entre otros centros, sobre informaciones diversas referidas a las organizaciones de masas del país, algo que para mí constituyó un sello de identidad, al ir marcando a la vez una labor de promoción cultural paralela al ejercicio del periodismo. En pocas palabras, desde 1974 hasta hace unos siete u ocho años siempre he desempeñado cargos de dirección, pero jamás he abandonado la labor periodística.
Siempre he sido del criterio que el Periodismo no significa una carrera para la obtención de una patente de corso, para la obtención de un aval, sino para ser un profesional de la prensa.
En Extensión Universitaria permanecí durante cinco años hasta cambiar su nombre por el de Departamento de Cultura de la Universidad de La Habana. Allí trabajé en labores editoriales como fueron, entre otras, las convocatorias relacionadas con el Concurso 13 de Marzo, certamen desaparecido hace unos años lamentablemente, relacionado en un inicio con la Literatura hasta luego serle adicionados otros géneros (propuesta hecha por mí) como los del Periodismo: prensa escrita, entrevista, artículo, crónica, reportaje, artes visuales…También editaba los textos premiados, además de una serie colateral de Cuadernos de Arte y Literatura inclusivos de temas interesantísimos. Nunca olvidaré dos tomos de aquellos cuadernos titulados Herramientas del idioma, que incluían una selección de textos escritos por estudiosos y lingüistas preparada por el desaparecido narrador y crítico Bernardo Callejas. Al mismo tiempo se confeccionaron cuadernos relacionados con el cine, el autor de uno de ellos fue la crítica Ercilia Saldaña-, al igual que otros dirigidos a los públicos infantil y juvenil.
Otra línea de trabajo fue la promoción de actividades programadas por Extensión Universitaria: exposiciones, concursos, galerías… De esa forma me fui encadenando con la labor de promoción, la que me ha ido cautivando con el decursar del tiempo tanto en los medios de difusión —y este es el caso desde 1997 del programa televisivo Escriba y Lea—, u organizando acciones diversas de promoción cultural.
Actualmente, tengo a mi cargo los llamados espacios de librería como son: Libro a la Carta (15 años de creado); Páginas inéditas (5 años), e Invitación entre puentes (16 años), además de Palabras en la Caribeña, auspiciado por la escritora y artista cubana de la Plástica, Teresita Gómez Vallejo. En 1992 inicié, en CMBF Radio Musical Nacional, el espacio de comentarios literarios Invitación a la lectura, de frecuencia semanal, con entrevistas a escritores.
En dicha emisora colaboro actualmente en el noticiero Aconteceres; en los programas Ámbitos (desde 1995) y A las 12 (desde el 2009), inclusivo de comentarios semanales sobre temas literarios, y Con oído de lector, una sección de crítica literaria que, desde 1997, se transmite por el programa Esta mañana, de Radio Metropolitana.
En la emisora Habana Radio, perteneciente a la Oficina del Historiador de la Ciudad, escribí el guión de Martí nuestro y en la actualidad preparo además los programas La Habana en versos y De su puño y letra. En Radio Ciudad de La Habana, mantengo, desde hace más de tres lustros, una columna literaria semanal en el programa Hoy.
La Universidad de La Habana, ¿su lugar de trabajo de preferencia?
Para nada, no obstante haber sido el lugar donde me desempeñé durante cinco años, y donde logré mi apertura al mundo como profesional. De allí pasé a la revista Revolución y Cultura, perteneciente al Ministerio de Cultura, de donde realmente jamás me hubiese movido. Aquel fue un trabajo muy enriquecedor y es el que me hubiera gustado continuar haciendo pues considero que crear una publicación es como crear un hijo. Luego vienen con él otros problemas y angustias, pero todas enriquecedoras. Sin embargo, por otras circunstancias, fui promovido a Jefe de Prensa de dicho Ministerio. Otro lugar donde hubiese continuado muy gustosamente mi vida laboral hubiese sido la Fundación Alejo Carpentier, institución cultural con posibilidades de realizar acciones muy importantes.
Desde 1974, colabora en publicaciones periódicas cubanas, en especial con temas literarios. ¿Ha explorado en otros temas relacionados con las temáticas internacional, política, ideológica, económica, religiosa…?
Mis temas siempre han estado referidos a la cultura. Sí estuve durante largo tiempo colaborando en la revista Bohemia, donde realicé críticas sobre radio y televisión; escribí reportajes en la sección Literatura y Arte de esa publicación. Algunos los recuerdo con mucha satisfacción como fueron, entre otros, un reportaje sobre la cultura en Mongolia; sobre la pantomima en Cuba, en que entrevisté a los artistas de ese género Olga Flora y Ramón. Siempre ha sido la Literatura lo fundamental y preferencial en mi vida y, dentro de ella, la cubana y sus géneros más sobresalientes: la poesía y la narrativa. También le brindo especial atención al tema de la Literatura Infantil y Juvenil en nuestro país, que siempre he observado como de gran alcance y trascendencia.
