En estos días de tantas malas noticias, ha sido una muy
feliz que al director de fotografía Raúl Rodríguez le haya sido otorgado el
Premio Nacional de Cine 2017; muchos nos alegramos porque en estos tiempos los
buenos, sabios, modestos y sencillos, merecen de veras ser reconocidos.
Decirle maestro a Raúl Rodríguez no es la retórica habitual y a veces adulona sobre muchos; en su caso su maestría artística “se ve a simple vista”; sus dotes están plasmados certeramente; es un teórico sagaz de la fotografía cinematográfica y por demás, es profundo y espontáneo su interés por compartir su sabiduría y experiencias acumuladas en más de cincuenta años de faena fotográfica en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), o lo que es lo mismo haciendo la historia del cine cubano documental y de ficción.
Raúl Armando Rodríguez Cabrera (Santa
Clara, 27 de octubre de 1939) comenzó a trabajar en el ICAIC en el año 1961
como editor de documentales en soporte de 35 milímetros. Ya en el 64 se
desempeña como foquista y operador de cámara y al año siguiente se inicia como
camarógrafo de documentales y noticieros. Es en 1976 que se convierte en
director de fotografía en largometrajes de ficción; su primer filme es Rancheador (1976), del cineasta Sergio
Giral.
Aprendió de grandes de la cinematografía cubana como Néstor Almendros, Jorge Hajdú, José López (Lopito), José Tabío y Antonio (Tucho) Rodríguez, entre otros, y participó de los cursos que impartió en Cuba el director de fotografía eslovaco Vladimir Jesina.
Raúl Rodríguez es de los privilegiados pues trabajó junto a Santiago Álvarez como fotógrafo y corresponsal en el Noticiero ICAIC Latinoamericano, durante cerca de quince años.
Su filmografía cuenta más de cien películas documentales, noticieros ICAIC y largometrajes de ficción; muchos realizados bajo el signo de la experimentación en la que se mueve a gusto; en todos, su traza creativa; algunos premiados por jurados; la mayoría admirados por la crítica y los espectadores.
Entre sus trabajos más relevantes se cuentan Maluala (1979) y Plácido (1986), de Sergio Giral; Guardafronteras (1980) y Derecho de asilo (1994), de Octavio Cortázar; Polvo rojo (1981), de Jesús Díaz; El desayuno más caro del mundo (1988), de Gerardo Chijona; Nada (2000), de Juan Carlos Cremata; La bella del Alhambra (1989) y Verde verde (2011) de Enrique Pineda Barnet; Espectros (2005) y Viaje de un largo día hacia la noche (2006), de Tomás Piard; Páginas del diario de Mauricio (2006), de Manuel Pérez y La piscina ( 2012), de Carlos Quintela.
Trabaja como profesor en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y colabora como director de fotografía con la Productora de Documentales “Octavio Cortázar”, de la UNEAC.
Pero
Raúl, a la vez persigue que otros se apasionen con el cine, de ahí que sea
además de profesor un gran promotor del mundo fílmico; ha
realizado talleres de formación y conferencias para fotógrafos en Cuba, México,
Ecuador, Colombia, Panamá, Puerto Rico, Portugal y España; y dicen que tiene en su propia casa una
cinemateca, con cartelera de programación y todo.
Tengo
un recuerdo estremecedor gracias a Raúl Rodríguez; cuando se estrenó el filme Philadelphia (1993) del director estadounidense Jonathan
Demme, protagonizada por Tom Hanks y Denzel Washington, muchos sabíamos de su existencia,
pero en Cuba no se programaba ni en el cine, ni en la televisión; gracias a una
gestión del maestro, los especialistas del Centro Provincial del Cine de La
Habana, y algunos “colados interesados”, pudimos verla.
Pero pudimos verla con los ojos que necesitaba esa película en aquellos tiempos, porque Raúl Rodríguez, Premio Nacional de Cine 2017, tiene entre sus cualidades la de enseñar, desde la modestia, a mirar desde su lente.
Deje un comentario