Fernando Alonso tiene muchas cualidades para ser inmortal. El bailarín, coreógrafo y gran pedagogo, uno de los creadores imprescindibles del Ballet Nacional de Cuba, junto a Alicia y Alberto, y de la Escuela Cubana de Ballet, el que entrenó a generaciones de artistas hasta casi el final de su vida, quien elaboró la metodología de la enseñanza de esa manifestación, director del BNC desde 1948 hasta 1974, quien redimensionó al Ballet de Camagüey a partir de 1975, transformando a esa provincia en un centro importante de la danza, y director desde 1992 de la Compañía Nacional de Danza de México…, hubiera cumplido hoy, 27 de diciembre, 106 años. Un instante oportuno para regresar al Maestro y desandar sus huellas. Esas que dejó en hechos y palabras.
En el año 2000 Fernando Alonso alcanzaba el Premio Nacional de Danza. Pocas horas antes de darse a conocer la máxima condecoración que otorga el Consejo Nacional de las Artes Escénicas a personalidades que han dedicado su vida y obra a esta manifestación, conversó con este periodista. Y como entre los nombres que brillaron ese año en las nominaciones, estaba el de Fernando Alonso, que finalmente lo obtuvo pregunté. Si alcanzara el Premio, ¿qué pensaría?. “Me preocupa porque todos los nominados son merecedores del galardón, si me lo entregan sentiré que ellos lo han compartido conmigo”.
En ese momento, hace ya 20 años, el ilustre artista recordó el pasado, ese que poco después regresaba de pronto escoltado de una inmensa alegría. Valgan estos fragmentos para esculpirlo hoy desde las palabras…
¿Algún secreto para mantenerse tan joven? “Mantenerme así indudablemente que el ejercicio, no se cuán bien (risas). Ayer estaba en el gimnasio haciéndolos y la gente me preguntaba: qué edad tiene, 60 años. No, mi hijo, respondía, tengo 85!!“. Pero la danza tiene su magia. “Casi todos los bailarines han sido longevos, parece que es el ejercicio que hace mucho bien.” Y algo interior... “Eso es muy importante también”.
El 2000 es un año muy especial para usted. Junto con Alicia y Alberto, es artesano mayor de nuestra danza, porque son los constructores de todo lo creado después de aquella primera Academia Alicia Alonso que este año festeja su aniversario 50. Hemos estado recogiendo por años, en la danza, los frutos de esa cosecha. “Verdaderamente lo considero un impulsito que nosotros le dimos al principio, después siguió rodando con esa bola de nieve que cae por la montaña. Pero mucha gente ayudó en ese impulso original. En primer lugar, el pueblo de Cuba que se hizo consciente de lo que es la danza. Hoy, los teatros se repletan cuando hay funciones de ballet y danza, en cualquier día de la semana. Esto demuestra el entusiasmo que ha prendido en nuestro pueblo”.
Eso es lo que le ha dado el desarrollo, aunque no podemos olvidar a muchas personas que nos ayudaron en aquel entonces: el departamento de Cultura de la FEU, y otras organizaciones culturales existentes en Cuba, pero fundamentalmente, el pueblo que baila por naturaleza, dijo el Maestro. Es heredero de los españoles que son bailarines y el pueblo africano que es rítmico y también bailarín, se unen esas dos condiciones y quí tenemos el resultado. De los certámenes de danza para estudiantes, comentó que está contento, “estos concursos son buenos porque uno compara, ve lo que se ha hecho, lo que ha pasado en años anteriores y lo que puede pasar en los años futuros. Es muy importante, a mi juicio”.
En los últimos tiempos, Fernando Alonso ha estado trabajando en México, cómo ha sido ese tiempo. “Allí es un poquito lejos de mi país, que amo mucho y no puedo olvidar en ningún momento al pueblo que uno quiere tanto. Se han portado muy bien conmigo, me han otorgado un doctorado Honoris Causa en la Universidad, me entregaron el Premio del Arte (1999), y me malcrían mucho. En los últimos tiempos he estado reorganizando el sistema de enseñanza de la Universidad Autónoma de Nuevo León (Monterrey), y reparando los maestros de danza allá”.
El Maestro regresará a Camagüey donde guió también durante largos años, la segunda compañía de danza cubana. ¿Dará clases? “Si están ensayando, casi siempre me dejo caer por allí y “meto la cuchareta” como se dice, pero voy a ver la familia que me queda. Estoy en casa. Esa compañía ha mantenido en el tiempo el hálito de la juventud, esa que sale de sus poros. “La vejez es un estado de ánimo, y como uno siempre está trabajando con jóvenes..., ellos le inyectan a uno ese espíritu juvenil. Me encanta estar al lado de ellos, me hacen sentir joven y eso es importante”. La vida es dura y en el bailarín se multiplica “es muy dedicada, sacrificada”. Pero tiene la magia que esse sacrificio se recompensa con el descanso y, sobre todo con los aplausos, “como uno se entrega al público y éste lo recibe a uno. Eso provoca una gran felicidad en la persona. No es hacia uno, sino hacia fuera que uno se proyecta”.