Debo destacar que, antes de 1959, no existía un movimiento de literatura infantil y juvenil en Cuba. Era algo subvalorado. Ya después del triunfo revolucionario es que se realiza un movimiento coherente al respecto con la convocatoria a concursos de literatura afines al espectro infanto-juvenil, y a partir también de la creación de la Editorial Gente Nueva, y su inserción en catálogos editoriales… Hoy comparable, en cuanto a organización, interés y voluntad editorial y profesional, a cualquier otro movimiento que se realice en otras partes del mundo.
¿Cuál es el principal problema o handicap en este tipo de Literatura? La falta de promoción internacional, su falta de visibilidad, el poco conocimiento en el mundo acerca de lo que se está haciendo en la Isla relacionado con esta Literatura. Necesita ser reconocida por sus valores reales.
A esto quisiera añadir, como apreciación muy personal, una línea que respeto pero que no comparto totalmente, y es la que aborda temas de la realidad bastante duros (de realismo crudo), como son aquellos de niños y jóvenes con padres que padecen de Sida; de niños y jóvenes hijos de padres y madres gays y lesbianas; niños y jóvenes con padecimiento de Sida, con conflictos familiares, sociales… Esta es la Literatura infantil y juvenil que hoy se lee en buena parte del mundo. Una Literatura con un excesivo tratamiento de los conflictos del mundo contemporáneo.
En este aspecto me considero bastante convencional, más tradicional. Quiero los cuentos de hadas, las historias de Dora Alonso, de Nersys Felipe… La fantasía, la magia, que tanta falta hace en ese período de la vida. Hay edades para todo, hasta para enfrentar todos los problemas, y las etapas de la niñez y la juventud son irrepetibles en la vida. Hay que escribirlas y crearlas con belleza. Afortunadamente ya existen algunos textos de jóvenes escritores cubanos quienes están rescatando esa forma de escritura, la de la más pura fantasía.
Tiene a su cargo la sección de Letra Viva en la revista Cuba Internacional, especializada en el libro y la literatura. Sus experiencias.
Colaboro en Cuba Internacional desde su existencia en soporte de papel, y he transitado durante años por distintas secciones de esa publicación. En la sección Cara a Cara, por ejemplo, realizando entrevistas, comentarios de libros y, actualmente —ya en soporte digital—, estoy al frente de la sección Letra Viva, que es eminentemente informativa, capsular y donde comento sobre libros. Su misión fundamental es la de dar a conocer en el extranjero el catálogo editorial actual de nuestro país, con los títulos más significativos que se han publicado en fechas recientes o que se están publicando. Cada edición de Letra Viva publica tres libros, y es por ello que trato de equilibrar los géneros, aunque siempre uno de ellos esté dirigido a la literatura infantil-juvenil.
Desde 1977 encabeza la sección de Comentarios literarios en el programa televisivo Escriba y Lea. ¿Qué incidencias ha tenido para usted este espacio de crítica literaria en la Televisión cubana? En su opinión, ¿quién es la figura más representativa en él?
Realmente comencé a trabajar en ese espacio televisivo producto de una situación circunstancial. Hace años atrás, la asesora de ese programa, Lesbia Echevarría, decidió hacerme una prueba de aptitud ante la cámara que pasé sin problema alguno. En un tiempo estuve alternando ese espacio junto al escritor y profesor universitario Guillermo Rodríguez Rivera hasta que, finalmente, me quedé solo haciendo los comentarios literarios. Este es un trabajo que siempre he considerado muy enriquecedor e interesante —siempre he dicho que es la punta del iceberg de mi labor profesional—, al verte obligado a explicar (en tres minutos y en televisión), los aspectos más sobresalientes de una obra, de un autor y de su editorial. Sí trato por todos los medios de brindarle al televidente los elementos esenciales o elementales que le acerquen al libro, su autor y editorial
Tengo muchas anécdotas al respecto. Por ejemplo, en una ocasión en que estoy en una agencia de pasajes, me dice una amiga mía trabajadora en él: “Fernando, te voy a presentar a este compañero quien trabaja en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT). Me dice entonces el señor: ¡Ah, yo le conozco, de verlo en televisión! Y siempre les digo a mis colegas de trabajo: Miren, ahí tienen un ejemplo, y es el de que para ser un buen comunicador, no hace falta ser bonito para salir en la televisión”.
En mi opinión, la figura más representativa en Escriba y Lea es la doctora María Dolores Ortiz, de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Ella es el rostro, la imagen y la esencia de ese programa, y quien se ha mantenido durante más tiempo en él de manera inalterable. Todos los que han conformado el panel de ese espacio -tanto los desaparecidos (Cepero Brito), como los actuales-, son verdaderos humanistas de profesión, poseedores todos de un vasto nivel cultural.
Martí en su labor como crítico literario.
