El Premio Nacional de Artes Plásticas 2018 le fue entregado este sábado a José Ángel Toirac de manos de Alpidio Alonso Grau, ministro de Cultura y Norma Rodríguez Derivet, presidenta del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, en ceremonia efectuada en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes.
Tras la lectura del acta que avala la selección de dicho artista para tan alto reconocimiento, entre nominados de 38 instituciones culturales de todo el país, Helmo Hernández Trejo, presidente de la Fundación Ludwig de Cuba, pronunció las palabras de elogio a Toirac, en las cuales esbozó el paulatino desarrollo de este creador de las artes visuales, enmarcándolo en las coyunturas económica, política, social y artística, en que el mismo ha tenido lugar.
El también investigador y ensayista destacó como el gran aporte del homenajeado el de haber revelado el carácter histórico de esos contextos y tratar de comprender la sucesión de sus configuraciones, a partir de lo que han ido imponiendo las circunstancias.
Subrayó la responsabilidad que, como creador, este ha demostrado siempre al ejercer la necesaria crítica; pues no pierde de vista el estado de contradicciones entre poderes hegemónicos en que vivimos y no ha cedido al fácil camino del éxito, abierto por fuerzas extra artísticas a los mediocres.
“Las irresponsabilidades políticas en circunstancias como las de Cuba son muy bien recibidas y estimuladas (…) Pero Toirac no simula jugar a la política: hace arte político. Siempre lúdico y reflexivo.
Paga el precio de estar poco por el MOMA, de no tener galerista internacional que lo represente, de no poder exhibir en la TATE, ni pasearse por instituciones como la UNAM o recibir becas lujosas o bonificaciones inconfesables, entre otras cosas. Muchas de sus mejores obras esperan por los contextos adecuados para exhibirse. Pero, mientras tanto, ya se han hecho”, enfatizó Hernández Trejo.
Al pronunciar las palabras de agradecimiento, José Ángel Toirac confesó con fino humor sentirse feliz de recibir este Premio, cuya entrega ya iniciado 2019 lo induce a pensar que las razones que le hicieron merecedor del mismo se prolongarán en el tiempo.
“También me complace que la votación no fuera unánime porque valoro más la sinceridad que la unanimidad. Y los votos en contra, realmente, son el reconocimiento a todos aquellos artistas que, mereciéndolo también, aun no han sido premiados”, expresó.
Añadió que, a pesar de tratarse de un premio individual, no sería consecuente consigo mismo si no agradeciera a las personas e instituciones que lo han apoyado a lo largo de su carrera, a aquellos con los que ha colaborado y a los que anónimamente asumen la abrumadora carga cotidiana para que él pueda disponer del tiempo exigido por el arte.
A la ceremonia, en la que actuaron integrantes del Conjunto de Música Antigua Ars Longa, asistieron además Lesbia Vent Dumois, presidenta de la Asociación de Artistas Plásticos de la Uneac; Guillermo Solenzal Morales, viceministro de Cultura; Nereida López Labrada, secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura; así como artistas ya premiados en ediciones anteriores y nominados en esta ocasión; miembros del jurado que lo otorgó en esta oportunidad, familiares y amigos.
El Premio Nacional de Artes Plásticas, instituido en 1994, es otorgado anualmente por el Consejo Nacional de las Artes Plásticas a un artista visual cubano, vivo y residente en la Isla, cuya producción se distinga por brindar un valioso aporte al desarrollo y a la historia de esta manifestación artística en el país.
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