¿Es cierto que usted ha participado en todas las contiendas bélicas de Cuba, fuera del territorio nacional?
No, en algunas sí, como una vez en el 59, un sábado, en que Carlos Franqui me mandó a buscar y me dijo que me fuera para el aeropuerto y me fui con tres rollos; cuando llegué allí me montaron en un avión y aparecí en Venezuela sin pasaporte, ni carnet, ni nada.
Íbamos solo siete personas y nos recibió Fabricio Ojeda, que era diputado, y luego nos enteramos que Castro León había invadido el país por el estado de San Cristóbal, pagado por Trujillo y para allá nos llevaron, pero a mitad de camino nos enteramos que Castro León se había rendido y ahí terminó mi hazaña bélica.
Después aquí, cuando el cambio de presidente en el año 60, que se pensaba que iba a venir una invasión, me mandaron para Baracoa y da la casualidad que allí se produce el primer alzamiento serio contra el gobierno.
La crítica plantea que usted rompió las fronteras entre el reportaje y el ensayo fotográficos…
Bueno, es que yo la mayoría de los reportajes los trabajé como ensayos, me metía en los lugares, observaba, estudiaba; para hacer el de la Columna Juvenil del Centenario me pasé como dos semanas, y estuve yendo todos los días durante una semana, desde las 5 de la mañana para hacer el de Ciudad Libertad y me pasaba todo el día; muchos de los reportajes los tengo como colecciones.
Alguien me dijo que usted trató de inventar una cámara fotográfica en el año 1958
Sí, me pasé todo el año 58 tratando de inventar una cámara con la que yo me pudiera meter en los tiroteos sin que me dieran un tiro, pero no fue posible, porque yo pensaba que si triunfaba la Revolución iba a ser igual que cuando cayó Machado, con todos aquellos disturbios en las calles, no fue tan terrible pero, por ejemplo, yo estuve en el tiroteo de La Manzana de Gómez, que fue bastante violento, en el de Carlos III , hice muchas fotografías, pero se perdieron todas, de mis negativos de Revolución no aparece ninguno.
¿Tomó fotografías el día primero de enero de 1959?
Sí, cantidad, pero la mayoría se perdieron, algunas las salvé milagrosamente.
¿Y el 8 de enero?
Hice fotos en Matanzas ese día. A García Berry, a mí, y creo que el otro era Rine Leal, nos dieron una avioneta para ver si alcanzábamos a Fidel y lo encontramos en el Hotel Santa Clara Libre, le entregamos una carta que le llevábamos y le dijimos que veníamos a incorporarnos a la caravana y nos dijo que cogiéramos una habitación y nos acostamos a dormir y al poco rato sentimos la bulla y era que Fidel se había ido, y para colmo cuando fuimos a buscar la avioneta en que habíamos venido, el comandante René Rodríguez nos dijo que no la podíamos usar porque le hacía falta a él y nos dio entonces un DC3, imagínate ¿qué íbamos a hacer con un DC3?, pero bueno en él nos fuimos para Varadero que era donde único se podía aterrizar y de ahí a Matanzas nos demoramos como 6 o 7 horas, por la cantidad de gente que había en esa carretera.
Cuando llegamos al gobierno municipal, que estaba frente al parque nos dijeron que Fidel estaba allí, le mandamos a avisar a Celia y nos dejaron entrar y le hice varias fotos a Fidel.
Luego decidí irme para La Habana porque ya tenía esas fotos y un grupo que había tomado de las huellas de la guerra en Santa Clara, del fuerte de Falcón, que lo habían dinamitado, de una tanqueta destrozada, de los rebeldes tirados por toda la calle, y conformé una colección como si yo hubiera presenciado los combates, sin embargo yo había llegado cuando todo había terminado.
¿Vino con Fidel en la Caravana de la Libertad?
No, pude haber venido pero no lo hice, perdí esa oportunidad
¿Qué otras oportunidades perdió?
Perdí muchas por desconocimiento; una fue la entrada de Fidel en La Habana, porque yo lo que quería captar era la masividad, el pueblo y me encaramé en los edificios y cuando terminé con eso ya estaba muerto y me fui.
¿Qué otras fotos perdió?
Yo le regalé a la Casa de las Américas, porque pensaba que debían preservarse, todos mis negativos de los Premios Casa, porque cubrí muchos y ahora traté de buscarlos y no aparecen y para mí ha sido muy doloroso porque yo tenía a Wole Soy inka bailando, cuando no era premio Nobel, tenía a Darío Fo, que también es premio Nobel, y muchos más y todo eso se perdió. Por suerte me quedan los negativos de Graham Greene, con quien hice una gran amistad.
