Este 31 de julio es indudablemente un día triste. Uno escucha la noticia, y recuerda momentos cerca de quien tanto hizo por La Habana y toda Cuba. La gente lo comenta en la calle, los centros laborales, las viviendas…, y se percibe el dolor en los tonos de las voces, en las miradas…: Eusebio Leal se ha ido a los 77 años de edad.
Muchos lo dudaban al principio, pues desde hace más de un año solía mencionarse en forma de rumor, pero luego reaparecía él, prueba ineludible de vida. Ahora es verdad, terriblemente cierto. Ocurre en el 2020, un año maldito ya en la mente de millones.
Cuelgan sábanas blancas desde los balcones, algunos desempolvan fotos, se adentran en videos y textos de quien dedicó la mayor parte de su vida a una ciudad y a un país que tanto ayudó a crecer.
Eusebio, Maestro de Juventudes de la Asociación Hermanos Saíz, es también uno de los símbolos de su Habana. Aquí se sentirán siempre sus pasos, la voz pausada, la capacidad para convertir sueños en realidades. Me parece verlo otra vez polemizar con los jóvenes, alertar, transmitir esa pasión por una Cuba siempre mejor.
Gracias a la memoria se escuchan también algunos chistes, observamos sus gestos, esa armonía entre las palabras, el corazón y las manos. Logró un estilo muy propio y a la vez cautivador, como un ser sumamente singular, que despertaba aplausos con facilidad, pero sobre todo una empatía, un cariño especial en artistas, campesinos…, el pueblo en general.
En momentos complicados solía encontrar las palabras adecuadas para contribuir al consenso, a la unidad, que defendió. No importaron nunca los esfuerzos personales, su estirpe, su pensamiento y voluntad estaban más allá de lo individual.
Doctor en Ciencias Históricas de la Universidad de La Habana; máster en estudios sobre América Latina, el Caribe y Cuba; especialista en ciencias arqueológicas, Leal nos deja cientos de artículos y libros como Regresar en el tiempo; Detén el paso caminante; Carlos Manuel de Céspedes El Diario Perdido; La Luz sobre el Espejo, Poesía y Palabra (I y II); Para no Olvidar (I, II y III); Fundada Esperanza, Patria Amada; y Legado y Memoria, Hijo de mi Tiempo.
Lo mejor será imaginarlo siempre, incansable, enamorado de su ciudad y el país, con esa fidelidad tremenda a la Revolución y a su gente, a Fidel y al proyecto de luz para toda una nación y otras regiones del planeta.
Ahí están sus palabras: “Yo solo aspiro a haber sido útil”. Eusebio nos habla desde la eternidad, y seguramente seguirá haciendo como un Quijote muy cubano, que siempre deberá acompañarnos.
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