El Apellido Alonso...sinónimo de danza...
Como profesor Fernando Alonso dejó sus huellas, incluso más allá de sus 90 años, en célebres academias y compañías de Estados Unidos, México, Rusia, Francia, Colombia, Canadá, Bulgaria y Bélgica. Pero hurgando en sus inicios, el año 1931 marca la primera vez que Fernando asiste a la primera función de la Escuela de Baile de la Sociedad Pro Arte Musical, allí comenzó su amor por la danza, que según expresó en una ocasión, era una manifestación que recogía sus dos pasiones: la música y el ejercicio físico… Algo que cobró mayor fuerza aún en el momento que su hermano Alberto entra en Pro Arte. Así la historia, cuando en 1935 termina sus estudios en Secundaria, en los Estados Unidos, vuelve a La Habana y decide entrar en la escuela de la Sociedad Pro Arte Musical, que en ese entonces presidía su madre. En 1936 realizaría su debut escénico en el ballet Claro de luna, junto a Alicia Alonso.
Hacia 1937 sigue sus estudios de danza en Estados Unidos en la Academia del bailarín ruso Mijaíl Mordkin, además actuaría en Broadway en comedias musicales. Recibió clases en la Escuela del American Ballet con los célebres George Balanchine, Alexandra Fedorova y Anatole Oboukoff, y en 1939 formó parte del American Ballet Caravan. Un año después integra el Ballet Theatre of New York –American Ballet Theatre, hoy- donde llegó a solista. Pero todo ello no lo alejó de la Isla, pues sus ansias de desarrollar el ballet clásico aquí lo atraía cada año, donde participaba con el Ballet de la Sociedad Pro Arte, interpretando disímiles papeles en obras como Petroushka y Las sílfides, de Mijaíl Fokine, Antes del Alba, de Alberto Alonso…, y en 1945 montó junto con Alicia Alonso, Giselle, ballet donde ellos asumieron los papeles principales.
Como dato interesante, su última actuación tuvo lugar en 1956, en la función del Estadio de la Universidad de La Habana, donde interpretó el Poeta –rol masculino principal de Las sílfides. Pero después subió a escena como bailarín demi caractere en el Hilarión, de Giselle.
Fernando Alonso fundó, hacia 1962, la Escuela Nacional de Ballet que dirigió hasta 1968, esa que en el 2014 adoptó su nombre como símbolo. Esa Escuela tuvo como antecedente la Academia de Ballet Alicia Alonso (1950) y fue el escenario de los comienzos del artista, como maestro y pedagogo, y formadora de la primera generación de bailarines cubanos, esos que son fundadores de la actualmente reconocida escuela cubana de ballet.
El apellido Alonso, sinónimo de danza en Cuba, es, precisamente, el de los fundadores... Cuando mira lo realizado, la inmensa tropa de bailarines que son deudores de ese apellido y que cruzan por los escenarios (le comenté en una ocasión) respondió: “siento que son hijos en una forma. Y ya tengo nietos, y estoy empezando a tener bisnietos en la danza, aunque en realidad también tengo dos bisnietas. Pero es así como uno se siente, un poco hijo, un poco nieto. Es una larga familia que se há multiplicado, siempre es una alegría encontrarme con ellos”.
Cincuenta años se dice rápido... Y recordó, entonces, aquella primera clase que él impartió. “Fue en el año 49, porque la compañía de ballet se fundo en el 1948, pero al siguiente año, cuando estábamos en Santiago de Chile, El maestro que daba clases se enfermó, preguntaron quién iba a impartirla..., y me señalaron. Yo entonces bailaba, fue algo distinto, a la gente le gustó y pidieron que siguiera haciéndolo. Desde el 1949 hasta la fecha.¿Te imaginas cuántas clases he dado en mi vida?” (risas).
¿Sin la danza no puede vivir? “No, porque es mi vida, es mi vida”. Y la ¿danza? para el Maestro que la ha hecho y la ha vivido... “Siento que todos bailamos algo, porque el movimiento es danza. Y ella es la poesía de ese movimiento. Todos tenemos algo de bailarín dentro, cuando nos soltamos en un cafecito de noche y empezamos a bailar rumba, salsa, todo eso es danza, en una forma u otra. Pero desde el hombre primitivo hasta nuestros días bailamos, seguiremos bailando”.
El Maestro también seguirá siempre en nosotros, marcando el camino de la Danza en Cuba... No lo olvidamos.
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