Evocación necesaria


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La historia del arte en Cuba se sustenta sobre los aportes de múltiples creadores, entre los que resultan inolvidables aquellos artistas que ya no nos acompañan físicamente, pero cuya obra ha nutrido las fuentes diversas de todos los que aún continúan la senda que otros abrieron.

Esa afirmación nos retrotrae en el tiempo a recordar la obra de dos relevantes artistas cubanos separados por la distancia de sus fechas de nacimiento y muerte, las diferentes regiones cubanas donde desarrollaran sus vidas y el tipo de obra que produjeron, mas que fallecieran coincidentemente en este mes de agosto, ellos son el pintor, grabador y escultor Rodolfo Hernández Giró (Santiago de Cuba, 18 de abril de 1881- 27 de agosto de 1970), y el dibujante, diseñador y grabador José Gómez Fresquet, Frémez (29 de diciembre de 1939-28 de agosto de 2007).

Rodolfo Hernández Giró es el autor del Monumento a Perucho Figueredo que se halla en la Plaza de Marte de Santiago de Cuba, otras obras suyas son un relieve en bronce con el tema de La Invasión que se halla en el obelisco ubicado en Los Mangos de Baraguá y un homenaje a José de la Luz y Caballero, en la otrora Escuela Normal de la provincia oriental. Además, fue un reconocido paisajista en la técnica de la acuarela y el óleo en el Oriente cubano. Según él mismo afirmara en una conferencia cierta vez, consideraba que era imposible ser pintor y no cultivar el paisaje en la zona oriental, donde las montañas se ven tan próximas.

Rodolfo Hernández Giró fue un creador inquieto que cultivó otras artes, como la música, pues podía ejecutar varios instrumentos y el teatro, para el que además de realizar escenografías, escribió comedias. Todo ello sin dejar de mencionar su histórica faceta como profesor de arte. Esa versatilidad que le caracterizó se relaciona con su ambiente familiar, dado que su padre fue un profesor y compositor santiaguero, su hermano Juan Emilio Hernández Giró, un prestigioso pintor, y estuvo emparentado con ese otro gran artista que fue el pintor Guillermo Collazo. Estudió en la Academia Nacional de Haití, país adonde la familia debió emigrar durante la Guerra de Independencia, y luego en la Academia Municipal de Bellas Artes de Santiago, con los hermanos Félix y José Joaquín Tejada. Pero también viajó con su hermano a Europa en los primeros años del pasado siglo XX, aunque su obra no fue marcada u orientada de forma innovadora por las nacientes vanguardias artísticas y estéticas europeas. De allí regresó, sin duda, con una vasta experiencia que aplicaría a su regreso en su ciudad natal, cuando en 1912 comienza a ejercer como profesor de la Academia Municipal de Bellas Artes y profesor de dibujo de la entonces Escuela Normal de Oriente, una tarea valiosa en aquel periodo académico e histórico.

El 20 de octubre de 1928 se inauguró el Monumento a Perucho Figueredo en Santiago de Cuba, concebido con la tipología de obelisco y aunque modesto en cuanto a lo formal y a su escala, fue el único que existió durante medio siglo sobre el tema. A la vez fue una obra a la que contribuyó definitivamente el propio pueblo santiaguero, y donde se evidencia la capacidad de laboreo en la fundición de Rodolfo Hernández Giro.

En el siglo XX nace Frémez, como se hacía llamar y firmaba José Gómez Fresquet, que obtuviera el Premio Nacional de Artes Plásticas en 2005. Dibujante humorístico, diseñador gráfico y grabador, este artista a lo largo de su carrera y hasta los 67 años en que falleció, se caracterizó por ser una notable figura de la serigrafía no solo en Cuba, sino también en el ámbito latinoamericano, con una obra siempre comprometida con valores de la equidad y justicia social. Principales publicaciones cubanas como los periódicos Revolución, y la Revista Bohemia, entre otros, fueron los primeros soportes donde podemos apreciar el inicio de su gráfica. Labor que luego extendería a otros ámbitos como la dirección artística y publicitaria.

Fue, junto a otros artistas, fundador del Taller Experimental de Gráfica de La Habana (1962) y asimismo desempeñó un papel relevante en la época de oro de la cartelística cubana que halló sus mejores exponentes en la obra realizada por los creadores cubanos desde el Consejo Nacional de Cultura, la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), la COR, la Casa de las Américas y el ICAIC.

Resulta paradigmático su quehacer en la litografía y la serigrafía en los años sesenta y setenta con un marcado énfasis de denuncia hacia las sociedades consumistas, las guerras y la injusticia social. En ese sentido una obra muy reconocida es Canción americana (1969) conocida también como La modelo y la vietnamita, una serigrafía en que logra comunicar con gran fuerza de síntesis proveniente del pop art una denuncia antibélica y social mediante dos figuras femeninas que contrastan metafóricamente cual dos mundos opuestos, el de la guerra y el de glamour consumista.

Frémez fue director artístico de varias importantes publicaciones la revista Cuba, La Gaceta de Cuba, entre muchas otras; trabajó como publicista corporativo, intervino en eventos de moda, así como en la organización de muestras expositivas y se introdujo, de forma adelantada, a inicios de los noventa en el empleo de las herramientas digitales. Ocho años antes de su desaparición física, en 1999, se le realizó una importante exposición retrospectiva de toda su obra en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam en La Habana.


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