Martí es mi todo. Todo lo que hago, escribo, analizo en mi crítica literaria es a través de la obra de nuestro José Martí. Siempre he dicho que mi crítica literaria es martiana. Entre otros libro, poseo uno de cabecera: el Diccionario del Pensamiento Martiano, de Galarraga, publicado en nuestro país hace algunos años. Una obra que considero fundacional, imprescindible, para todos aquellos estudiosos del mundo de la Literatura. No hay que olvidar que Martí prefería que cuando una obra literaria no merecía juicio alguno, era mejor no hablar acerca de ella. Y este criterio martiano siempre ha estado conmigo. Prefiero observar y destacar lo bueno, lo positivo, lo más significativo de una obra literaria como precepto martiano.
¿Cuáles son los comentarios críticos de su preferencia como comunicador?
Todos los relacionados con la Literatura, sin desdeñar por supuesto, la música y la danza.
“Invitacion a la Lectura”, ¿no podría hacerlo extensivo a personalidades de la Cultura cubana en general?
Tengo un nuevo proyecto dirigido a la emisora Habana Radio que aun no he comenzado a grabar: Mi libro preferido, con 27 minutos de duración, y su propósito es el de entrevistar a personas de cualquier esfera del conocimiento humano —artista, médico, ingeniero, arquitecto, pintor... —, y el pie forzado sería su libro preferido. Por ejemplo, escojamos una novela como Cumbres Borrascosas, de Emile Bronte. Luego que el invitado comente por qué desde muy joven ha sido su obra preferida, el diálogo se detiene para darle paso a la voz del locutor en off, quien leería una reseña sobre dicha novela. A continuación se suscitaría una conversación entre periodista e invitado en la que ese último aborde cuestiones relacionadas con su vida profesional.”
Critica literaria actual, ¿qué observaciones hacerle?
Juan Marinello abordó el tema sobre la indigencia crítica que tenemos, la inexistencia en Cuba de crítica literaria. Sin embargo, pienso que ella existe, aunque está mal orientada en ocasiones, al igual que existe total desconocimiento acerca de los medios o públicos para los cuales se escribe, como es el caso que a veces se publican trabajos en un órgano de prensa que resultan ininteligibles. Hay que saber de antemano para qué públicos se emitirán textos críticos, y cuál es el perfil de la publicación encargada para ello. No es igual redactar una crítica literaria sobre música, cine o teatro en el diario Granma, que en Cine cubano o en La Letra del Escriba, especializada en Literatura. Hay que saber discernir. Lo importante también en el ejercicio de la crítica es que orientes al lector acerca de los valores que caracterizan a ese título que se dispone o aspira a leer. Como crítico literario, de música, de teatro, de danza… eres un instrumento para facilitar el acceso del público a ese producto cultural. Por tanto, la labor del crítico es realmente orientadora, de orientación del y por el gusto.
De sus premios, reconocimientos, distinciones, ¿cual atesora con mayor orgullo?
El Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro, al reconocer la labor de toda la vida, al igual que el Premio de Promoción de Lectura Raúl Ferrer, que me otorgase la Biblioteca Nacional José Martí, en reconocimiento a mi labor de promoción sobre el hábito de lectura.
¿Como distingue al público cubano?
Es muy receptivo, respetuoso y siempre ávido de tener nuevas informaciones y conocimientos. Percibo mucha retroalimentación con el público que me escucha, que me observa…Sin embargo, en estos momentos estoy recibiendo casi a diario más reconocimientos del público cubano que escucha la radio —en especial, el programa Estaciones, de Radio Rebelde—, comparado con el televisivo de Escriba y Lea, y es que la radio continúa siendo un medio de comunicación indispensable para todos los públicos”.
¿A qué más aspira en su vida profesional?
Hacer cine, es el único trabajo que me falta por experimentar. Me gustaría hacer algo en pantalla, pues ya tengo cosas hechas en la prensa escrita, la radio, la televisión y en el mundo digital.
Nota
(1) Fernando Javier Rodríguez Sosa (La Habana, Cuba, 3 de diciembre de 1952). Periodista, crítico literario y promotor cultural. Recibió la Distinción por la Cultura Nacional (2000), que otorga la República de Cuba. Graduado de Licenciatura en Periodismo, en la Universidad de La Habana, en el curso 1971-1974. En el 2013, la Universidad de Ciencias Pedagógica Juan Marinello Vidaurreta, de Matanzas, le otorgó la categoría docente principal de Asistente. Ha recibido más de una decena de premios y menciones en concursos periodísticos y literarios nacionales.
(2) Revista Bohemia: Fundada el 20 de mayo de 1908, su director fue hasta 1927, Miguel Ángel Quevedo Pérez, a quien le sustituye en el cargo en 1927 su hijo Miguel Ángel Quevedo de la Lastra. Bohemia fue el principal medio de prensa del país, el de mayor circulación y ascendencia en la opinión pública y el más decidido opositor al régimen de Fulgencio Batista, con sus páginas abiertas a esas opiniones, sin excluir la de los dirigentes revolucionarios, que desempeñó un rol fundamental en la conformación del repudio al gobierno.
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