Con el amanecer de hoy (12 de junio de 2017) recibí la noticia de la muerte de Fernando Martínez Heredia. Es muy difícil sintetizar lo que su pérdida significa en tiempos tan complejos, tan necesitados de buena luz, como la que constantemente el honrado sociólogo aportaba erguido sobre la ciencia y la ética, que para él eran inseparables. Que su partida sirva para que prestemos la mayor atención a las advertencias que una y otra vez Fernando hizo con tanta modestia como sabiduría, y firmeza, será el mejor homenaje que podamos tributarle, quizás el único digno del servicio que en vida se propuso brindarle a la nación, a las ideas emancipadoras, al socialismo verdadero (no real: adjetivo que remite no solo a lo cierto, sino también a la realeza monárquica), a la democracia sincera que buscaba José Martí, a una revolución que dejaría de serlo o no serviría para nada bueno si permitiésemos que dejara de ser como su líder fundador la concibió y quiso que fuera: de los humildes, con los humildes y para los humildes.
Luis Toledo Sande
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