Hice muchas fotografías del Ballet Nacional y también se perdieron; creo que fui el único que recogió las presentaciones de Alicia Alonso en Guantánamo. Yo viajé con la ópera de Pekín por toda la Isla, todo eso también se perdió.
Y se perdieron también los negativos de la casa de Cojímar de Fidel, y creo que yo fui el único que tiró fotos allí.
¿Cuál es la historia de la foto del Che que aparece en el billete de tres pesos?
Él estaba cortando caña en el central Nodarse y yo estaba haciendo un trabajo cerca y me enteré, pero me dijeron que no me acercara porque a él no le gustaba que lo retrataran cuando estaba trabajando.
En ese entonces yo tenía una cámara Exacta y me acordé que yo había leído que él en México había tenido una igual y fui para donde estaba y le dije que iba a verlo porque tenía un problema, que se me había trabado la cámara y que sabía que él había tenido una y me dijo «ah! pero eso no tiene problema, eso es un defectico que tiene, dámela acá».
Nos sentamos en el piso, yo le di el rollo, él la destrabó, le di las gracias y le pedí que me dejara hacerle unas fotos y me dijo «tres».
A partir del desarrollo de la fotografía digital, ¿considera que el trabajo analógico desaparecerá?
No debe desaparecer, pero te voy a decir algo. Yo he estado muy preocupado con el tema de la desaparición de las imágenes porque no me convence el tema del magneto, pero me han dicho que el soporte donde se conserva la verdadera información es óptico, no magnético y la película ha demostrado su durabilidad, hay negativos de finales del siglo XIX, que aún están guardados.
De todas maneras es muy difícil que te quites de la mente, el diafragma, la velocidad, el movimiento, etc., etc., etc., porque era una parte muy difícil de la fotografía, tú llenabas el cerebro primero de cómo ibas a retratar, en qué condiciones de luz y si iba a salir, y después caías en la imagen, es muy difícil adaptarse ahora a que todo sea tan fácil, yo no puedo adaptarme y además me cuesta mucho trabajo porque antes yo retrataba, revelaba y metía en un sobre, ahora tiro, tengo que ir a la computadora, que se supone sea más fácil, pero entonces no sé si dejarlas en la computadora, si ponerlas en un disco, si se acaba el disco duro y se supone que debe ser mejor porque tú tiras más y revisas más, pero al final lo que haces es botar muchas.
Esta tecnología es muy peligrosa, como es tan fácil tú piensas que todo se puede recuperar, pero yo al menos ya he perdido también fotografías digitales.
¿Qué le falta a la fotografía cubana actual?
La escuela, aquí nunca se ha estudiado fotografía y hace mucha falta; igual que a un escritor cuando aprende el idioma, las herramientas de la lengua, las palabras más elevadas para embellecer el lenguaje; si no tienes imágenes en la cabeza no puedes hacer nada, tienes que saber qué es una imagen, cómo verla, cómo hacerla, para que aprendas a ver, porque si no todo lo ves igual.
Mi primera lección de fotografía me la dio Carlos Fernández, en Carteles, cuando me puso en la mano un peso, me mandó al cine y me dijo que al otro día le contara cómo era la fotografía de esa película. Cuesta mucho trabajo escribir pero párate frente a la máquina y empieza a escribir y verás como la memoria empieza a organizarse, así pasa con la fotografía hay que comenzar, pero hay que estudiar.
¿A quiénes evoca con esta entrega del Premio Nacional de Artes Plásticas?
A Carlos Fernández, Generoso Funcasta, Raúl Vales, José Agraz, Enrique Llano, al viejo Núñez, a Venancio, Osvaldo Ozón y a Félix Arencibia, al que no se puede dejar de mencionar, y seguro se me queda alguno.
¿Ya está preparando la exposición de Bellas Artes por el premio?
Ya estoy separando por temas las fotos de la caña, Playa Girón, la lucha contra bandidos, contra piratas, Angola, Nicaragua, la Columna Juvenil del Centenario, todos los ensayos que he hecho, hasta un trabajo de los bomberos que tiene fotos preciosas, pero yo no soy nadie para determinar qué cosa es bueno y qué cosa es malo.
Ya escaneé más de 300 fotografías y pienso escanear igual cifra, pero de todas maneras me quedan miles de negativos; no las estoy limpiando, ni siquiera calibrando, tengo por suerte un año para prepararla, simplemente las estoy escaneando para sometérselas a un grupo de curadores amigos míos para que escojan según sus criterios.
No sé si finalmente separaré cinco mil o siete mil negativos y que los revisen los especialistas para hacer la exposición; primero tengo que pensar cómo va a ser la exposición, va a ser en el Museo Nacional de Bellas Artes que para mí es muy importante.
¿Será su mejor exposición?
Debe ser.
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